“El Agobio Amable”

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Desde la invención del Whats App, (esa aplicación que todos utilizamos permanentemente), una nueva forma de comunicación efectiva, afectiva y a veces agobiante, se ha instalado entre nosotros.

Si bien la comunicación es necesaria y nos mantiene siempre al tanto de todo lo que sucede en el mundo, el exceso de comunicación puede también resultar, no sólo asfixiante, sino una forma de dominio muy sutil y enfermiza, aunque disfrazada de cariño y de cercanía.

Yo agradezco que en mi juventud no existieran estas cosas y haber disfrutado de tener mis espacios de “nada”.

Si alguien te llamaba a casa y el teléfono comunicaba, (cosa muy frecuente en una casa con 5 hermanos), o insistía hasta el cansancio o llamaba a otra persona.

Uno sin duda perdía algunas oportunidades, pero también se libraba de la obligación de tener que estar siempre disponible.

En aquella época uno podía estudiar, leer un libro, ver una película en familia, tocar un instrumento, estar en silencio, cenar sin interrupciones o aburrirse, sin necesidad de tener que estar simultáneamente en línea con alguien más.

Hoy en cambio, las comunicaciones son en ocasiones atocigantes.

Estamos permanentemente en línea con el novio, con los padres, con los amigos o con los hijos, a quienes además, localizamos 24 horas al día con una aplicación radar.

El control y el mensajito son continuos y a toda hora, y ni siquiera el vivir en el extranjero te garantiza ya, el poder escapar a este agobio amable.

Todo este aburrimiento canalizado en comunicación se hace en nombre del amor, del interés y de la preocupación y se soporta en silencio; porque quien como yo, se atreva a decir en voz alta que esto esto es un agobio, es catalogado de sociopata insensible.

La gente ya no tiene tiempo ni de vivir las vacaciones porque la foto, el Instagram o el mensajito instantáneo interrumpen todos los momentos.

“¿Cómo has pasado tu viaje?”-

“En línea contigo. No me quedó tiempo para vivir nada más”_

Hoy en día la comunicación permanente se ha convertido en un nuevo mandato y está sobrevalorada porque se la considera como a una parte escencial de la autoexposición contemporánea a la que parecemos estar obligados. Y a la que consideramos imprescindible, para no desaparecer del radar de los demás. 

Se considera a la comunicación como a la forjadora de todos los vínculos; aunque no haya duda de que en muchas ocasiones, hay algunas distancias que resultan ser mucho más saludables que ciertas cercanías.

Hace un tiempo un vecino de mi barrio sugirió armar un chat para poder conocernos mejor entre todos los vecinos.

Éste era un barrio sumamente pacifico, en donde nadie se conocía y vivíamos en paz; pero a partir de este chat amistoso comenzaron las riñas, las peleas, las discusiones políticas y los insultos entre toda la comunidad, que hasta antes de la aparición de este chat había convivido siempre pacíficamente y manteniendo una incomunicada y sana distancia.

Esta innovadora tendencia a la cercanía y a la intimidad obligada con todo el mundo, no sólo termina muchas veces en conflicto, sino que además es una utopía muy dañina que intenta anular el espacio privado.

El nuevo mandato de tener que estar permanentemente comunicados, generando y compartiendo información personal, no sólo provoca inestabilidad y desconcentración en unos y en otros, sino que también nos veda la oportunidad de vivir y de potenciar nuestros espacios de soledad.

La soledad, que hoy es catalogada como un elemento altamente peligroso, era lo que nos daba estabilidad, reflexión, autonomía y paz. 

Mi hijo pequeño que es un chico muy querido por sus compañeros, siempre está rodeado de niños y niñas en el patio. Yo imaginaba que se sentiría muy feliz siendo tan popular, pero el otro día me confesó que su situación era insoportable.

_”Todos me hablan todo el tiempo y sin parar y a veces hasta me mareo, entonces propongo jugar al escondite y me escondo solo en un aula vacía y así consigo estar un rato en silencio”.

En una generación en donde el ruido es una constante y la comunicación es potenciada incesantemente por el exceso de información, exposición y competividad, la necesidad de generar espacios de silencio resulta ser más que nunca urgente. 

El silencio no es sólo la ausencia del sonido de una voz, sino también la ausencia del ruido digital.

Hay silencio en el juego libre, en la danza no pautada, en la contemplación desinteresada, en la música o en cualquier actividad recreativa cuyo único fin sea el disfrute y no el ansia de comunicar y «compartir» instantáneamente en las redes cualquier cosa que disfruto.

Este exceso de comunicación disfrazado de interacción amable es en muchas ocasiones una forma de violencia y de control igual al de la gestapo.

“¿Adónde estás? ¿Qué haces? ¿Qué estás pensando?  Estabas en línea ¿con quién chateabas? ¿Has visto la foto de perfil de Fulanito? ¿Por qué has cambiado tu estado? Creo que Mengano me ha bloqueado.

Un tic, dos tics, leído.¿por qué no me contestas? ¿Hora de tu última conexión? ¿Te gusta?”

Y basta con que compres algo por internet para que de pronto en todas tus aplicaciones comiencen a ofrecerte amablemente un millón de accesorios para tu compra. Y entonces, comienzas a sospechar que de verdad estás viviendo bajo la mirada de la policia nazi.

Mi padre siempre decía “ No news, good news” (sin noticias, buenas noticias) y tenía razón, porque la verdadera amabilidad no es la que te hostiga permanentemente con información o la que te interroga permanentemente, sino la que te regala tu espacio y tu derecho al silencio.

Y ese tipo de cercanía, que como todo equilibrio es difícil de conseguir, se logra viviendo feliz y dejando también vivir feliz y en paz al otro.

JR

“No hay nada más dañino que el aburrimiento mal canalizado” JR

5 comentarios en ““El Agobio Amable”

  1. Buenísima entrega que me recuerda, una vez más, la necesidad de una educación socio-emocional en las escuelas, universidades y centros de trabajo. Saludos.

  2. El silencio forma parte de la musica.
    Asi tambien en la vida en armonia.
    Los silencios creativos nos nutren mas que la informacion exagerada y ruidosa.
    Igualmente adoro el contacto cerca y calido de las imagenes familiares.
    Como en todo se trata de elegir, no?
    Besos

  3. Me parece que has plasmado el sentir de muchos de nosotros que efectivamente no nos atrevemos a confesar… Soy una Asistente Virtual y pensaba que toda esta nueva comunicación me daria “libertad” pero ahora debo estar conectada de 6:00am a 12:00pm en modo “disponible” es realmente agotador…

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