«La Tolerancia Unilateral»

El sueño buenista en el que se encuentra actualmente sumergida Europa y del que desde hace un rato despertó Estados Unidos, basa sus principios en la tolerancia.

Pero este tipo de tolerancia tiene una particularidad que la destinará al fracaso y es que intenta sustentarse en un desequilibrio. Es decir, es una tolerancia unilateral, que se impone de un sólo lado de la balanza.

Existen los unos, que son los que toleran y los otros, que solamente exigen ser tolerados, pero sin hacer por su parte  ningún esfuerzo en trabajar su propia tolerancia.

La tolerancia como recurso deja muy claro, que uno sólo tolera aquello que no soporta.

Ante la imposibilidad de amar aquello que no concuerda con nuestros valores, optamos por tolerar, como opción para evitar el enfrentamiento.

Que nos toleremos no es entonces un signo de virtud en el individuo, sino un recurso alternativo que nos impone el esfuerzo voluntario que debemos hacer para no estrangular a quienes son y piensan diferente.

Los actuales «tolerantes buenistas» sin embargo,  se sienten extrañamente virtuosos por decir que son tolerantes y ni siquiera sospechan que todo aquello que no nace de forma natural es en realidad una conducta establecida, aprendida y mecanizada mediante años de esfuerzo consciente y repetitivo.

La tolerancia es una herramienta civilizada; enseñada y necesaria para lograr una convivencia pacífica con lo distinto. 

Pero es extraño observar al colectivo «tolerante buenista de izquierdas» enarbolar las pancartas de la tolerancia cuando curiosamente son ellos los más intolerantes de todos.

Si no concuerdas con sus premisas, los autodenominados «tolerantes»  son capaces de degollarte, de quemar y de romper todo si no piensas como ellos.

El problema surge cuando la tolerancia no se comprende cómo una invención artificial para domar el instinto asesino de todo ser humano y por el contrario, se percibe como una conducta que nace de forma natural y espontánea.

El individuo educado bajo el sistema de tolerancia occidental cree que el mundo entero ha sido también educado en el respeto a lo distinto. Y lamentablemente eso no es así. 

Esta ingenuidad buenista sumada a la ignorancia de no haber conocido más mundo que aquel que la prensa decide que debes ver por televisión, hace del buenismo un arma de autodestrucción a gran escala.

«El mundo eres tú» dicen algunos,  pero cuando no tienes ni remota idea de quién eres tú, ni de dónde surge tu tolerancia aprendida, entonces el mundo pasa a ser la proyección de una construcción artificial que tú crees que es universal.

Existe un mundo extraño que te rodea y que no es tolerante como el tuyo porque la tolerancia es una construcción basada en el principio cristiano en el que se fundó Occidente. ( perdonar 70 veces siete y poner la otra mejilla).

Lo que si es natural y común en todos es la intolerancia como acto reflejo y como consecuencia de toda cercanía.

Mientras una parte del mundo se ocupa de domar la intolerancia de los individuos desde pequeños, la otra parte del mundo cultiva la intolerancia desde la cuna.

Los autodenominados «tolerantes de izquierda europeos»  no sólo no son conscientes de su natural intolerancia, sino que además exhalan un aire que huele a superioridad con respecto a su entorno. Ellos no se consideran solamente diferentes al otro, sino superiores a todo aquel que es distinto. 

Y este es el punto que diferencia a los tolerantes esforzados como yo,  de los tolerantes que consideran a lo diferente no sólo distinto, sino inferior.

La tolerancia como aceptación igualitaria de lo distinto, es por lo tanto unilateral en cuanto sólo la practicamos a conciencia aquellos que sabemos que uno no tolera naturalmente, sino como mecanismo para civilizar nuestros instintos y lograr así una convivencia pacífica.

La sinceridad con nosotros mismos resulta esencial para ser un verdadero tolerante. Y considerar a la tolerancia como a una virtud es un error, en tanto la virtud es virtud si nace de la verdad y nunca como el resultado del cumplimiento de una norma externa.

Mientras unos toleramos conscientes de nuestras intolerancias, los otros se envalentonan en la resistencia a tolerar, alegando una superioridad moral y de valores muy parecida a la discrimacion a la que dicen repudiar a cada instante y con cualquier excusa.

Y mientras enarbolan unos carteles presumiendo de tolerancia, sus discursos esconden un mensaje distinto: «O eres igual a mí o eres un fascista»

No. No sólo no soy un fascista de derechas, sino que tampoco deseo ser un fascista de izquierdas como los buenistas.

Intento tolerarte y me esfuerzo por hacerlo, aunque me agrades en pocas cosas y me desagrades especialmente en tu falta de esfuerzo por adaptarte y por tolerar a quienes son distintos a ti.

Pero desgraciadamente, la tolerancia en el buenismo actual es siempre unilateral.

En este buenismo pareciera que hay que incluir a aquel que no desea incluirse y tolerar a todo aquel que no está dispuesto a tolerar a nadie, ni desea integrarse al mundo de libertades que le acoge y le recibe.

Asi de buenos, de peligrosos y de injustos son estos tiempos buenistas y modernos.

JR

2 comentarios en “«La Tolerancia Unilateral»

  1. Excelente analisis sobre la tolerancia y la falsedad de lo que es politicamente correcto . Como siempre, Jose llama a cada cosa por su nombre y coloca a cada quien en su lugar. No se deja engañar y nos lo transmite de forma clara y concisa.👏👏👏👏👏

  2. La tolerancia Unilateral
    La tolerancia es un sentimiento peligroso si no se tienen claros los limites y como dice J.R no puede ser unilateral.
    La tolerancia si no viene de la mano del respeto y la reciprocidad lleva a someterse a la voluntad del o los otros, que engañan ,mienten, manipulan ,imponen, con tal de ejercer su poder sobre los demas.

    Contra este tipo de despotismo hay que aplicar «» tolerancia cero «».

    Muy bueno el articulo.

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