“Ni el hábito hace al monje, ni los años hacen al sabio” JR
Hay un proceso en la percepción de todo cambio y aunque el cambio suceda de forma continua e imperceptible a nuestra mirada y nuestra única forma de captarlo sea a través de la percepción fotográfica, (que para conocer detiene y retiene el cambio en un lugar fijo); este lugar sigue cambiando al instante siguiente del clic.
Esta continuidad es lo que define a un proceso, como a un suceder que no se detiene.
Uno se pasa casi la mitad de la vida pensando en lo que tiene aún por ganar; en todo aquello que puede obtener o conseguir de la vida; éxito, prestigio, sabiduría, afectos, conocimiento, experiencias, bienes materiales o espiritualidad. Y hay personas que nunca traspasan esta fase y se mantienen en ella, con la mirada fija en lo que tienen aún por ganar, hasta que mueren.
Pero el proceso vital completo debería mutar en algún momento desde la percepción de lo que tengo para ganar hacia la percepción de lo que tengo para perder.
En esta mutación de lo vital es en donde cambia el enfoque, de lo que uno tiene aún por ganar, a lo que uno empezará inevitablemente a perder a partir de ahora.
Este viraje puede derivar o en una patología de ansiedad compulsiva depresiva e inútil, que no llevará más que a la propia destrucción de la psiquis, o, en una gratitud profunda y en una nueva forma de valoración. Y de nosotros depende la actitud que asumamos en este viraje.
Cuando el proceso muta desde la conciencia de lo que tengo para ganar a la conciencia de lo que tengo para perder, la mirada cambia.
La nueva mirada comienza a poner en valor cosas distintas o quizás a mirar de forma distinta las mismas cosas.
La conciencia sobre todo aquello que uno empezará a perder inevitablemente a partir de cierto momento vital, (la juventud, la salud, el trato cotidiano con los amados, el deleite por los sabores, por los olores, por la música, por la naturaleza, por la lectura, etc) se parece a la preparación para un viaje de desapego.
Y al tomar conciencia de él, produce un efecto similar al fotográfico.
Uno comienza a retener ciertos instantes y a inmortalizarlos en su corazón a modo de agradecimiento, con la conciencia de que quizás, no se repitan o no vuelvan.
Es muy curioso este proceso porque cuando la conciencia sobre lo que uno tiene por perder aparece, uno empieza a valorar hasta las cosas mas pequeñas y así es como siente que en la vida ha ganado mucho más de lo que perderá inevitablemente.
JR
“ Hay procesos que para apreciarse necesitan distancia” JR