«El Juego Hermoso»

» Lo primero que los adultos contaminan en los niños es la alegría del juego, porque a todo lo sagrado le inyectan ambición, y muchos de ellos mueren sin haber podido conocer jamás su belleza» JR 

Existe un espacio sagrado que nos conecta con la alegría. Un lugar en donde toda diferencia desaparece y logramos olvidarnos del mundo y de nuestros  problemas para perdernos de vista por un rato.

Este es un espacio mágico que muchos intentan contaminar con ambición, pero de vez en cuando aparecen unos rebeldes que se asemejan a los niños y parecen no haber perdido la escencia del juego.

El juego es ese lugar en donde volvemos a ser niños, un paraíso que perdemos demasiado pronto al asociar al juego sólo con ganar; olvidando que lo verdaderamente sagrado del juego está en la alegría de aquellos que nunca se olvidaron de jugar como cuando eran niños. 

JR

 

«Hay pocos caminos hacia Dios; entre ellos están la naturaleza, la música, el silencio, el baile, la literatura, las artes y el juego» JR

 

«Criar al Resentimiento «

«El mayor peligro en la crianza está en la mano que mece la cuna» JR

Muchos de los problemas de nuestra época son el resultado de años de educar en el resentimiento.

De hecho,  la mayoría de partidos de izquierda basan sus política educativas y religiosas en enfatizar estratégicamente sobre determinadas partes de la historia de la humanidad; no con el fin de hacer que los alumnos perciban la injusticia o la barbarie que expone nuestra terrible historia, ni para que aprendan a no repetir los mismos errores que cometieron nuestros antepasados, sino para continuarlos. 

Educar en el resentimiento es algo muy sutil y que va encubierto bajo un halo de bondad o de empatía con aquel que ha sufrido, pero en realidad es una técnica muy hábil que esconde oscuras intenciones.

La intención de la educación del resentimiento nunca es la de aprender y superar a la historia. Y con esto me refiero no sólo a superar el dolor que ha causado siempre la injusticia, sino a superar en actitudes al hombre del pasado. 

El objetivo de la educación del resentimiento es la de mantenerte atado al pasado.

Año tras año se va engrosando el grillete colocado en la pierna de cada alumno, con la intención de no permitirles jamás avanzar.

Permanecerás así atado a la injusticia y sometido a la obligación de vengarte.

El problema surge cuando algunas décadas después, estos prisioneros del sistema educativo del adoctrinamiento salen a vengarse de un enemigo que ya no existe.

Y entonces comienza una absurda lucha contra personajes del pasado, a los que hace siglos se ha enterrado y superado.

Aqui comienza la lucha contra los molinos de viento de Don Quijote al grito de «libertad», entonado al unísono por unos jóvenes que son prisioneros de un odio del que no pueden escapar, porque sus mentes han sido programadas año tras año, curso tras curso, para odiar a un enemigo ancestral que ya no existe,  pero al que ellos creen ver a cada paso. 

Muchos temen a un futuro plagado de máquinas sin ninguna autonomía que respondan a las órdenes de un cerebro dominante, pero desgraciadamente esas máquinas programadas sutilmente por un cerebro dominante ya están aquí.  

Sin embargo, estos justicieros adoctrinados de carne y hueso parecen no asustarnos. 

JR

» La mayor virtud de un educador no es el conocimiento, sino la capacidad de aparcar sus odios fuera de la clase y enseñar superación.» JR

 

» La Desigualdad Inevitable»

Dicen que uno se merece la vida que se gana con esfuerzo y con trabajo, aunque los resultados nunca sean los mismos para unos que para otros, por mucho que lo intentemos.

Sucede a veces, que donde uno ve una oportunidad otro ve un impedimento, por lo cual la búsqueda de una igualdad de oportunidades es también imposible, aún ofreciendo una misma cosa a unos que a otros. Porque inevitablemente esa cosa nunca resulta ser lo mismo para todos.

Quizás sea la manera de mirar las mismas cosas aquello que nos diferencia a cada uno de los demás, algo a lo que muchos llaman «libre albedrío».

Si la igualdad de oportunidades no sucede ni aunque lo intentemos, al menos podríamos buscar la igualdad de soluciones para todos, que consiste en que la caída sea igual de amortiguada para unos que para otros.

Sin embargo, ni la posibilidad de altura ni el sostén en la caída son iguales para todos, sin contar que aquello que es altura para unos, es precipicio para otros y viceversa.

¿Como evitar entonces esta desigualdad inevitable, si somos seres creados a semejanza de un universo que nos encandila con la presencia constante de la diferencia?

Ante esta percepción de la desigualdad inevitable han llorado todos los hombres verdaderamente santos, que comprobaron que la fe no movía las montañas para todos por igual.

A esta dolorosa percepción de la injusticia del mundo, algunos la llaman sentir el dolor del otro.

Esta diferencia dolorosa llena de rencor a muchos, de soberbia a otros y de impotencia a la mayoría.

Si la diferencia es inevitable y así se manifiesta también en el universo, al menos deberíamos ser conscientes de que aquellos que nos consideramos  afortunados no lo somos únicamente gracias al mérito, sino también al azar.

Así evitaríamos esa prepotencia de creer que el mérito y el esfuerzo son siempre suficientey dejaríamos un espacio de reverencia en nuestros triunfos a para esa fuerza inentendible a la que unos llaman Dios, otros casualidad o causalidad, para reconocer con humildad que ninguno de nuestros triunfos son enteramente propios, ni enteramente ajenos.

JR

» El error no es creer ni no creer; el error es creer que uno es capaz de llegar a alguna certeza» JR