Los demócratas nos sorprenden cada semana con algo nuevo. La semana pasada derribaban estatuas de algunos protagonistas de la guerra de Secesión americana y esta semana se enzarzaron contra Cristóbal Colón.
Las izquierdas del mundo parecen estar empeñadas en borrar la historia de la humanidad, en vez de aprender de ella y enseñarla ubicándola en su contexto de espacio y tiempo.
La historia que se quita de su contexto histórico resulta extraña, pero en su tiempo respondía a las costumbres y a la mentalidad de cada época y de cada civilización.
Desgraciadamente, hoy la ignorancia y los derechos humanos van de la mano y se retroalimentan. La ignorancia quiere destruirlo todo y los derechos humanos no quieren herir a nadie.
Por lo cual nadie se atreve a poner límites a este desborde de libertad malentendida que azota nuestro tiempo, y aquel que se atreve a hacerlo es tildado de fascista o de malo.
Así es como vamos transitando una reedición histórica buenista que nos va llevando poco a poco hacia la autodestrucción de los sistemas democráticos que tanto nos costó conseguir, y quien sale a defenderlos es agredido o amenazado con violencia por estas nuevas y malentendidas libertades de izquierda.
La violencia que impone este colectivo que se hace llamar con descaro «pacifista» y que está empecinado en la destrucción de nuestra historia, no sólo no conseguirá borrarla de esa manera, sino que provocará algo que es mucho más grave aún y es que evitará el aprendizaje al que nos obliga la historia bloqueando así su consecuente progreso.
Los políticos que para justificar su malhacer se empeñan en mirar atrás y buscar culpables siempre fuera, demuestran no sólo su ineptitud como gobernantes, sino que dejan entrever que no tienen ni idea de cómo avanzar.
Mirar atrás nos convierte a nosotros en estatuas si no nos permite evolucionar. Pero destruir los hechos históricos de nuestro pasado no es la manera de ir hacia adelante.
Por mas que hoy nos escandalicen muchos de los episodios de nuestra historia, cambiarla no está en nuestras manos, ni es destruyendo estatuas como lo haremos, sino actuando acordes a los tiempos de consenso, pluralidad, diálogo y Democracia en los que vivimos.
JR