
Cuando algún familiar o un amigo nos plantea una situación de emergencia, uno siempre está dispuesto a ayudar, tanto activa como financieramente.
Uno cede sin dudar su tiempo o sus ahorros, si sirven para sacar al amigo del apuro, pero el problema aparece cuando la emergencia se vuelve una constante y lejos de ser una emergencia ocasional, se convierte en un sistema de manipulación; en una forma habitual de quitarte algo, apelando a tu buena voluntad por una buena causa.
La emergencia es el sistema al que desde hace algunos años nos ha acostumbrado el gobierno, para así poder aprobar presupuestos millonarios disparatados, causando endeudamiento y empobrecimiento a la población.
Empezaron con la emergencia climática, siguieron con la emergencia del Covid, luego con la emergencia de la guerra de Ucrania y ahora empezarán con el invierno sin calefacción de Putin, gracias a la abolición de las energías tradicionales y a la apuesta, (evidencialmente equivocada), por las energías renovables).
Todo serán emergencias a la hora de robarle a usted ciudadano sus recursos, el fruto de su trabajo, su capacidad de ahorro y su libertad.
La metodología de la emergencia suplanta a la metodología del tirano tradicional, que para quitarte simplemente argumentaba «porque me da la gana» o «porque lo pide la ideología» como diría un Stalin.
Hoy, lejos de observar aquel autoritarismo frontal o ideológico pero sincero, vemos la táctica de la víctima disimulada, siempre sufriente y acosada por emergencias de todo tipo.
El estado ya no es un tirano a la vieja usanza, sino un tirano con máscara de víctima medioambiental, que necesita de tu ayuda para ayudarte, porque las cosas más inesperadas y calamitosas simplemente te sucederán, sin que tenga en ello el estado ninguna responsabilidad.
Cómo bien podrá observar, así es como se comporta la mayoría de líderes occidentales actuales.
La ironía de todo este asunto es que se presentan como víctimas de todas las políticas y estrategias que ellos mismos han creado a conciencia, para dominar y robarle el fruto de su trabajo al ciudadano, apelando a su sensibilidad, a la urgencia que presupone toda emergencia y a la reiteración constante de un peligro inminente, sea éste de cualquier clase; medioambiental, ideológico, bélico, racista, nuclear o climático.
«Ayúdame a ayudarte» nos dice un estado verdugo que se llama a si mismo protector y paternalista, pero que oprime como todo progenitor manipulador, que no quiere que seas libre y te obliga a un pseudo amor que te quita, te asfixia y te coarta, pero siempre diciéndote que es por tu bienestar.
¡Pobre de tí si te quejas de este querer tan solidario y bondadoso! Te llamarán negacionista, insensible, privilegiado, racista, homofóbico y toda la carta de insultos tan modernos e inclusivos, a los que estamos ya tan acostumbrados.
Cuidado señores con estos amores y con estas generosidades antes de las elecciones; que bono cultural de 400 eu para los nuevos votantes de 18 años, que documentos instantáneos para los inmigrantes, que fronteras abiertas, que cheques por hijo, que aborto y cambio de sexo libre y gratuito para todos los nuevos niñes, que sanidad universal y gratuita, que bono transporte a mitad de precio hasta las elecciones, que calefacción gratis para todos los okupas…En fin, que la Navidad parece haberse adelantado.
Cuidado señores con confundir la generosidad navideña y la empatía solidaria con la manipulación electoral y el endeudamiento, con confundir la emergencia constante con el simple «robo porque me toca».
Cuidado con los buenos y caritativos tiranos modernos, que se desvinculan de aquellos tiranos malvados del siglo 20, pero que en esta nueva versión bondadosa y con caretas verdes, siguen siendo los mismos tiranos de siempre.
¡Cuidaros señores de los generosos! porque todos los regalos de hoy, serán la pobreza de mañana por la mañana.
JR