
Mientras Sánchez intenta aglutinar apoyos a base de amenazas; a empresarios, políticos y jueces en contra del presidente Milei; el león argentino convoca al pueblo en el Luna Park para la presentación de su decimotercer libro con un concierto en vivo; en donde miles de personas hicieron cola para entrar, desde las 9 de la mañana hasta las 8 de la tarde.
Milei cantó, habló, explicó, conectó y despertó una vez más a un pueblo minado por el socialismo, a quien esta ideología ha dejado arruinado cultural y económicamente.
Muchos países no entienden el hartazgo del pueblo argentino y seguramente necesiten varios años más de gobiernos de ultraizquierda, para poder comprender y envidiar finalmente, el fenómeno Milei.
Milei llegó para poner fin a la desesperación de un pueblo ultrajado en todas sus formas y a quien se le ha acostumbrado a que el abuso de la casta política es una forma de vida, sin posibilidad de vuelta atrás.
Milei es el milagro argentino, la luz de esperanza que brilla desde el sur, un león feroz sin complejos y sin guión.
Muchos critican que diga la verdad, le condenan el canto y el show; pero el león no escucha a nadie.
Nos hemos desacostumbrado tanto a la verdad y a la libertad que cuando la vemos, nos resulta extraña e intolerable.
Tenemos esa mirada ovejuna, temerosa, acomplejada, acostumbrada a la mentira; política y reiterada; a la que nos hemos hecho adictos después de tantos años de opresión y de adoctrinamiento socialista.
Uno va naturalizando la mentira y el engaño; y una vez acostumbrado a ellos, los reclama como a una droga a la que no puede dejar.
¿Cómo se atreve alguien a decir la verdad? ¿No va a pedir perdón a su agresor? ¿El presidente va a cantar? Estas son algunas de las preguntas que hacen los esclavos, siempre intolerantes con la sinceridad, la valentía y la libertad ajena.
Nos han domado a base de amenazas, complejos y hostigamiento totalitario socialista; somos ovejas de lo políticamente correcto y esclavos del que dirán.
Hemos naturalizado el miedo, la injusticia, el abuso y la opresión y nos hemos convertido en nuestros propios carceleros, esos que permanecen encerrados con la puerta abierta, sólo por costumbre y para quedar bien.
La transmutación de los valores fue parte del manual totalitario; ese manual cultural que la izquierda se encargó de repartir a base de látigo, programas educativos, temarios universitarios, leyes, multas, castigos, cancelaciones e impuestos.
Anoche Milei refrescó el ánimo de un pueblo que para poder salir del abismo socialista sufre hoy un ajuste tremendo y que necesita cantar, bailar y reír para que esta transición le sea un poco más llevadera.
Muchos no la vieron, muchos siguen sin verla y muchos no la verán jamás; pero oirán el rugido de un león guiando a un pueblo sufriente y alegre por el durísimo y siempre incomprendido, camino hacia la libertad.
La euforia por Milei se debe a que ni todos los días, ni a todos los pueblos, se les presenta la oportunidad de resucitar.
JR