El pecado más grave que puede cometer la Educación es el de moldear una mente bajo una ideología determinada y más aún teniendo plena conciencia de ello.
Pero plantearse no hacerlo es también una utopía y más sabiendo que uno enseña siempre desde una perspectiva determinada, que ha sido condicionada a su vez por su propia realidad y por su entorno.
Tendemos a pensar que las Ciencias exactas son quizás las que corren un menor riesgo de ser interpretadas a la carta, aunque también es cierto, que determinados avances y corrientes científicas han sido en muchas ocasiones una amenaza para las las mentalidades científicas y religiosas reinantes, ya que el conocimiento siempre destrona a la sabiduría ancestral y dogmática.
Si bien la Educación consiste en teoría en un traspaso de información a las generaciones siguientes, uno no deberia nunca perder de vista que dicha información está siempre sujeta a la precariedad del hoy y que seguramente pueda ser rebatida el día de mañana.
Esta actitud de humildad ante el conocimiento, lejos de quitarle valor lo intensifica, porque la enseñanza cuando se transmite como incompleta estimula la inteligencia.
Es decir, no hay que olvidarse de que lo que hay que despertar en el aula es la inteligencia.
Mas allá de que incentivemos otras capacidades también fundamentales como la memoria, el trabajo duro, la investigación y el método, nuestro verdadero objetivo es siempre despertar inteligencia.
Pero la inteligencia sólo se despierta cuando encuentra un espacio de libertad. Y esto sucede porque la inteligencia es libertad aplicada a las cosas.
¿Pero cómo lograr libertad sin espacio?
Cuando se entremezcla la información con la ideología el espacio se acota y se llena de muros. El estudiante es forzado de una manera muy sutil a mantenerse dentro de un perímetro establecido de antemano y cualquier razonamiento que escape a ese muro se sabe destinado a la desaprobación y al rechazo.
Esta es la primer barrera de la inteligencia y es por eso que las personas verdaderamente inteligentes parecen no darle importancia a ninguna de esas dos cosas (aprobación y rechazo).
El motivo de esta indiferencia al entorno es que la inteligencia nunca puede surgir sin traspasar ese primer muro. Quien se preocupa sobremanera por mantenerse dentro de un muro, nunca puede traspasarlo.
No es extraño tampoco que la política y la Educación vayan siempre de la mano porque la política se fortalece con la Educación . Y la Educación siempre depende de la política.
Si la política consiste en evolucionar el conocimiento se educará sin muros ideológicos que lo contengan, pero si la política consiste en involucionar y atarse al pasado se educará siempre dentro de muros ideológicos que guiarán al rebaño hacia el lugar que más le convenga a la política.
Al final el dilema de todo educador y de todo padre es siempre el mismo. ¿Qué estamos educando: clones o inteligencia?
JR
» La Historia nunca debe enseñarse con odio y resentimiento, sino con una actitud de aprendizaje y superación, porque el resultado de la enseñanza del odio siempre es la perpetuidad y la miseria» JR