Madrid: cerrado por fiestorro OTAN

Los telediarios del mundo entero nos atiborran con imágenes de la cumbre de la OTAN, que más que un trabajo serio, se parece más a un banquete romano mezclado con carnaval carioca.

Los banquetes y los fiestorros no cesan estos días en Madrid; mientras sus ciudadanos están bloqueados, blindados por aire y tierra para que los jeques de los países miembros se muevan con soltura y seguridad junto a sus ordas de guardaespaldas armados hasta los dientes, para protegerles de las amenazas que supone ser tan poderoso en un mundo de plebeyos, que aunque lo hayan olvidado, son quienes pagan ésta y todas sus fiestas.

Mientras Jill Biden celebra su fiestorro personal en la embajada de los Estados Unidos con una oleada de cantantes famosos en vivo y compra alpargatas en el barrio de Salamanca, cortando toda la circulación de la cuidad, en los Estados Unidos la inflación ha pasado los índices del 9 por ciento y sufre la peor crisis económica desde 1940.

Pero lo importante es celebrar, subir las fotos felices en Instagram y hacerle creer a los madrileños que son los anfitriones de la élite más poderosa del mundo, esa mantenida con los impuestos del pueblo, porque no nos olvidemos de que todos estos celebres personajes, antes de entrar a chupar del estado; eran gente sencilla, sin ningún logro personal y sin ninguna fortuna.

Hoy sin embargo, cenan en el Museo del Prado, bailan en las embajadas y llegan en sus jets privados para luego darnos lecciones de ecología, de resiliencia, de conciencia ambiental, de la criminalidad intrínseca en ser portador de armas de defensa personal y de cómo es importante reducir el gasto del ciudadano para no sentir la subida de la hiperinflación que ellos mismos generan con sus excesos en fiestas, en seguridad, en viajes de larga distancia, en hoteles de lujo y en todo su «ecológico»gasto público.

Si su abuela le había dicho alguna vez que uno enseña con el ejemplo, tenga claro que ninguno de éstos ha tenido una abuela cómo la suya, ni tampoco vergüenza.

Mientras tanto usted debe elegir entre ir al trabajo o ir al supermercado porque debe ahorrar gasolina, ya que los precios no cesan de subir cada día un poco más, desde hace 6 meses.

Por supuesto que usted repite el mantra que le enseñaron de que la culpa de todo la tiene Putin y que la guerra es muy cruel y muy dura; y que usted debe ser compasivo y solidario y aguantar la inflación sin quejarse porque mucho peor que usted, está Zelennsky en Ucrania. Así que déjese de pancartas y siga pagando el impuesto al pobre.

En fin, que esta guerra se parece mucho a la guerra de Gila; porque se abre y se cierra según la conveniencia. Si hay show ese día, Zelennsky cierra la guerra, se pone el esmoquin y está listo para mostrarse, hacer la gala, recibir premios y dar discursos humanitarios.

Yo nunca he visto al frente a un comandante tan versátil, ni a una audiencia tan estúpida, salvo aquellas que aclamaron siempre y al unísono la llegada de sus líderes totalitarios.

Pero no seamos aguafiestas ni envidiosos y dejemos disfrutar a la élite que se merece un descanso, porque entre sus guerras organizadas y sus pestes fabricadas, llevan años ocupadísimos intentando reorganizarnos el mundo y meternos miedo de todo.

Ninguno de ellos manejó siquiera una pequeña empresa ni un quiosco en su vida, pero desde que están a cargo del futuro de la humanidad se sienten filosofos, científicos, economistas, empresarios y gestores infalibles.

Y es que manejar un quiosco es mucho más complicado que dar discursos ecofriendly y jugar a ser un hipócrita humanitario. ¡Así cualquiera!

Si su hijo le pregunta este verano porqué no se va de vacaciones o por qué la compra del supermercado es más acotada que la semana anterior, háblele de la subida del gasto público y de que siempre hay alguien que paga las guerras y también las fiestas. Y casualmente, son siempre los mismos.

JR

«Igualar para el Fracaso»

La izquierda y su cansina cantinela sobre la igualdad, produce únicamente igualdad en el fracaso.

Lamentablemente y aunque no nos guste admitirlo, no somos iguales y nunca lo seremos; hay talentos y capacidades distintas y variadas allí por dónde miremos y aunque intentes igualarlo todo, hay dones que ni con trampa y gancho consiguen emparejarse.

Estos días vivimos las pruebas de selectividad de los jóvenes europeos; a quienes a pesar de tanta cantinela equitativa, no se les trata para nada igual.

Los exámenes de Madrid no son iguales a los de Murcia o a los de Canarias y el motivo es que se intenta facilitar el ingreso a las universidades de los menos preparados.

Se les exige mucho a los jóvenes madrileños y muy poco a los de otras comunidades autónomas, para intentar igualar la deficiencia de muchas comunidades en el nivel académico,cuando en realidad, debería impulsarse una mejor preparación en dichas comunidades.

Toda esta nivelación de la desigualdad suena muy bondadosa y caritativa en teoría, pero la realidad ha demostrado ya en los Estados Unidos; que aquellos que ocupan plazas que les quedan demasiado grandes; no solamente dejan la carrera en los primeros años de universidad sin llegar a graduarse, sino que bajan el nivel de enseñanza de toda la institución, que ya no puede seguir los antiguos temarios porque la mitad del alumnado no está capacitado para seguir las clases, ni para mantener los niveles de lectura y de aprendizaje.

El problema del fracaso de la enseñanza pública es que niega la diferencia e intenta igualar siempre hacia abajo. Lo público deja entonces de buscar el esfuerzo y el trabajo, para igualar al resto con el peor de la clase. No vaya a ser que el peor alumno se ofenda, estudie o se frustre y se tire por la ventana al sentirse discriminado.

Por supuesto que estas políticas tan caritativas se pagan más tarde a nivel país; porque el futuro de un país es la preparación de su gente. Y especialmente la de su gente capacitada y apta.

Hoy escuchaba en la radio que se harían pruebas especiales para que la comunidad de jóvenes discapacitados mentales pudiese también ocupar plazas en la universidad pública. «Ellos también tienen derecho a ser universitarios» afirmaba el comentarista haciéndose el justo y el bondadoso.

El problema es en realidad que cada plaza que ocupa aquella persona de una minoría en inferioridad de condiciones es una plaza menos para el inteligente y el capacitado.

Habrá que acostumbrarse a este nuevo mundo en donde todos se merecen lo mismo, pero únicamente por ser menos que otro.

Antiguamente el que merecía más era porque se lo había ganado con esfuerzo, talento y trabajo, pero hoy hablar de meritocracia es una mala palabra.

En unos años los potenciales Elon Musk estarán lavando platos en una cocina mugrienta de nueva York porque no habrán encontrado plaza en la facultad de ingeniería, mientras a usted le construye puentes un acomodado de alguna minoría, pero sin ningún talento.

Miraremos las obras de los talentosos de antaño, como pasaba con los pueblos de la Edad Media que miraban Grecia, Roma y Egipto con asombrosa perplejidad. Destruían todo y nada podía repararse porque el conocimiento había muerto también con los egipcios, con los griegos y con los romanos.

El problema con el conocimiento es que cuando no crece, retrocede.

Estamos entrando en una nueva Edad Media, en donde el talento y el pensamiento estarán prohibidos, serán racistas, xenófobos, machistas y no lograrán jamás ocupar plaza en la universidad.

Hace poco una compañera me daba consejos para obtener la financiación de un emprendimiento. Me decia que yo no debia sacar a relucir mis talentos en la solicitud, sino que por el contrario, debía enfocarme en exponer mi pertenencia a las minorías.

A nadie le importa ni tu proyecto, ni que seas capaz o inteligente, sino que seas negro, indígena, discapacitado, trans, refugiado, inmigrante, mujer golpeada y ex convicto.

El futuro que nos espera es un abanico de equidades absurdas y perniciosas, muy igualitarias en teoría y muy injustas y poco prometedoras en la práctica.

Esta nueva equidad anula el progreso porque en su enfermo afán de incluir a todos en todos lados, termina nivelando para abajo y excluyendo a los talentosos en pos de la inclusión de aquellos que no están capacitados.

Muy pronto miraremos la torre Eiffel, el Empire State, Space X o el Óculo de Calatrava y creeremos firmente que han sido construidos por seres extraterrestres.

JR

«La Redistribución de la Miseria»

Todos sabemos que la base de los partidos de izquierdas está cimentada en la redistribución de la riqueza. El odio a los ricos y a los empresarios componen casi todos los eslóganes de campaña, desde » tax the rich» hasta «equity should be the norm».

La actual obligación a la equidad impone por supuesto la obligación de aquel que produce a distribuir equitativamente el fruto de su trabajo entre aquellos que no trabajan, sin imponer en aquellos que reciben, la misma equidad en la responsabilidad y en el esfuerzo para conseguir esos frutos.

La nueva equidad consiste en gozar de los mismos privilegios, pero bajo ningún punto de vista, la de compartir los riesgos ni las obligaciones que exigen dichos privilegios.

Hecho que convierte a la equidad en una «pseudo equidad», que funciona sólo para la parte que a mí me conviene.

Lo contradictorio en las política de izquierdas es que consisten en oprimir al productor en pos de la redistribución de la riqueza.

Pero si no dejas producir ni generar riqueza al productor ¿Qué es lo que vas a repartir?

La aversión actual a la riqueza condena principalmente a todos aquellos que dependen de esa distribución y les condena a recibir miseria.

Un país sin incentivos a la riqueza, termina siempre repartiendo miseria. Y no solamente a nivel material, sino también a nivel humano.

Cuando no se incentiva el capital humano; que no es otra cosa que la capacidad que tenemos cada uno de nosotros para producir nuestro propio sustento, se atrofia la capacidad de generar riqueza.

Y el pronóstico se vuelve dramático porque de una crisis se sale, si tienes un pueblo preparado y trabajador; pero sin ese capital humano, generar cualquier capital resulta imposible.

Muchas son las miserias que nos aquejan en estos tiempos; entre las que se encuentran las miserias morales. Y hemos tenido recientemente en televisión el espectáculo sobre las miserias morales del juicio de Heard y Johnny Deep.

Casualmente los ricos son los únicos que pueden defenderse de las difamaciones y de los abusos a los que determinados movimientos de izquierdas exponen a muchos ciudadanos. Y pueden hacerlo, gracias a que tienen el capital y la valentía para afrontarlo.

La riqueza da ese poder: el poder de defenderte de cualquier tipo de abuso.

Por eso no es aconsejable que la riqueza esté instalada únicamente en el gobierno. Cuando el gobierno es el único rico, se vuelve un dictador, porque tiene todo el poder por sobre los ciudadanos.

Desgraciadamente esa es la finalidad de estos gobiernos: acaparar la riqueza y junto con ella todo el poder.

Lo que deja al ciudadano en una posición de sumisión e indefensión total.

Te convencen de que empobrecer a los ricos será tu solución, pero el resultado es justamente el contrario. Sin ricos te quedas en manos del gobierno. Y totalmente deprotegido.

No creas que se trata de distribuir la riqueza, sino de acaparar el poder.

Buscan desarmarte, empobrecerte e ir quitandote tus derechos uno a uno y convenciendote de que es por tu bien y por una buena causa.

Sin capacidades para generar tu propio sustento dependerás en todo del gobierno.

Tu inutilidad, tu desprotección y tu dependencia serán el resultado de la destrucción del capital y de la redistribución de la miseria.

JR