
Una de las cosas buenas que tiene el estar rodeado de economistas, es que con ellos aprendes que nada es gratis en esta vida.
Todo tiene un costo y la pregunta antes de ser generoso ofreciéndole algo a alguien, es si realmente estás dispuesto a asumir ese costo y si tienes además, la capacidad de asumirlo por ti mismo.
Uno de los motivos por los cuales la gente está harta de las políticas buenistas de la izquierda es que se prodigan en favores y en beneficios a favor de distintos colectivos; favores que por supuesto, correrán por cuenta del ciudadano que paga impuestos, ya que el estado no produce más que gasto.
Es muy sencillo regalar subsidios, educación, salud gratis, renta universal por respirar, y lo que haga falta, siempre que lo pague otro.
Ser generoso con lo ajeno es muy fácil. Pero ¿cómo haces para quitarle al otro algo que es suyo y que no te daría voluntariamente?
La única forma es la violencia que ejerce toda carga impositiva, en donde se le quita al trabajador un monto de su nómina para los gastos y los regalos del estado.
Y mientras ellos quedan bien, tú pagas. Ellos son el «solidario estado paternalista del bienestar» y tú el cerdo capitalista al que odia todo el mundo. Pero eres el que les mantiene y le hace posible al estado ser generoso con tu dinero antes de su campaña electoral.
Es muy fácil para los burócratas del gobierno organizar campañas, eventos y recepciones, volar en aviones privados y prometer subsidios a todo el mundo, porque nada es más barato ni se derrocha mejor, que el dinero ajeno.
El otro día un amigo ofreció mis servicios de traslado gratis a un colega suyo, dando por sentado que su ofrecimiento no supondría para mí ningún coste. Yo debía ir a recogerle a su casa y llevarle a un sitio gratis, y todo para que mi amigo quedase bien.
Es fácil hacer el bien con lo ajeno, el tema es que cuando es él quien tiene que recoger a su amigo, siempre le surge algún imprevisto o tiene alguna excusa.
En este tipo de generosidades es experta la izquierda. Abre fronteras, recibe refugiados, declara guerras inútiles, convoca convenciones burocráticas en Nueva York y realiza todo tipo de despliegues solidarios y muestras de bondad a costa del dinero del ciudadano que trabaja y paga las invitaciones, las fiestas y ahora también, paga las guerras.
¡Pero cuidado! Tú no puedes enfadarte y dejar de votarles, porque ellos son los «buenos».
Todos sabemos además, que la culpa de todo esto es tuya, tú eres el cerdo capitalista que vota a la extrema derecha, que monta su empresa, invierte sus ahorros, corre con todos los riesgos y con todos los gastos, genera empleo, paga impuestos, recibe a los refugiados en casa, se triplevacuna y usa mascarilla, aguanta la inflación calladito, paga los juicios y las bajas laborales por una uña encarnada o por el malestar menstrual crónico del empleado, o por usar un pronombre inadecuado y causarle a un intrasexual traumas psicológicos de por vida.
Tú eres el culpable de que llueva, de que en verano haga calor y en invierno mucho frío, de que los pobres sean pobres, de que los ricos sean ricos, los blancos sean blancos y los negros sean negros.
¡Maldito cerdo capitalista, sigue trabajando, pagando las fiestas y votando al socialismo, que es lo único que te mereces!
JR