
¿Nombrar o no nombrar? Me preguntó un amigo con respecto a la filosofía de Wittgenstein hace unos días. Y la verdad es que me dejó pensando.
Hace unos años te hubiera dicho «nombrar» sin dudarlo un segundo; porque el nombrar nos ha hecho hombres, inteligentes y juiciosos, los reyes de este planeta por sobre todas las bestias y por sobre todos los elementos.
Pero hoy sin embargo, el no nombrar me seduce mucho más, esa capacidad de poder andar sin pensamiento como nos cantaba el tango, el don de dejar aflorar el instinto que evoca una relajación natural; ese descanso de la actividad de pensar tanto y de pensar siempre.
Recuerdo en las clases de meditación aquel momento insoportable, en el que se nos inducía a dejar pasar los pensamientos sin nombrarlos y sin traerlos a la conciencia.
¡Qué difícil y contradictorio me resultaba pensar en dejar de pensar!
Tuve que dejar esas clases porque el estrés de meditar me hacía el efecto contrario.
Aquel “no nombrar» me llegaba, pero sin llamarlo. Ahí cuando la felicidad me pillaba distraído, con amigos o en pijama. Esos momentos en que no hacía falta nombrar nada.
¿Ser o no ser? Nos preguntaba Hamlet, y yo creo que un poco de los dos. Ser y no ser.
Ser a veces y no ser otras.
Estar y no estar, inhalar y exhalar; disfrutar de esa natural alternancia entre una cosa y la otra que nos marca nuestra propia naturaleza.
Ser humano es pensar y aspirar a ser un hombre inteligente, pero ser un ser superior, eso es definitivamente otra cosa.
Será quizás obtener la destreza para moverte entre dos mundos; el mundo del ser y el de no ser. Ser un poco y no ser otro tanto, tomar y soltar, estar y desaparecer, pensar y aprender también a andar sin pensamiento.
Para la gente como yo, nombrar es inevitable y diría que la aptitud roza muchas veces la enfermedad o la locura; pero cuando se me presenta la ocasión de desaparecer y de volver al instinto; de tomarme una cerveza con un amigo, reírme a carcajadas, trabajar en el jardín, cocinar para mis hijos o cantar a plena vocce, me doy cuenta de que en esta vida, «nombrar» me ha dado mucho, pero el «no nombrar» es lo que me ha salvado la vida.
JR