«KARMA Y VERDADERAS INTENCIONES»

En un mundo globalizado e interconectado como el actual, hemos suplantado el «O» por el Y».

Y  así es como los mundos se han mezclado: El Online y el Offline , Oriente y Occidente.

Oriente avanza, contagiada por el impulso Occidental.

Y Occidente se relaja contagiada por la mentalidad de Oriente.

Palabras como meditación, yoga y karma, hoy forman parte de nuestro vocabulario y en muchos casos también de nuestra vida.

Oriente nos aporta un freno y un espacio de relax para nuestra frenética vida occidental. Un lugar tranquilo en donde repensar nuestra acción y redescubrir el silencio.

Oriente, caracterizado por su tranquilidad y su búsqueda espiritual ha anclado muchos de sus métodos en nuestro mundo y junto con ellos, muchas de sus creencias.

No es nuevo que el choque de dos mentalidades tan diferentes, genere algunas dudas, sobre todo en la aplicación de algunos de sus conceptos.

El karma es una ley muy antigua Oriental, en donde todo el sufrimiento y las bendiciones del ser humano, eran atribuidos a sus acciones en sus vidas pasadas. Y en donde todas sus acciones presentes, condicionarían también sus vidas futuras.

Estas creencias motivaban a las personas a obrar de buena fe y también a aceptar su destino con pasividad, ya que sus sufrimientos, al ser el resultado de sus malas obras en el pasado, no tenían otro remedio que la resignación.

Esta ley y su «Mal Karma», en muchos casos promovía la inmovilidad, ya que no se encontraba en tu mano cambiar el destino, ni la posibilidad de transformar el sufrimiento en algo positivo.

Esta ley  también  generaba actitudes compasivas y benévolas, motivadas por el «Buen Karma» y la recompensa que traerían consigo estas acciones. Así lograron colorear a la compasión, con una intención casi mercantil, en donde uno obraba bien, con la secreta intención de ser recompensado en el futuro. 

El problema aparecía, cuando el futuro solo nos traía mas sufrimiento, en vez del premio esperado. Y en cambio, al vecino tacaño, el futuro le traía sin embargo, aún mas progreso.

Estos resultados, contrarios a lo esperado, sacaban a la luz  malos sentimientos, como el resentimiento y  el deseo de que el otro fuera vengado, por su carencia de buenas obras. Poniendo en evidencia la malinterpretación del verdadero significado del karma del Budha.

En la actualidad Occidente ha incorporado este termino «karma» y sus enseñanzas han cundido especialmente, en un estrato socio económico medio alto de la población.

El mundo occidental encontró consuelo para su riqueza en el buen karma del pasado y así pudo saldar la culpa que genera en las almas sensibles, ser rico y próspero en un mundo tan desdichado.

Pero el mundo occidental, cimentado en las religiones judeocristianas, ha tomado al buen karma con la mitad de su significado.

Occidente incorporó fácilmente las viejas ideas, de que tu forma de obrar de hoy, condicionará tu futuro, sin  llegar a creer demasiado, en la otra parte de esta ley, en donde las desgracias, son también un resultado de tus malas obras en tus vidas anteriores.

Pero hay algo que Oriente y Occidente olvidaron en  el karma.

Y esto es, que no aplican el concepto kármico al presente, ninguno de los dos.

El karma bueno beneficiará tu futuro y el karma malo es tu deuda con el pasado. Así piensa Occidente y  así pensó siempre Oriente.

Pero en cualquiera de estas dos ecuaciones, el presente, nunca se encuentra allí.

La tendencia de mirar siempre hacia atrás de Oriente  y el mirar hacia  adelante de Occidente ( pasado y futuro) nos desvían la mirada de lo único que en realidad existe. » El Hoy.»

La ley kármica  de Budha es real sólo si es aplicada al momento presente.

Porque tanto la creencia en las vidas pasadas, como en las vidas futuras, son dos teorías totalmente incomprobables.

Mis acciones cotidianas  me repercuten» hoy.»

Si obro de mala manera, ese odio, esa ira, esa intolerancia me afectan a mi hoy.

Los malos sentimientos me construyen como persona y  me vuelven mi propio karma.

No sé si mi sentir de hoy,  producirá algo en el futuro de los demás, pero de lo único que sí puedo estar seguro, es de que a mí, me afectan hoy.

Las malas desiciones que tomamos hoy, en todos los aspectos de nuestra vida,  empiezan a repercutir en mi, desde este momento, no hace falta esperar al futuro para sentir que me hacen mal.

Y de la misma manera, las buenas desiciones que tomo en mi vida hoy, empiezan a repercutirme  y  a generar una sensación de bienestar desde ahora. Lo que no contradice que me lleven un gran esfuerzo y trabajo, condiciones fundamentales para llevar adelante cualquier proyecto.

En mis buenas desiciones la recompensa es inmediata, me siento contento, me siento útil, me siento valioso, me siento trabajando por algo que me nutre, aunque este sentir no tenga nada que ver, con la recompensa material que  muchas veces es  el parámetro con el que se mide una decisión correcta.

Este karma  o bienestar no se aplica solamente a las acciones hacia el otro, como suele entenderse, sino principalmente a las acciones hacia mi mismo.

Con las acciones hacia el otro sucede algo parecido.

Cuando mis acciones hacia los demás están en realidad movidas por un interés o por la especulación de una recompensa, dejan de tener el concepto de buena acción, que es aquella que no espera nada a cambio. Ni siquiera espera el buen Karma.

Estar atento a nuestras verdaderas intenciones detrás de cada acción, es lo que me garantizará obrar de una manera correcta.

«Desconfiar de nuestras buenas intenciones» es tan importante y crucial porque es además,  el principio del respeto y de la autenticidad hacia nosotros mismos.

¿Cual es mi verdadera intención cuando soy bueno? ¿ Ser bueno, parecer bueno o que me vean bueno? ¿Soy bueno?

Cuando la bondad se vuelve una postura artificial y totalmente en desacuerdo con mi sentir interior, a veces es recomendable evitarla.

Ser el responsable y el observador de mis verdaderas intenciones es quizás el trabajo mas difícil y sin embargo el mas valiente que jamás emprenderemos.

¿Me volveré algún día tan responsable de mi presente que no necesitaré  ya el pasado, ni necesitaré esperar al futuro para disfrutar de sus frutos?

Nuestro destino es seguramente imprevisible,  pero en algunos casos, será  el resultado  de un hoy responsable y auténtico.

EL KARMA EN LA DESGRACIA

Además existe la desgracia, que es también parte del mundo.

Y en la desgracia, mi único hacer responsable es mi respuesta frente a ella.

El mundo no se rige por las leyes del Karma, ni por ninguna ley del hombre.

El mundo tiene sus propias leyes, tan misteriosas como incomprensibles para nosotros. En donde las desgracias ecológicas, naturales y humanitarias se suceden a veces, sin tener el hombre ninguna responsabilidad sobre ello.

Y para afrontar el misterio, no sirve la culpa, ni el mal karma del pasado, solo sirve la aceptación de lo incomprensible. Y de nuestra pequeñez frente a tanto misterio.

Si además de sobrellevar una tragedia, el hombre tiene que cargar con  la culpa de que todo ha sido el resultado de su mal  karma en sus vidas pasadas… ¿No será  pedirle demasiado?

Si además de las fatalidades de la vida, se nos convierte en los culpables de estas desgracias imprevisibles, entonces el futuro se vuelve irremontable.

Con la culpa el hombre se mantiene inmóvil, como le pasó durante siglos a Oriente. Porque la culpa inmerecida inmoviliza y detiene cualquier progreso humano.

La humanidad ha cargado con muchos pesos, pero sin duda, el peso de la culpa injusta, ha sido el mas dañino. Y también el mas difícil de erradicar.

Aceptar mi responsabilidad frente a los hechos, no significa solamente asumir lo que me corresponde, sino también saber rechazar aquella responsabilidad que intentan achacarme y  que no me pertenece.

Un ser responsable es una persona que » responde».

Y el verdadero sentido de la palabra «responsabilidad» es tener la capacidad de saber responder.

Pero cuando uno sabe responder, sabe decir «si» y también sabe decir «no».

Alguien que solo dice «si», no es responsable. Alguien que solo dice «no», tampoco.

Saber decir «si» o «no» según la circunstancia, nos convierte en  seres responsables. Seres capaces de responder de distintas maneras, frente a distintas situaciones.

Y para ello, es necesario estar siempre atentos a lo que en realidad motiva nuestra respuesta.

El Karma ha llegado a Occidente para enseñarnos algo.

No para ahondar en la culpa y provocar  la inmovilidad que causó en  Oriente durante siglos. Sino para despertar la conciencia de que toda acción, exige una respuesta.

Nada queda aislado. Y cada una de mis acciones repercute fuera, pero antes, repercute primero en mí.

Para sentirnos plenos, quizás no necesitemos esperar a la próxima vida, sino solo estar un poco mas atentos a lo que nos sucede por dentro, detrás de cada una de nuestras acciones.

Y así tener la valentía de  descubrir la verdadera intención, detrás de cada una de ellas.

Ese es el karma de Budha, la construcción y el conocimiento del ser humano, mediante la observación de la intención, que en realidad motiva sus acciones.

Ese es tu karma, sale de ti y vuelve a ti.

No a modo de premio o  castigo, sino para constituirte como un mejor ser humano. Atento siempre, a sus verdaderas intenciones.

JR

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