El individualismo es ese movimiento que repliega al individuo sobre sí mismo. El hombre deja de mirar hacia afuera y hacia los intereses de la comunidad y comienza a mirar de pronto hacia adentro; a sus propios intereses y a su bienestar particular.
A esto llaman también hoy los filósofos la atomización del individuo, que replegado sobre sí mismo construye su mundo personal y comienza a sentirse separado y distinto al entorno y logra autogestionar dentro de ese microcosmos sus propios valores y sus propias opiniones.
Hoy todos se sienten particulares y distintos y exigen ser respetados en esa singularidad y es por eso, que esta época se caracteriza por la multiplicidad de opciones y de alternativas disponibles y posibles.
Hay gente de todos los colores y de todas las mentalidades que aprende a convivir en un mismo espacio con los mismos derechos y las mismas garantías; lo que hace de la tolerancia al mayor de los desafíos en esta época.
“Vivir y dejar vivir” es el lema imperativo de los tiempos posmodernos.
Superadas ya las antiguas y estrictas reglas morales, (que hoy se aprecian más como tradiciones antiguas que como sistemas vigentes), el ser humano posmoderno ha creado sus propios valores; una conducta ética acorde a los nuevos tiempos, tolerante con los demás y permisiva consigo mismo, pero siempre hasta ciertos límites autoimpuestos.
La moralidad posmoderna consiste en un modelo autofabricado según la conciencia y los valores de cada uno. Una especie de “sírvase usted mismo y construya su propio sistema ético” como se hace con los muebles de Ikea.
Lejos de haber producido una hecatombe, la disolución de los sistemas rígidos morales ha creado una nueva ética y no un libertinaje y un reino del caos general, como pronosticaron los apocalípticos.
La época individualista ha dado lugar a una conciencia, que emerge cuando el individuo es capaz de identificarse con el sufrimiento ajeno; (algo impensable hace algunos siglos).
Esto ha servido como factor de sensibilización hacia aquellos colectivos considerados como peor tratados o menos afortunados hasta ahora (pobres, discapcitados, mujeres, niños, homosexuales y razas estigmatizadas etc).
Existe hoy una conciencia ética general muy distinta a la del pasado; que no está regida por normas morales impuestas desde afuera, sino por normas que surgen desde adentro.
Es el propio individuo el que aprende a respetar y a solidarizarse con los demás y con sus diferencias y lo hace desde esa identificación, que es la que le sirve para acercarse al otro. ¿Y si me pongo en su lugar, qué sentiría yo?
La posmodernidad no es sinónimo de una inmoralidad ni de una permisividad generalizada, sino que por el contrario, ha dado lugar a un ser preocupado (como nunca antes en la historia de la humanidad) por los derechos humanos, por los valores de tolerancia y con un sentimento de repulsa general hacia toda violencia gratuita.
Por eso resulta extraño que la izquierda a lo único que dedique sus campañas políticas sea a hacer hincapié en propagandas y consignas que ya son viejas, porque sin duda son consignas que ya están logradas y siguen desarrollándose de forma responsable y sin descanso en el mundo occidental. ¿Será que se han quedado sin otros recursos viables de publicidad? (Jamás se observan en sus campañas proyectos económicos, planes de desarrollo, gestión de inversiones ni estaregias de progreso económico viables)
Existe simultáneamente en estos tiempos posmodernos una exigencia cada vez más clara de protección y de seguridad, ya que la violencia y la sensación de inseguridad han aumentado muchísimo en estos tiempos.
No olvidemos que el hombre posmoderno europeo es un hombre pacifico y desarmado y que delega su seguridad a la protección del Estado.
El hombre posmoderno no está acostumbrado ni autorizado a la lucha física, ni a defenderse cuerpo a cuerpo como lo estaba el individuo del siglo XVIII y por lo tanto, su sensación de indefensión es mucho mayor a la del hombre de aquel entonces, que estaba preparado y autorizado a hacerse justicia por sí mismo.
A algunos les puede sonar contradictorio que el hombre posmoderno exija seguridad y presencia policial, pero esta época posmoderna está regida por las contradicciones más increíbles.
Sin ir más lejos, aquellos que se autodenominan pacíficos son hoy los violentos y los estigmatizados como violentos son los pacíficos.
JR