“Storytelling y Emoción”

De todos los talentos, uno generalmente admira más aquellos que no posee y en mi caso, ese es la memoria.

Admiro profundamente a aquellos que son capaces de repetir historias, contar chistes o recordar anécdotas antiguas.

Yo sin embargo, voy olvidando sistemáticamente todo lo que aprendo y lo único que recuerdo de las cosas, son las sensaciones que me dejan.

Académicamente esto es un desastre, pero psicológicamente es una bendición, ya que uno transita por la vida siempre liviano, limpio y reciclado; porque hay algunas ignorancias que protegen y que además permiten nuevas absorciones; algo escencial para la creatividad.

El arte de saber contar historias fue siempre fundamental; así se creó toda nuestra cultura y se propagaron todos nuestros saberes y nuestras religiones.

Las mejores historias siempre triunfaron y hasta las más increíblemente inverosímiles, siguen estando hoy aún vigentes.

Muchos priorizan a la sinceridad y creen que la única historia con valor es aquella que es real. Pero el problema con lo real, es que suele ser siempre muy subjetivo.

Por eso, aún en épocas en donde el «Big Bang» está comprobado, muchos siguen prefiriendo el cuento de los 7 días de la creación.

Y es que cada uno elige en qué creer, aunque le demuestren lo contrario. Porque creer es un acto voluntario.

Cada uno tiene sus autores preferidos, sus versiones particulares de las historias y de las cosas y elige cada noche los cuentos que prefiere para dormir.

Como soy plenamente consciente de que aunque me cuentes una historia, no seré capaz de repetirla una semana después, lo que más valoro; no es en realidad la veracidad de tu historia; sino lo que me hace sentir esa historia.

Y es esa sensación, lo que perdura en mí cuando tu historia me abandona.

Tuve un amigo con una mente prodigiosa, capaz de contar las historias más maravillosas y de transformar toda realidad en algo distinto. «El alquimista» lo llamé, porque sólo los magos tienen el don de hacer de lo cotidiano una fiesta.

_»No le creas las cosas que te cuenta » me decían muchos_ pero sus historias eran tan maravillosas y despertaban en mí sensaciones tan agradables, que la veracidad era lo que menos me importaba.

Creer era un placer y una elección plenamente consciente y voluntaria. Yo elegía creer para transportarme a un mundo distinto.

Porque uno quiere creer aquello que le hace sentir bien, aunque te mientan.

Quien sabe contar historias posee un gran poder y es consciente de que su relato es siempre un anzuelo; pero quien logra despertar con su historia una emoción que perdure y logra llevarte con lo puesto a un lugar distinto; ese es definitivamente un maestro.

Amamos las historias desde la época de las cavernas. No tanto por el ansia de saber, sino por la necesidad de sentir.

JR

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