“Nadie es luz de sí mismo; ni el sol.” Antonio Porchia.
Los seres luminosos son aquellos que cuando se alejan, sientes que te apagas. Y nunca sabes si son ellos los que desprenden luz, o si son los que hacían brillar algo en ti.
Se parecen a los dioses griegos porque tienen algo de dioses y mucho de humano y también poseen algo del dios cristiano en la capacidad que tienen para resucitar y reinventarse ante los fracasos y levantarse de las caídas.
No siempre son amables o nos agradan, pero cuando aparecen iluminan aunque no quieras mirar o prefieras permanecer con los ojos cerrados.
Tienen también algo de extranjero porque no logras encajarles nunca en ningún sitio, ni definirles jamás por completo, ya que siempre están en movimiento aunque te parezca que están quietos.
Tienen algo de ausentes y sin embargo su presencia se queda contigo a pesar de la distancia y se resisten a creer que les necesitas porque en su mirada te reflejan tan endiosado que hasta tú, que te sentías apagado, sientes al verles que lo iluminas todo.
No son maestros y se resisten a serlo, porque lo que ellos poseen no se enseña ni se aprende, sólo se contagia.
JR
“Todos los días del mundo existe una forma de resucitar” TanBionica