«La Trampa Feminista»

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_»Me siento mucho mejor con un palo entre las piernas» _ Así empezó su discurso Madonna, tras haber recibido el galardón a la»Mujer del año 2016″ y sin ser consciente de que este tipo de nombramientos, impulsan y fomentan como ejemplo a quien los recibe.

Y continuó su discurso como si nada, hablándole a mujeres que desean ser respetadas y valoradas en el mundo profesional y académico, por sus ideas y por su trabajo.

Ya nos había sorprendido a todos su fervorosa vena política a favor de Hillary Clinton, cuando prometió que si la votaban, ella les haría una felacion a todos los hombres. Por suerte se ha librado de hacerlo y quizás hayan sido las mismas mujeres, quienes lo evitaron a toda costa, votando desesperadamente por Trump para proteger a sus familias. Porque no debemos olvidar que Hillary Clinton casi pierde a la suya por algo parecido.

Cuando las mujeres inteligentes de este planeta observan este tipo de contradicciones, que se llevan por delante a todos los ideales por los que han luchado tanto, se llevan sin duda las manos a la cabeza y lamentan haber confiado a seres tan perjudiciales, algún tipo de responsabilidad y de representación.

Si Madonna es el estandarte de la mujer del año 2016 y abre su discurso diciendo que se siente mucho mejor con un palo entre las piernas, significa que todo el trabajo que las mujeres han hecho en Occidente por dejar de ser sólo un agujero para el palo entre las piernas, fue inútil.

El problema con el feminismo actual es que ha perdido completamente el rumbo. Se ha descarrilado de aquellas vías que guiaban a la mujer hacia un destino brillante e inteligente, para volver a enterrarnos a todas, debajo de la misma basura de siempre.

¿Qué opinarían aquellas maravillosas mujeres que lucharon por nuestro derecho al voto y por tantos otros de los que hoy disfrutamos, si hubieran oído ese discurso?

Yo estoy convencida de que al palo, se lo hubieran embocado a esta rubia en la cabeza.

JR

«¡Discriminación!»

«El riesgo que existe en realidad con el uso intensivo de algunas palabras como «discriminación» es que cuando comienzan a significar tantas cosas distintas, terminan muchas veces, sin significar nada en absoluto. Con tanto uso, vamos perdiendo el foco de aquello que en realidad querían denunciar y se pierden aquellas ocasiones puntuales en las que realmente habría que emplearlas sin dudar.

Seguramente en nuestros días siga existiendo la misma discriminación que hubo siempre, pero si a todo lo que nos sucede le llamamos discriminación, entonces la discriminación real comenzará a pasar desapercibida.» JR

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Cuando una palabra se pone de moda nos toca aguantarla hasta en la sopa. Y así sucede últimamente con esta palabra que parece ser hoy suficiente, para cubrir cualquier vacío disponible.

Cuando alguien no desea cumplir con alguna norma siempre puede gritar ¡Discriminación! y mágicamente será liberado de cumplir con aquella normativa que le incomoda o con cualquier condena vigente.  Ante esta acusación toda obligación parece ceder milagrosamente de la misma manera en que se le abrieron a Moises las aguas del Mar Rojo,  ya que al pronunciarla funciona igual que la clave de Aladino que abría todas las puertas. Y esta táctica la usaron sin reparos, los abogados de O.J Simpson para liberarlo de su condena por asesinato.

Cuando una mujer que trabaja en el Parlamento se niega a asistir al trabajo vestida de parlamentaria porque prefiere lucir escotes de fiesta,  puede entonces gritar_  ¡discriminación!, convocar una marcha de protesta, cortar la avenida, hacer llegar tarde a toda una población al trabajo y aún así resultar intocable, porque cualquier sanción que reciba la señora, podría ser también considerada como una discriminación mas.

Esto también sucede cuando una republicana insulta a Michelle Obama en las redes sociales, haciendo comentarios desagradables contra la primera dama americana. Y a esta terrible ofensa la llamamos también discriminación.

Sin embargo, cuando a Trump se lo compara con un pájaro con el que casualmente comparte peinado y color, nadie grita discriminación, y no sólo eso, sino que además, compartimos alegremente la broma en Facebook, sin darnos cuenta de que comparar a Trump con un pajarraco, también podría considerarse igual de discriminatorio que comparar a la inteligentísima Michelle Obama con un simio.

Es cierto que a  veces resulta mas cómodo alegar discriminación que admitir nuestra propia falta de talento, de mal gusto, de educación, de capacidad o de recursos. Y sin duda, es mucho mas fácil decir que alguien no me contrata para un puesto de trabajo porque me está discriminando en algún sentido, que reconocer que quizás yo no esté lo suficientemente cualificado para el puesto. Y a veces sucede, que no es discriminación lo que me ocurre, sino que simplemente  yo no soy lo que buscaban. ¿Será acaso no encajar en un perfil de búsqueda también discriminación? 

Para las mujeres es importante entender que a veces resulta necesario contratar a personas que no se quedarán embarazadas a los seis meses de trabajo, ni pedirán licencias interminables y reducciones de jornadas, ni faltarán al empleo por las recurrentes enfermedades de los niños, ni alegarán siempre como excusa aquellos problemas que tenemos las mujeres en nuestro intento desesperado por compaginar jornadas intensivas de trabajo, con una vida familiar igual de exigente. Lo cierto es que la empresa teme a las mujeres en edad de maternidad y eso todos lo sabemos, pero es necesario decirlo sin complejos, no para condenar a las empresas, sino para encontrar una solución.

Lo preocupantes es que ahora hemos permitido que los empresarios nos teman aún mas, gracias al abanico de posibilidades que nos ha otorgado este nuevo derecho a declararnos discriminadas ante cualquier exigencia.

Hoy se le han facilitado al empresario muchos mas motivos que antes para temer y evitar a las mujeres, aunque seguramente mi observación sincera se ganará  las críticas de todas aquellas mujeres adictas a la discriminación y a la perpetuidad del  victimismo femenino. ( que en algunos casos es real, pero en muchos otros es falso)

Otra costumbre actual es la de confundir a la discriminación con la violencia, que aunque en ocasiones se dan juntas, no siempre están relacionadas. Violentos y locos, los hubo siempre y en todos los ámbitos; enfermos de celos, gente primitiva o psicológicamente inestable, destripadores, asesinos, fanáticos religiosos, ociosos, degenerados, violadores y pederastas. Pero antes, esta información quedaba archivada en las comisarías por falta de pruebas o por carencia de legislación y de cultura, y se silenciaba en los orfanatos, en los gimnasios, en los internados, en los pueblos, en las parroquias o en las familias; en vez de circular públicamente por la red, como sucede en nuestros días.

No es que la cantidad de locos haya aumentado, sino que ha aumentado la cantidad de población en general, sumado a que ahora, las barbaridades de los locos de la superpoblación se difunden global y masivamente al instante. Pero la violencia en la mayoría de los casos sigue siendo solamente violencia contra aquel que se encuentra disponible.

Otras veces ocurre que las cosas que nos suceden no son actitudes discriminatorias, sino simplemente evidencias de que no somos lo suficientemente guapos, o inteligentes, o capaces, o lo buenos que creíamos ser para acceder a determinadas cosas.  Y cuando logras comprender esto, aprendes que las cosas que pasan en este mundo no siempre son contra ti  y que a nadie le importa tanto en realidad, ni tu color, ni el tono de tu rubio para privarte o darte la llave de la Casa Blanca.

JR

«La Permeabilidad del Derecho»

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No es extraño que en estos tiempos tan populistas se nos obligue a presenciar argumentos tan confusos como la necesidad de blindar los derechos. Se va acostumbrando poco a poco a la gente a escuchar las incongruencias mas grandes, sin mostrar siquiera una mueca de cortocircuito.

Vamos por la vida intentando no desentonar con la tendencia buenista del momento, apoyando la necesidad de privacidad que exigen los concursantes de gran hermano, la tolerancia que se merecen los fundamentalistas y los salarios que le corresponden a aquellos que no están interesados en levantarse a las 6 de la mañana para coger un tren y pasar 8 horas en la oficina.

Mis precarios conocimientos sobre derecho me habían llevado a entender que el derecho no existía como un ente aislado en una sociedad, sino que era un producto generado por una serie de obligaciones, que al cumplirlas debidamente, generaban a su vez tu derecho.
Para mi este sistema funcionaba de la misma manera en que funciona una ecuación matemática, que mientras respete los valores siempre mantendrá inalterable su resultado. Pero que si los valores variaban aunque fuese sólo en una milésima, el resultado inevitablemente cambiaba.

El blindaje que proponen los estrategas populistas supone establecer al derecho como algo inamovible y no como a un resultado permeable a los cambios en las obligaciones de los individuos, es decir, ¿Cómo proponer siquiera el blindaje de un derecho si las obligaciones de los individuos han cambiado? ¿Es posible mantener inalterado aquello que inevitablemente depende de la sustentabilidad que le otorga la obligación?

La juventud tiende a creer que ha llegado a un mundo lleno de derechos, como si éstos hubieran sido el resultado del séptimo día de la Creación. Al terminar Dios con la naturaleza y con el hombre, en vez de descansar, se dedicó a crear todos los derechos de los que hoy ellos disfrutan, sin sospechar siquiera que todos esos derechos sobre los cuales descansan, fueron creados por las obligaciones que se impuso a si mismo el hombre.
Y cuando estos mismos jóvenes miran hoy el telediario descubren sin ningún atisbo de curiosidad profunda, que en Aleppo por ejemplo, no hay derechos, por lo cual presuponen que aún quedan en este planeta, algunos sitios todavía en obras.

Si nos centramos en los derechos del niño por ejemplo, estos nacen como resultado de las obligaciones que se impusieron a los padres y sin este acuerdo previo, el derecho del niño no hubiera nacido nunca.

Tu derecho por lo tanto, es el producto de un esfuerzo previo y el cumplimiento de este esfuerzo es sin lugar a dudas, quien te garantiza el derecho.

Cuando vemos actualmente a niños de 10 años en estado de ebriedad en los parques municipales, todo nos dice que su falta de derecho a estar sobrios con 10 años, se debe a la carencia de responsabilidad de sus tutores en cumplir con su obligación de padres. Y al no cumplirla, el estado es quien debe asumirla para garantizar al niño su derecho, pero no olvidemos que el estado se mantiene con las retenciones salariales de esos trabajadores que se levantan a las 6 de la mañana para coger el tren y pasar 8 horas en la oficina. Por lo cual, la irresponsabilidad de unos la pagamos todos, porque nos implica una retención mayor en el salario y en los impuestos, a todos aquellos que además se toman el trabajo de educar a sus hijos.

Pero desgraciadamente en estos tiempos tan populistas se confabula a las masas bajo un concepto erróneo sobre el derecho que no incluye a ninguna obligación. Este es el daño que se le hace a conciencia a un ser humano, acostumbrándole a vivir siempre desagradecido, exigente y desocupado y creyendo que se lo merece todo sin tener por su parte ninguna obligación.

En el mundo del buenismo europeo, aquel que no desea trabajar vive tranquilamente de subsidios y el pensionista que trabajó toda su vida pagando con sus impuestos la escuela y la sanidad pública del vago actual, vive sin nada.

Pero tranquilo, que nada te turbe, que nada te afecte, que nada te importe y sobre todo, que nada nunca te incomode, ni te haga salir de este mundo de los buenos en los que el populismo va sumergiéndonos a todos, utilizando a la pobreza como a un arma de destrucción masiva dirigida hacia el sistema y hacia todo aquello que pueda llegar a acabar con la pobreza.

Porque si la pobreza se acaba, de qué vive el populismo?  Es por eso que la preserva, la multiplica y la enciende, haciéndonos creer a todos que ellos son los buenos y los que dan empleo, el enemigo.

La tendencia es sin embargo, mantenerse ciego, digo bueno, y blindarse bien.

JR

«Vivir la Ideología»

(Carta anónima encontrada en el metro de Madrid, linea 1)

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Señor Antonio Antisistema:

En su caso,  lo mejor sería recetarle un viaje a Medio Oriente con carácter urgente. No hay allí mucho para ver, porque el Isis y el Daesh se han ocupado alternativamente de destruir lo poco que quedaba, para que el pueblo no pueda subsistir, ni siquiera del turismo. Tampoco hay carreteras, ni hospitales, ni internet, así que le recomiendo que vaya curado de casa, despedido y con un calzado apropiado.

Este es un viaje interesante a la Edad Media pero sin fuegos artificiales, ni desfiles típicos  de esos asquerosos parques temáticos americanos que usted detesta. Allí no hay cabida para el capitalismo y tampoco abunda ningún tipo de progreso.

De esas películas de Hollywood que tanto odia no hay allí ni rastro, ni siquiera encontrará a ninguno de esos humanistas que le repugnan tanto. En esas tierras la única corriente es el Islam, que predica una política antiprogreso igualitaria, enemiga de la Democracia y del sistema capitalista,  en donde nadie tiene nada y menos aún derechos.

Se dice por ahí que no hay tratamiento mas recomendable que irse a vivir  al fin el sueño de uno. Estoy seguro de que la va a pasar bomba y quizás jamás regrese a Occidente, ni a tener que lidiar con la basura de este sistema que le resulta tan repugnante. Después de todo,¿quién necesita Democracia en el paraíso?

Si hay alguno al que usted no le caiga bien, no habrá juicio, ni gastos de abogados, ni ninguna de esas tonterías judiciales que tanto le molestan. Allí se corta por la yugular directamente, con pulso firme y rapidito; así que por las dudas le recomiendo circular callado y haciendo todo aquello que le manden.

Ya verá como no hay nada mas relajante que viajar para poder vivir su ideología y dejar al fin de ser un hipócrita antisitema, viviendo en el mundo capitalista y con derecho a un abogado.

«La verdad libera» decía Cristo, ( pero a ése, por las dudas tampoco le mencione entre los  lugareños…)

¡Buen viaje y mucha suerte! ¡Y a disfrutar a tope de su ideología!

 

Saludos,

El gurú del discurso a la vivencia.

 

 

 

«¿Rebelde o Político?»

«El sustento del poder no es la acción, sino la promesa». JR

Considero que las distintas actitudes que los seres humanos tienen a hacia todas las cosas, son independientes a la profesión que ejercen. Y suelo ver muchas veces, a rebeldes que se dedican a la política y a políticos que se dedican a la revolución. 

A pesar de que la rebeldía se haya ganado muy mala prensa, a causa de todos aquellos que dicen ser rebeldes y que en realidad no lo son, este concepto antiguamente solía representar ideales mucho mas nobles de lo que hoy se presume. Un rebelde tenía mas que ver con la construcción de un nuevo modelo que funcione, que con la destrucción que impone como norma la revolución.

La diferencia entre ser un político y ser un rebelde, es que el rebelde  busca hacer bien su trabajo y  se mantiene en un constante esfuerzo hacia la excelencia. Suele ser un buscador nato en cualquier profesión en la que ocupe su vida. A veces puede caer mal a la gente porque tiende a ser demasiado sincero o realista, y principalmente, porque su intención no está dirigida hacia la complacencia de las masas, sino a buscar mejores opciones en cualquier ámbito en el que se encuentre. Considera que su primer compromiso, no es el de alimentar su propia vanidad a fuerza de popularidad, sino el de cumplir con su función lo mejor posible.

El rebelde es consciente de que a veces las masas le amarán y de que otras veces le odiarán y considera a estos dos resultados, como daños o beneficios alternativos y colaterales inevitables a toda acción. Es cierto que muchas veces su implicación incomoda o disgusta, pero su intención en realidad, aunque a veces no compartida, anhela el bienestar colectivo.

El político en cambio, es aquel ser humano que dedicándose al rubro que sea, sólo busca agradar.  Ser político no significa tener un cargo en el gobierno, sino ser poseedor de una particular forma de ser. La búsqueda constante de conseguir aprobación, acarrea consigo a veces un gran nivel de popularidad y de aceptación entre la población, pero no siempre está impregnada de buenas intenciones.

En su búsqueda de popularidad el ser político se atreve a proponer las cosas mas absurdas, con tal de que su público le aclame, pero sin tener en mente ningún plan coherente para llevarlas a cabo y esto sucede porque en realidad, el ser político no está interesado en la acción constructiva, sino en conseguir poder. Y el sustento del poder no es la acción, sino la promesa.

 La promesa alimenta la afinidad de las masas mucho mas que la realidad, porque mientras la promesa es dulce, la realidad sabe a esfuerzo y a trabajo. 

A diferencia de lo que muchos creíamos, siempre hubo muchos mas políticos en la revoluciones y movimientos populistas y muchos mas rebeldes en la construcción de una sociedad ética y justa. Pero solemos confundirlos a menudo, pensando que el rebelde es aquel que promete y el ser político es el que hace, mientras sucede generalmente lo contrario.

El rebelde es el hombre que realiza su trabajo a conciencia (¿hay mayor rebeldía que esa?) y el político es aquel que ansiando solo el poder, promete y encanta, pero sin la intención de hacer ningún esfuerzo.

JR