«Vivir sin Hondura»

Hemos recuperado la búsqueda de la felicidad que Sócrates promovía  como el fin último de todo conocimiento. Según él, el conocimiento debía ser el vehículo hacia algo mas elevado y no dejarnos anclados sólo en la superficie de las cosas. La felicidad de Sócrates no se detenía en la búsqueda individual del bienestar, sino que convertía al proceso individual en un desencadenante hacia una felicidad colectiva. Los jóvenes mas preparados de la ciudad seguían sus enseñanzas y comenzaron a ir mas allá del bienestar individual. Su mirada se ensanchó desde allí hasta el conjunto, volviéndose peligrosos para una sociedad que funcionaba según un orden establecido y que posteriormente condenaría  a Sócrates a muerte, por ser una mala influencia para la juventud ateniense.

Hoy hemos vuelto a  esa búsqueda de la felicidad, convirtiéndola casi en un mandato: estamos obligados a ser felices. Pero hemos ubicado a la felicidad en la superficie de las cosas y en todo aquello que es caduco. Nuestra cultura actual nos impulsa hacia ese camino con una desmesurada insistencia, proporcionándonos todo tipo de entretenimientos y manuales que nos conducen de forma rápida y estipulada hacia una felicidad obligada e individual, que aspira a ser alcanzada mediante unos sencillos pasos que responden a una metodología.

La mayoría de los  best- sellers actuales aluden a esta idea de la felicidad contemporánea  y tratan los temas del éxito, la fortuna, el dinero y las relaciones fugaces, dejando al descubierto nuestros intereses como humanidad.

Se fomenta el cambio rápido frente a cualquier dificultad, dándole a esta palabra  un nuevo significado. Hoy la palabra «cambio»está asociada a una actitud escapatoria ante cualquier cosa que se vuelva demasiado dificultosa. Todo aquello que se aleje de nuestros superficiales conceptos de felicidad, debe ser velozmente abandonado. Esto ha provocado la aparición de nuevos tipos de relaciones, que al menor inconveniente se derrumban, demostrando el poco interés que existe en el esfuerzo por mantener relaciones sólidas y profundas, asociando a la felicidad con la facilidad.

Nuestro mandato actual de ser felices acarrea la urgencia que posee todo aquel que es  consciente de su propia finitud.  Al acabarse el tiempo urge disfrutarlo y experimentarlo todo, sin perder tiempo en profundizar en nada.

Lejos han quedado ya aquellas creencias religiosas, que nos proponían otra vida después de la muerte y con las cuales el hombre lograba mitigar esa urgencia, contando con la posibilidad de otra vida, que le proporcionaría todo aquello que esta vida no le había dado.  Estas creencias lograban consolar los dolores y las carencias, pero también promovían una actitud de resignación en el individuo hacia su destino, evitando que asumiera la responsabilidad de cambiarlo. Potenciando así las políticas y los sistemas en donde la pobreza es aún utilizada como forma de dominio y justificada por argumentos ideológicos. Cuanto mas religioso es un pueblo, mas resignado convive con su pobreza. Cuando la pobreza fue divinizada por el cristianismo y convertida en un símbolo de virtud, su aceptación y propagación aumentaron inmensamente y mas aún, cuando esta forma de virtud fue también adoptada por el islam para su pueblo.

La sociedad de la Era digital ha renunciado a estas creencias y se rebela contra  todas las ideologías que enaltezcan a la pobreza o a  la injusticia social.  La sociedad digital  exige un paraíso en la tierra y busca un mundo mas justo con oportunidades para todos.

Pero la evolución de esta conciencia se ha quedado anclada en la superficie y  en vez de que este progreso nos haya dotado con más hondura, nos ha convertido en seres mas superficiales. Seres que solo acceden a ver la superficialidad de las cosas y de las situaciones, sin la capacidad de llegar al fondo de las cuestiones  para descubrir las verdaderas causas que  generan nuestra problemática actual.

La felicidad se ha colocado ahora en un lugar  distinto, pero sin embargo, igual de improbable y peligrosa en cuanto sigue dominándonos, ésta vez, esclavos de las apariencias  y de la finitud que nos espera.

Cuando el progreso no sirve para elevarnos y  permitirnos ver con una mayor perspectiva, toda altura resulta inútil.  Sólo desde el punto mas alto surge la posibilidad de ver con una mirada mas amplia. El conocimiento se vuelve así el  vehículo que Sócrates proponía, un trampolín  para saltar desde la felicidad individual, hacia la felicidad colectiva. Un salto que requiere de una profunda inmersión en el dolor del otro. Y  es sumergido en esa empatía, en donde nace el alma o la conciencia.

Cuando la riqueza en todas sus versiones se queda sólo  en la superficialidad de las cosas, se convierte entonces en la más imperdonable de todas las pobrezas. Aquellos que como Sócrates, lograron saltar desde lo alto de ese conocimiento, fueron condenados por atreverse a vivir y a soñar con hondura, en un mundo en donde sólo está permitido vivir  y soñar en la superficie.

 

JR

«Algunas cosas, para mostrarme su inexistencia se hicieron mías» A Porchia.

 

» Santo Enamorado»

Se propaga la noticia, la gente murmura y algunas instituciones tiemblan. No todos celebran que el santo haya percibido  al amor como lo hacen los artistas, esos que se lo encuentran por todos lados; en el otro, en el dolor, en la mujer, en la alegría y en la naturaleza.  Ser un santo enamorado sea quizás  el arte de lo supremo. No me imagino otra forma de ser  un santo, que ser capaz de permanecer enamorado del mundo, aún a pesar del mundo.

¿Es posible seguir soportando ideologías que propongan llegar a Dios saltando a la mujer o al hombre?

La religión y la ciencia quizás se parezcan mucho más de lo que nos han hecho creer durante siglos. Creímos que transitaban caminos diferentes pero sin embargo, los dos comparten la misma manera de aproximarse a aquello que buscan. Esa manera de aproximación es la división de un todo en muchas partes. La ciencia se ha encargado de dividir a la materia y la religión se ha encargado de dividir al alma. Las dos se dedican a dividir, sostenidas  bajo un mismo principio que consiste en que todo aquello que es nombrado puede ser conocido.

Desgraciadamente la religión ha logrado dividir al amor en partes. Ha dividido a una fuerza indivisible que se parece más a un aroma que a un cuerpo de la misma manera en que un científico trocea un corazón.

Sin embargo, todas  aquellas cosas que escapan a toda medición no permiten ser divididas. ¿Puede entonces el amor ser dividido y partido en trozos como si fuera un pedazo de carne?   Podemos dividir  todo aquello que responda a las leyes de la  materia, podemos dividir a la mente y a las ideas que surgen de ella.

¿ Pero puede  acaso el amor ser dividido, calificado por partes y juzgado según un criterio moral que no existe en las leyes que lo rigen?  Las personas llamadas religiosas han sido capaces de dividir al amor; han separado al amor en distintas clases, las han fraccionado, las han nombrado y las han juzgado. Enalteciendo a algunas partes y  condenando a otras, con esa forma tan particular de considerarse a uno mismo como la medida de todo,  incluso de aquellos misterios a los que ni siquiera hemos conocido.

Hay amores permitidos y amores condenados y su distinción radica en las circunstancias en que éstos amores se desarrollen, pero olvidamos  que no todo aquello a lo que llamamos amor es realmente amor. Y esta es la  distinción que esta fuerza propone.

«En el principio existía el verbo y en el verbo existía Dios y el verbo era Dios» (Jesús de Nazareth, Juan 1, 1)

Si lo primero fue el verbo, lo primero fue la acción y ésta, una vez sucediendo, pudo engendrar a la palabra y ser nombrada. Entonces para nombrar al amor, sería necesario haber amado o estar amando. ¿Puede alguien que no ha amado hablar de amor?

Nuestra aproximación a las cosas siempre sucede de forma inversa, nombramos  a las cosas antes de haberlas atravesado con nuestra propia experiencia. No hacemos como el artista que primero siente y luego crea, sino como el científico que primero nombra y luego trocea. ¿Será esa la razón por cual el artista ha estado siempre mas cerca del misterio de lo que ha estado el erudito o el creyente?

 ¿Puede una palabra que no se ha hecho verbo, pronunciarse?  ¿Puede significar algo una palabra que no ha sido primero experiencia?

Muchos religiosos coincidirán en que el amor a Dios incluye también al amor a la humanidad, pero yendo aún mas allá… ¿Incluye también el amor a una mujer? Me imagino que en este punto las respuestas no serán tan rotundas.

 «Santo enamorado» dos palabras que juntas en una  pareja divina, forman  la unión indisoluble entre el cielo y la tierra.

JR

«Todo el tiempo quiero estar enamorado y sin embargo no sé bien quien serás» (Virus)

«El Estigma del Follower»

«Los niños que nadie lleva de la mano, son los niños que saben que son niños» (Antonio Porchia)

¿Serán los hombres a quienes nadie lleva de la mano, los únicos hombres que sepan que son hombres?

Pertenecemos a una humanidad que ha cambiado a las divinidades a lo largo del tiempo, ha modificado sus nombres, sus palabras y sus ritos pero sin embargo, ha sabido mantener vigente a aquello que los crea: los seguidores.

Ser manipulado significa: ser llevado de la mano. Una mano que dirige, que interpreta y que condiciona impidiendo la propia mirada o el planteo de toda duda; protegiéndonos con la maternal excusa de evitar cualquier posibilidad de error que pudiese poner en riesgo un actual bienestar. A cambio de esa mano que promete seguridad, se exigen la vida, la propia valía y una mirada libre. ¿Debemos desconfiar de la estrechez de una mano que nos garantice una pertenencia, pero a cambio se lleve nuestra libertad de ver y de elegir por nosotros mismos?

A lo largo de la historia el hombre ha renunciado muchas veces a ser hombre para convertirse en creyente, en discípulo, en ciudadano, en seguidor, preservando siempre su condición de consumidor inalterada.

Los dioses han mutado a través de tiempo, pero el lugar de la divinidad nunca ha quedado vacío y se ha ido ocupando por dioses distintos. Sus palabras, sus leyes y su publicidad nos han ido guiando por unos caminos que siempre fueron multitudinarios. Masas en donde uno suele sentirse acompañado en la entrega de la propia libertad.  Esta sensación de ir acompañado aporta una entrañable confianza, la garantía de que uno no puede estar tan errado, cuando hay tantos otros a nuestro lado tomando nuestras mismas desiciones.

El consumismo nos ha aportado un nuevo consuelo y ha ocupado el antiguo lugar de la religión; que consoló nuestra soledad y nos aportó la costumbre del  ritual compartido, que  constituyó la terapia adecuada para sentirnos de a ratos parte de algo e ilusoriamente enteros. La propaganda no es una técnica nueva y se ha usado siempre para unir e inspirar  a las masas, estimulándolas a que recuerden poco y a que olviden más. La union partidaria a la que evoca toda propaganda nos moviliza y nos convoca. Entre las tantas campañas publicitarias siempre admiré aquella  del  maravilloso Miguel Angel, publicitando magistralmente al cristianismo sobre la bóveda de  la Capilla Sixtina. Las campañas con sus imágenes, sus  mensajes y sus palabras siempre nos han guiado hacia la ideología vigente, direccionando al hombre hacia un estilo de vida  propicio a su tiempo. Las distintas formas de publicitar las nuevas ideas se han repetido a lo largo del tiempo y siempre de la misma manera.

Nuestra mirada ha ido bajando; primero mirábamos al cielo buscando a Dios, luego un poco mas abajo enfocando hacia la ley de los hombres y ahora nuestra mirada ha bajado mas aún, hasta lograr quedar fija a la altura de las cosas. La mirada del hombre actual se enfoca  hacia un nuevo modelo de vida  guiado por el consumo. Nuestros ojos siguen inspirados sin embargo por un conocido profeta: la publicidad. Nada es nuevo, sólo cambia de aspecto preservando la intención que toda ideología nos propone: Sólo un cambio superficial, para poder seguir siendo los mismos de siempre.

La publicidad, que solía en sus comienzos resaltar la utilidad de un producto y los  beneficios que éste aportaba  para la vida del hombre, ha continuado su avance hasta afirmar que a partir de ahora, será el producto quien nos califique a nosotros, aportándonos él, una valoración acorde a sus propios principios.  El objeto, habiendo ya traspasado los limites de definirse a si mismo, vira ahora hacia una dimensión distinta, adquiriendo la capacidad de definir al hombre que lo consume. El producto es ahora quien dice algo del hombre, dando por entendido que el  hombre es incapaz de expresar algo por si mismo.

La marcas se han consolidado como las nuevas tribus a las que el hombre siente pertenecer al comprar un producto determinado, considerando al producto como al carnet de pertenencia que lo convertirá en parte de algo, que ahora no es.  Pero últimamente, este nuevo profeta comercial ha ido aún mas lejos y ha descubierto la intrínseca necesidad del hombre de soñarse a si mismo único y especial. En el intento de atraparnos, la publicidad logra ahora convencernos de que a pesar del grupo, nosotros podemos ser los elegidos, los protagonistas, los especiales, los preferidos por el objeto; concepto que contradice totalmente su inicial motivación,  planeada desde un principio para convocar a las masas.

Estos son los nuevos analgésicos personales que mediante frases copiadas y pegadas  intentan llegar a lo individual del ser humano y hacerlo sentir importante y por supuesto superior al resto. Lo hacen sin ningún remordimiento y sin ninguna intención de explicarnos estas insólitas asociaciones, que lanzan entre imágenes confusas y frívolas, durante  escasos segundos de aire. Utilizan frases ajenas y sacadas totalmente de  su contexto original,  malinterpretando los mensajes y virando las palabras hacia su objetivo, una práctica siempre arraigada a la política  y a la religión. Me resulta difícil comprender cómo un producto es capaz de hacerme único o diferente al resto de la masa que también lo consume. Sin embargo, la impunidad con la que este nuevo profeta lanza estas incongruencias, sigue siendo la misma que poseían los dioses de antaño y todo cuestionamiento a un ser todopoderoso e inapelable continúa siendo igual de inútil y de peligroso.

El producto ha dejado de ser lo importante desde que el foco se ha puesto en el hábito de consumir por consumir. El producto y su utilidad dan un paso atrás, delegando su   importancia a que sea el ser humano, quien  pueda alcanzar un poco de valía, a través de él.  Esa supuesta validez se encuentra fuera del ser humano pero está siempre disponible para su consumo. Se prescinde así de la utilidad del producto y también de la necesidad física que  provocaba su consumo, desligando a la necesidad física de la acción de consumir. Nuestra conducta consumista ya no está motivada por la necesidad física, sino por la necesidad espiritual del hombre.  Y es por eso que el consumo se ha convertido desgraciadamente en una actividad compulsiva.

La enfermedad se ha manifestado cuando el consumo dejó inesperadamente de ser un medio para convertirse en un fin en si mismo. Consumo para sentirme valioso, para conseguir aquellos valores que sólo una marca puede darme, para ser parte de un grupo al que sin ese producto no soy capaz de pertenecer.  Consumo entonces, para intentar tapar un agujero negro que no estoy convencido de que tenga un fin. Consumo sin la intención de saciar una necesidad, sino para saciar un vacío que presiento que no se llena con cosas que están fuera del hombre.  Pero aún conscientes de ello, preferimos seguir creyendo mas allá de toda evidencia, afiliados a una ceguera a la que siempre hemos llamado fe. Sin atrevernos a dirigir esa fe, hacia la búsqueda de la validez dentro del ser humano.

Ser un consumidor perpetuo, un hombre llevado de la mano de otros, es nuestra enfermedad. Una dolencia que nos agrupa y nos reconoce como especie desde hace siglos. Un estigma grabado a fuego que nos impulsa y nos condena a repetirnos a nosotros mismos inexorablemente, haciendo siempre las mismas cosas, pero de una manera distinta. Un estigma que a pesar del tiempo perdura en la piel, como si fuera un tatuaje que lleva escrito una sola palabra traducida en infinidad de idiomas: «FOLLOWER».

 

JRueda

«Una luz que alumbra muchos caminos, no alumbra un camino»  (Antonio Porchia)

«El despertar de la Inteligencia»

«La creatividad es la capacidad de conectar cosas» Steve Jobs.

Desde que nacemos nuestro aprendizaje consiste en dividir y en separar las cosas para poder conocerlas.

La mente humana ha sido concebida para conocer a través de la división de los elementos. En esta división se utilizan los opuestos.

Sólo somos capaces de conocer los conceptos en comparación con su contrario o su distinto.

Conocemos al mal en comparación con el bien, a lo alto en comparación con lo bajo, a lo blanco en comparación con lo negro, a lo femenino en comparación con lo masculino.

La comparación es nuestra primera y más primitiva forma de aproximación a todas las cosas y este principio será el que regirá a nuestra mente durante toda la vida.

Diseccionamos los elementos como científicos y desde niños se nos enseña sobre las ventajas que aporta toda comparación. Sólo así lograremos retener y asimilar los conceptos.

Pero hay un momento en nuestra vida, en donde ya no nos alcanza con seguir conociendo a partir de divisiones porque ha llegado el momento de empezar a unir.

Cuando el conocimiento ya ha logrado ocupar parte de la mente, surge de pronto la necesidad del despertar de la inteligencia.

Pero la inteligencia es un fenómeno totalmente diferente al del conocimiento, que escapa a la división de la mente y que no surge de los mismos procesos.

El conocimiento sólo se produce a través de procesos que se desarrollan en el tiempo y poseen una medición determinada.  Procesos de estudio, de memorización, de repetición y de aplicación práctica de los conceptos aprendidos. Pero estos procesos, no están presentes en el despertar de la inteligencia, que no se produce en base a ningún desarrollo en el tiempo, sino que es una forma de aproximación a las cosas  de forma instantánea.

La inteligencia es la capacidad de acceder a las cosas, mediante un sistema de conexión. A través de ella, somos capaces de interactuar con el conocimiento de una forma nueva. Ya no intentamos «conocer dividiendo», sino que comenzamos a «unir comprendiendo».

«Com» procede de conocer y «prender» significa «hacerlo parte de mi». «Comprender» es entonces, ese intento de conocer haciendo a las partes, parte de mi. 

La Inteligencia cambia la intención de dividir que tenia el conocimiento y adopta la intención de unir, de conectar lo diferente a través de la empatía, que iniciando un proceso global incluye a todas las partes en un todo común.

Comprender es entonces  un proceso empático porque significa conocer «con» el otro. El otro es el opuesto o el distinto, por lo cual la comprensión es ese proceso empático que une a lo diferente, convirtiendo al 2 en 1, a lo particular en global y a las partes en unidad.

La comprensión es la unión de los opuestos a través de la empatía. Y esta cualidad empática resulta fundamental, ya que ninguna aproximación inteligente, capaz de producir un cambio evolutivo, se generará jamás sin esta cualidad presente en su intención.

Al comprender me aproximo a los opuestos a través de la empatía. Y lo hago de una manera distinta, no a través de una mente que divide y conoce, sino a través de una inteligencia que conecta y crea.

La inteligencia posee además una diferencia en la cualidad del tiempo, ya que ésta suele manifestarse de una manera instantánea, muy distinta a los tiempos que necesitan los procesos de la mente, que requieren de una cronología espacial.

Muchos científicos han definido a la inteligencia como a esa capacidad de unir las cosas y este es el punto clave en donde comienza nuestro desafío.

La educación hasta ahora ha enfocado toda su atención en el conocimiento, pero ha descuidado en este camino a la segunda etapa de nuestro aprendizaje que es el despertar de la inteligencia.

El conocimiento no puede ser jamás considerado como un fin en si mismo, sino como el medio para llegar a otras capacidades mas elevadas del ser humano.

La finalidad del conocimiento es siempre el descubrimiento de aquello que lleve a la evolución y no debería limitarse a la creación de eruditos, sino que debería sacudirlos hasta convertirlos en creadores.

Todo conocimiento que no sirva para generar algo nuevo, funcionará como un bloqueo, haciendo que la inmovilidad de las ideas se convierta en una barrera para frenar las nuevas búsquedas, en vez de servir como un puente hacia lo nuevo.

Conocimiento e inteligencia son dos capacidades distintas entre sí, que deben unirse para construir un todo. Conocimiento es la capacidad de dividir e inteligencia es la capacidad de unir lo dividido. Esta comunión es fundamental para la evolución del ser humano y para la  generación de todo progreso que consiste en la capacidad de crear.

Pero esta evolución incluye a un ser humano, que habiendo transitado los procesos del conocimiento, sea capaz de saltar hacia la inteligencia. Sólo la instantaneidad de un salto cuántico hará que esta unión sea posible.  Ya que la instantaneidad es la cualidad innata que posee la inteligencia y el ingrediente que necesita todo conocimiento para transformarse en algo nuevo.

Si lo tradujésemos en términos físicos/ poéticos  podríamos decir que el conocimiento es la materia y la inteligencia es la fuerza de la valentía, capaz de transformar aquello solidificado en algo nuevo y mas poderoso.

Este es el salto cuántico que exige toda creación.

Esta unión no se generará con procesos, sino con saltos. Dejar florecer a un ser humano que sea capaz de unir ambas cosas, no es tarea fácil porque implica dejar una ventana abierta, para la incómoda libertad del genio o la posibilidad de auspiciar a un erudito valiente, que conectando todos los puntos logre convertirse en el creador de algo nuevo.

Poseer un gran conocimiento no presupone poseer una gran inteligencia, siendo la inteligencia, solo una posibilidad para el erudito.

Es por eso, que estos dos conceptos no deberían confundirse porque en esta confusión es en donde la inteligencia se pierde.

Cuando la inteligencia es ignorada, el potencial inteligente encuentra como único recurso volverse un erudito para sentirse valorado. Se convierte entonces,  en un experto, pero anula toda su capacidad creativa.

Sólo desde la unión de ambas potencialidades, conocimiento e inteligencia, es cómo hemos logrado que la evolución se abriera paso. Necesitamos a seres humanos globales para un mundo global. Gente que sepa conectar cosas y construir puentes para unir lo diferente, en pos de algo mas grande.

Si las leyes de la gravedad de Newton no impidieron a los astronautas llegar a la Luna, ni a Jobs morder la manzana creando un nuevo Edén, es porque la inteligencia siempre supo abrirse paso, a pesar de todas las barreras que supone vivir bajo una mentalidad basada en la división de todas las cosas y en la fragmentación de todas las disciplinas.

JR

«Si todas las puertas están cerradas, habrá que escapar por la ventana»

( La inteligencia, a punto de saltar)

«Mensaje a la mujer que serás»

No te he dejado ningún legado ni he sido una mujer exitosa como pueden medir los números, pero he conseguido superar algunas cosas y conocer algunas de mis dolencias, que también son las dolencias del mundo.

A algunas las he curado a base de canciones y a otras las he transformando a fuerza de trabajo y de letras cotidianas.

Te he cantado lo mejor que he podido aquellas canciones que han significado algo en mi vida y te escribo este mensaje, con algunas de las palabras que han cambiado mi perspectiva sobre el mundo que me rodea.

De mi padre he aprendido la capacidad de estar atenta a los sentires de la música y de mi madre he aprendido a ver todo aquello que se esconde detrás de las cosas.

He aprendido con el tiempo a colocar las cosas en lugar distinto, intentando que todo sea, un poco más poético, un poco más accesible y un poco más cercano.

Unir todo aquello que recibas dividido, será tu tarea. Conectar todo aquello que parece diferente y alejado, comprender lo incomprensible, llegar a la cima de lo imposible.

No espero menos de ti y de todos los de tu generación.

La fe es algo que siempre me ha sobrado, a pesar de no haber sido una persona religión y de haber criticado incansablemente las malinterpretaciones que siempre me enfurecieron. Y aunque desconfíe de las imágenes, de los ritos y de los dogmas, confío en la humanidad que nos sucede, porque creo que esa es la única dirección en la que se manifiesta la única y verdadera fe.

No dejes que las divisiones te confundan. Hemos aprendido juntas aquel día, que los egipcios sólo inventaron las mitades para compartir y poder comerciar equitativamente. Las mitades sólo sirven para conocer las cosas, pero luego de efectuar este proceso, deberás volver a unirlo todo. Porque solamente con enteros, es como se construye la vida y se logra cualquier progreso.

Deberás empezar por tu propia unión. Y volverte un ser íntegro, en donde tus divisiones se vuelvan casi imperceptible. No deberías poder detectar en qué lugar termina la mujer y en cuál comienza el hombre que hay dentro de ti.

Hombre y mujer no son opuestos, sino las dos mitades que nos conforman a todos. Y debes mostrarte siempre respetuosa hacia esa dualidad que nos conforma. Cada parte trae consigo algo valioso y dependerás de las dos para tener una vida provechosa.

No reniegues de ninguna de las fuerzas complementarias que te componen, porque para vivir necesitarás a ambas. Habrá momentos que requerirán que seas dura y fuerte como un hombre, y otros, que seas suave y flexible como una mujer. La vida exige esos cambios y la adaptación a las distintas circunstancias, siempre lo requiere.

Ama a los hombres, jamás los combatas, has tenido la fortuna de conocer a hombres buenos y eso ayudará en este proceso. Las mujeres han luchado ya demasiado contra ellos pero los hombres ya nos han dado los lugares que queríamos ocupar. Sé agradecida y consciente de ello. Ocupa tu sitio con orgullo y con la responsabilidad que conlleva  disfrutar de algo, que otros han luchado por y para ti.  

No pidas nunca nada más, que aquello que te corresponda y si ocupas el lugar de un hombre, sé fuerte como ellos. Si no eres capaz de serlo, regresa entonces al lugar que tenías antes.

Se concecuente y muéstrate feliz de haberlo experimentado todo y de haber aprendido.

Te has criado alrededor de hombres, capaces de ser igual de maternales que una mujer y has aprendido de ellos, que todo enfrentamiento y toda división es inútil e inadecuada.

Pronto te llegará el momento de elegir el lugar que crees poder ocupar en este mundo, pero deberás luchar por él y crearte una voluntad que sea capaz de alcanzarlo. Desear nunca es suficiente. Sólo el trabajo duro convierte en realidad a cualquier deseo. Y sólo el trabajo duro te permitirá permanecer en él.

Recuerda que no mereces nada. Ni las bendiciones que te han sido dadas, ni las desgracias que te sucederán. Todo eso corresponde a la vida, tú no eres responsable de nada de lo que suceda que no sea producto de tu voluntad.

La vida se rige por una ley distinta, no conoce de premios, ni de castigos. Ella se rige por las mismas leyes aleatorias que rigen al Universo.

No te vuelvas vanidosa, ni engrandezcas aquello que no es mérito tuyo. No uses jamás a tu belleza como a un anzuelo. Sé consciente de que si tu belleza ha coincidido con los parámetros de belleza de tu tiempo, seguramente en otra época, hubieras sido fea.

Siéntete idéntica a todos aquellos que te rodeen en todo momento. Y nunca exhibas nada que no te pertenezca como un trofeo, porque esas no son tus victorias.

Muévete con tu belleza y con cualquier otro talento, como si vivieras en un mundo de ciegos.  Ignora a todos tus talentos por completo, porque esos no son tus propios triunfos, sino el reflejo de la creatividad y de la generosidad de la vida. No hay nada mas apreciado, que la belleza ignorada y nada mas igualador para poder percibir aquella que es la verdadera.

La equidad en toda diferencia es quien rige al Universo, nunca la pierdas. Considérate siempre igual a todos, porque lo eres.

Jamás sientas que has merecido una desgracia o que has sido castigada. No dejes que ninguna religión contamine tu sabiduría y te contagie con culpas que no te pertenecen. La vida no se rige por la justicia de los hombres, sino por las leyes de superación y evolución del Universo. Recuerda que no mereces nada de lo que suceda que no sea fruto de tu esfuerzo o de tu voluntad.

Sólo merecerás aquello que hayas logrado con el sudor de tu frente, con tu trabajo. Y eso no dejes que nadie te lo quite, ni que se lo endosen a otra persona o a la suerte, ni siquiera a Dios. Eso es sólo tuyo, porque sólo te mereces aquello que te hayas ganado por ti misma.

Donde sea que trabajes, dentro o fuera de casa, eso no tiene ninguna importancia. Lo único que separa al afuera y al adentro, es una puerta. Pero te he enseñado que las puertas no significan gran cosa, si se mantienen siempre sin candados.

Todos los lugares deben ser ocupados, pero en esa ocupación no deben quedar lugares descuidados, porque de ser así, se perderá todo el equilibrio.

Si trabajas fuera, házlo con tu corazón y si trabajas dentro, házlo con profundidad. Cualquier trabajo que tengas, házlo con ganas, sé meticulosa, exigente, autocrítica y feliz. Evita siempre la perfección porque es peligrosa para la felicidad y siempre la estropea de una forma irremediable.

Transforma cualquier trabajo en una obra, deja tu imprenta, grábale tu sello, porque cualquier trabajo es importante, si dejas en él algo de ti. Deja tu huella, por muy pequeña e invisible que creas que es, siempre hay alguien disponible para verla y a quien pueda guiarle.

Sé exigente con tu trabajo, pero a la hora de decidir sé rápida y práctica. Deberías poder decidir antes de que tu mente intervenga con sus problemas y frivolidades. Solo así sabrás que has decidido con tu corazón.

Y si no te sientes lo suficientemente valiente o consideras que no es el momento de elegir, no lo fuerces, porque cualquiera de los dos argumentos es válido para no hacerlo.

No pierdas tiempo en elecciones ligeras, una mesa o una silla, no deberían demandar mas tiempo del que exigen una mesa y una silla.  La vida posee una escala de valores diferente y las cosas materiales siempre están en el ultimo escalón.

No le quites tiempo a lo que verdaderamente importa. Que nada te distraiga más de lo necesario.

Olvida todos los detalles poco importantes de tu vida. Selecciona, prioriza, evalúa y borra. Dedicate a crear espacios libres para que lo nuevo pueda entrar en ti.

Y recuerda: no tienes que ser perfecta, tienes que ser sabia. Y esa cualidad no requiere de una gran memoria, sino de una memoria selectiva, capaz de identificar a la sabiduría que se encuentra detrás de toda información. Encuéntrala.

No pierdas detalle de nada. Obsérvalo todo, porque por muy insignificantes que parezcan las cosas cotidianas, todo está siempre lleno de mensajes.

Escucha al miedo, no lo evites. No es tu enemigo. Funciona como una alarma y aparece en los momentos en que podrías estar en peligro. Si lo que peligra es tu cuerpo, préstale toda la atención posible y cuídalo porque es tu instrumento en esta vida. Pero si lo que peligra es tu ego, desházte lo mas rápido que puedas de ambos. Aprovecha el golpe y tumba al miedo y al ego con tu mejor derecha.

Los maestros están por todas partes y se presentan de las formas mas extrañas. Yo los he encontrado en las escuelas, en los parques, en los patios, en los jardines, en los aviones. Hay incluso algunos que son tan peculiares, que hasta exigen que les cambies los pañales. Manténte siempre atenta a estos pequeños maestros, porque traen cosas intactas que muy pronto perderán.

Si eliges ser una artista, sé agradecida, porque para que surja un artista hace falta una estructura que lo mantenga. El arte no da de comer, pero engrandece al mundo. Sé consciente de que hay otros que trabajan, para hacer posible tu trabajo. Y siéntete en deuda con ellos. No hace falta que te cortes una oreja, con que realices un trabajo implicado y valiente, será suficiente.

Escribe por ellos, pinta por ellos, canta por ellos, actúa por ellos, dibuja por ellos, baila por ellos o llena de ritmos el aire, pero házlo con toda el alma.  De eso se trata ser agradecido y de eso se trata también, ser un artista.

Confío en ti y sé que sabrás enfrentarte a mí cuando sea necesario. Sabrás buscar tus propios espacios, sin mirar atrás. Es tu deber soltar todo aquello que hoy te parece imposible. Dejarás tu casa, mirarás al frente y lucharás por tus sueños.

Y aunque veas a en mí a una madre preocupada o temerosa, no olvides que cuando te escribí esta carta yo también era rebelde, invisible y silenciosa; pero enamorada de mi propio mundo.

Elige tu vida. Aprende a ser libre y asume toda la responsabilidad que ésto implica. Cuando seas libre elige y pierde. Porque de eso se trata ser libre, de elegir siempre perdiendo otra cosa. Elige y no vuelvas nunca la mirada atrás.

Arriésgate, no hay nada para perder que no se pueda recuperar. Lo único que no vuelve, es el tiempo que no se ha vivido con un poco de valentía.

No te tomes la vida tan en serio, porque cuando descubras aquello que realmente era importante, te reirás a carcajadas.

Vé siempre hasta el fondo de todas las cosas y no temas, porque del otro lado siempre hay algo mejor que te espera, si te atreves a ser valiente.

Baja hondo, ten la cualidad de un minero en todo. Hasta en la superficialidad es necesario ir profundo, porque sólo así se llega al origen de todas las cosas. Y cuando llegues al fondo, obsérvalo bien, luego suéltalo y déjalo ir.

Cuando llegue el momento de volar alto, mantén siempre el silencio que exige todo aquello que has aprendido. Y ten cuidado con las palabras, intenta herir lo menos posible,aunque hieras.

Manténte centrada, busca el equilibrio. Lo encontrarás luego de recorrer el camino del péndulo. Los extremos vividos con conciencia, siempre llevan al centro.

Permanece valiente, silenciosa, bella, creativa y transforma todo aquello que tengas a tu alcance. Transforma los espacios, los jardines, las personas, deja tu huella.  Esparce tu perfume en todas las pequeñas cosas que se crucen por tu vida.

No espero menos de ti, que casi todo. Y nada más que eso.

Mantén siempre la sencillez que recubre toda grandeza.

JR

«La Mirada Científica»

«Muero lleno de asombro»

(Albert Einstein, en su lecho de muerte)

Conocer a algunos científicos me ha dado la oportunidad de descubrir, que lejos de ser personas estructuradas, son algunas de las personas mas flexibles que existen. Estas personas poseen una cualidad que los convierte en niños.

La cualidad científica que compone a este tipo de miradas, las vuelve abiertas a lo nuevo y cualquier atisbo de algo diferente a sus propios descubrimientos, es siempre valorado con respeto y requiere de toda su atención.

Lejos de rechazar cualquier evidencia que pueda contradecir a sus actuales hallazgos, la mirada científica se encuentra siempre abierta a cualquier opinión distinta sobre los mismos temas.

Esta mirada está siempre enfocada hacia la búsqueda y hacia el descubrimiento. Y la gran mayoría de estas personas, dedican toda su vida a buscar una respuesta, sin llegar a ser testigos muchas veces, del éxito de las investigaciones a las que han dedicado todo su esfuerzo.

Estas miradas hechas de muy pocas certezas, generan una falta de estructura y es esa falta de rigidez, la que las predispone a estar siempre abiertas a aprender de sus errores. Cualquier resistencia a reconocer un fallo, sólo provocaría la persistencia en la duda o la permanencia en el error, posturas que una mirada con cualidades científicas no puede jamás permitirse.

Se pone así en evidencia, a una forma de mirar que lejos de estar apegada al triunfo individual, prioriza la investigación que abarcaba al colectivo por sobre cualquier otra ambición personal.

Pocas son en este mundo, las personas dispuestas a encontrar sus propios fallos como lo hacen los científicos o los niños. Y mas extrañas aún, son aquellas personas que aceptan sus errores con la misma devoción con la que retoman y redirigen su búsqueda. Sin dejar que sus desaciertos alteren jamás su fe, ni detengan su trabajo.

Los hombres de ciencia y los niños, miran al mundo como a un lugar lleno de misterios hacia el que se muestran profundamente respetuosos.

Se percibe además en ellos un proceso transformador que les vuelve cada vez mas inocentes a medida que progresan en sus conocimientos. Y aunque manejen conceptos complicados, que la mayoría de nosotros seríamos incapaces de entender, su actitud hacia la vida se torna misteriosamente cada vez mas asombrada y perpleja.

Con el tiempo se parecen cada vez mas a los niños porque a medida que su inteligencia aumenta, su asombro también crece en la misma proporción.

_»Cuanto más aprendo, más descubro que es un milagro que estemos vivos» me dijo un científico hace poco.  Y esta frase conmueve de una manera extraña, porque mientras la voz de un científico te habla, el corazón solo escucha palabras de fe.

Curiosa es la historia de la humanidad que enfrentó siempre a los científicos con la religión, porque si realmente las religiones hubiesen escuchado a la voz de la ciencia, no hubieran oído jamás argumentos tan sagrados como éstos.

Pocas son en este mundo las miradas que priorizan el avance de la humanidad por encima de los pequeños triunfos personales. Y menos frecuentes aún, son las miradas que contemplan al mundo con el respeto de un niño, que reverencia sin tapujos al misterio y a la belleza que le rodea.

Cuando algunas de estas miradas científicas se crucen con la tuya, inevitablemente cambiarán algo en tu mundo, porque hay maneras de mirar que contagian y te regalan  una nueva perspectiva.

La mirada científica nace de la observación entregada y generosa, que pone al «todo» por delante del «uno».

Mirada de niño sin duda,  aquella que no está enfocada en la pequeñez del éxito individual, sino en la grandeza de la evolución del hombre en todos los niveles. Cuyo trabajo valiente se dispone a destruir toda certeza, si en esta destrucción se intuye la búsqueda de un horizonte mas amplio.

¿ Habrá generosidad mas grande que aquella mirada, capaz de levantar sus ojos desde lo individual a lo eterno, convirtiendo a la sabiduría en el verdadero proceso hacia la inocencia?

JR

«Dejad que los niños vengan a mi»

(Jesús el Nazareno)