“Si cada uno hiciese lo que tiene que hacer, el mundo no sería un caos”, solía repetir mi abuela hasta el cansancio.
Pero lo complicado consiste en descubrir aquello que cada uno tiene que hacer y aceptarlo con alegría.
Desgraciadamente, es difícil encontrar felicidad cuando el que nació para abogado es médico, el médico es ingeniero, el pintor es político, el arquitecto es veterinario y el científico es juez.
Pocos son aquellos que están donde tienen que estar y hacen lo que han nacido para hacer. Y por ende, pocos son aquellos que son felices haciendo aquello que hacen.
Donde hay vocación se nota, porque hallarás disfrute en el hacer.
¿Será que amamos aquello que hacemos bien, o que hacemos bien aquello que amamos?
Hoy es difícil encontrar a gente que esté feliz en su sitio, porque las solteras quieren estar casadas y las casadas quieren ser solteras; el cojo quiere correr maratones y el maratonista quiere pasarse el día viendo Netflix; aquel sin oido musical quiere dirigir una orquesta y el daltónico sueña con ser pintor.
Algunos dicen que de eso se trata la libertad, aunque a veces algunas libertades consistan en desear justamente lo contrario a lo que nos toca vivir en cada momento y aspirar precisamente a aquello para lo que nos faltan capacidades.
Pero el mundo moderno nos repite sin cesar que todo es posible y dentro de esas posibilidades está también la de no amar nuestra realidad, no aceptar nuestras limitaciones, ni ser consecuentes con nuestras elecciones.
Encontrar tu verdadera vocación; que es aquello para lo que estás aquí y que además te hará feliz; no resulta ser nada sencillo, porque para descubrir aquello que realmente amarás hacer, deberás descartar primero muchas capas y destruir tus barreras de miedo y también las de la expectativa ajena.
Es cierto que no todos podrán basar su sustento en la actividad que amen, pero aunque tu verdadera pasión no sea una actividad redituable, ésta le dará un sentido a la actividad que realices para conseguir tu sustento.
Las vocaciones no tienen tampoco un periodo de floración concreto y suelen aparecer en distintas etapas de la vida; algunos afortunados descubren su vocación desde muy pequeños, otros en la juventud o en la adultez, otros la descubren al vivir determinadas experiencias que cambian radicalmente su realidad, y los demás, mueren sin haberla descubierto jamás.
El desafío consiste en negarse a pertenecer a este último grupo y en resistirse a morir sin haber amado aquello que hacías, o sin haber descubierto aquello que debías haber amado.
JR
“Con vocación o sin vocación, que mi hacer no se detenga antes de haberle amado” JR