«Los Ofendidos»

 

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_»Ofenderse es de hortera» decía mi padre, sosteniendo que esta tendencia a estar siempre ofendiéndose por todo, resultaba ser la actitud de los hombres débiles.

El fue un hombre que transitó por el mundo ajeno al juicio del otro y mientras avanzaba, desprendía un perfume que olía a libertad.

Liberarse de la opinión ajena resulta ser,  no sólo una experiencia relajante, sino además, suele dejar el sitio libre para muchas otras cosas.

La producción aumenta, la mirada se afila y el trabajo creativo se vuelve mucho más original de lo que había sido hasta entonces.

Sin embargo, hoy se ha vuelto muy común presenciar a una gran cantidad de ofendidos a diario. Nos hemos acostumbrado a que la gente haga un uso excesivo de este derecho, que no es otro, que el de sentirse herido por cualquier cosa, un daño que además, les autoriza a la violencia pública y reinvidicativa con cualquier excusa.

Todos salimos siempre en defensa del ofendido porque intentamos unirnos al club de lo que hoy es políticamente correcto, respaldando incondicionalmente al débil u ofendido y alegando que se daña a gente que posee altos niveles de sensibilidad.

La hipersensibilidad actual, lejos de ser una virtud, es ahora una herramienta política. Promueve  la debilidad y en vez de impulsarnos a la fortaleza, que era la actitud de sacudirse el polvo ante cualquier alusión y seguir adelante, promueve el resentimiento, mueve al  escándalo y justifica la venganza.

Ofenderse rápidamente es un vicio que ya tiene nombre y a esta población de seres que presumen de poseer una sensibilidad extrema se les llama : «copo de nieve» Individuos incapaces de aceptar pacíficamente, que no siempre es posible estar dentro del círculo de preferencia del otro. Algo a lo que reaccionan con una violencia descontrolada, pero justificada por todos.

La promoción de la ofensa ha calado hondo en la política, especialmente en la izquierda, porque los políticos han sabido ver en ella a un instrumento eficaz para conseguir más poder; apelando al apoyo buenista de la masa, que respalda sistemáticamente la violencia del ofendido, haciendo uso de una ceguera a la que creen bondad. 

Esto fue evidente en la reacción de gran parte de la población ante la matanza de Charlie Hebdo. Se justificaba la ofensa musulmana ante las caricaturas de Mahoma y se instaba a respetar de ahora en adelante a aquellos que se ofenden fácilmente.

Todos aquellos que tienen por costumbre pensar y denunciar sin complejos los problemas sociales y políticos reales de nuestro entorno, hoy deben ir disculpándose por cada verdad que dicen, (aunque la digan con infinita ternura), porque a cada paso aparecen los ofendidos, esos que siempre se apañan para encontrar el hueco por donde colarles la demanda y obtener un beneficio.

La ofensa es la táctica perfecta para evitar cualquier verdad. Pruébalo. Verás cómo despista y cambia rápidamente el foco.

Practica ofenderte por cualquier verdad que te atañe y te obligue a repensarte,  y automáticamente verás como el responsable pasa a ser el otro.

Aquellos que antes solían hablar, han escarmentado y hoy permanecen callados o haciendo eco del colectivo de los continuos ofendidos, porque la prioridad para todos es seguir «pareciendo buenos», aunque fomentemos con nuestra aprobación  la proliferación de la injusticia y de la violencia. 

Un filósofo me comentó una vez:

_»Desgraciadamente, frente a cada situación yo tengo sólo dos opciones: o ser bueno o ser inteligente. Estas son las dos divisiones básicas que existen en mi vida»

_… «Y mira que he intentado ser bueno de todas las formas posibles, pero la inteligencia nunca me lo ha permitido»_

_»La falsa bondad y la aprobación ajena son dos cosas que se mantienen indefectiblemente unidas, pero las dos han estado siempre muy lejos de mi.»

Sin embargo, yo siempre observé  bondad en su inteligencia, que con una extraña valentía miraba sin recelo la realidad, arriesgándose aún a la soledad más demoledora, mientras los demás seguíamos eligiendo la compañía cobarde que otorga la ceguera. 

JR

 

«Los ofendidos siempre se apañan para encontrar el hueco por donde colarte la ofensa y aprovechar sus beneficios “ JR 

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