“High Castle y de lo que nos salvamos”

Reconozco estar enganchado a la nueva serie de Prime «High Castle» basada en el libro de Philip K Dick «The man in the High Castle» de 1962.

Esta historia nos muestra una realidad posible, en la que los japoneses y los nazis son quienes ganan la Segunda Guerra Mundial y nos propone pensar cómo hubiera sido el mundo en ese caso.

Es muy contemporáneo presenciar la crítica permanente a los Estados Unidos y se ha vuelto cool y propio de gente que se cree intelectualmente superior el criticarles en todo, mientras disfrutan de una libertad de expresión que se la deben a los americanos y se toman el café en el Starbucks desarrollando su micro emprendimiento desde su Mac, rezan al Dios al que prefieren y se detienen luego en el Auto Mac para retirar su pedido on line.

Pocas cosas me alteran más que la incoherencia, el doble discurso, la moral de cartón y las convicciones en papel pintado.

Si bien es cierto que Hiroshima y Nagasaki fueron dos masacres inhumanas, también es cierto que gracias al poder armamentistico de los Estados Unidos, fueron ellos y los aliados quienes ganaron la guerra.

Y convengamos que este hecho fue una salvación para todos; incluidos los japoneses y los alemanes; que quien sabe hoy, el horror en el que vivirían.

Y ni hablar de todos los intelectuales, los ecologistas, los filósofos, los rebeldes, los científicos y los intelectualmente superiores que hubiésemos perdido, de haber ganado los nazis.

Todos ellos estarían enterrados o alienados y trabajando bajo las órdenes del imperio japonés o del Reigh.

En esa posible realidad que nos plantea la serie, la única libertad hubiera sido la de servir a los fines del imperio y cualquier opinión contraria hubiera sido sistemáticamente perseguida, catalogada de traición a la patria y condenada a muerte.

Es interesante pensar de vez en cuando en las opciones posibles, sobre todo porque ayuda a valorar lo que uno tiene y también promueve el agradecimiento hacia todos aquellos que crearon nuevas posibilidades para el florecimiento de la libertad.

Si bien la Historia es una asignatura pesada cuando está mal enseñada porque consiste en una memorización sistemática de fechas y acontecimientos aislados y sin sentido relacional; cuando uno empieza a encontrarle el sentido y a descubrir la relación entre nuestro ayer y nuestro hoy, empieza a darse cuenta a quienes debe estarle agradecido.

Actualmente hay una vara de medir muy desigual con unos y con otros. Hay a quienes se les perdona cualquier barbaridad y hay a quienes se juzga eternamente y de manera implacable.

Y es generalmente con los promotores y defensores de la libertad con quienes solemos ensañarnos más y ser injustamente más duros; muchas veces por desconocimiento, otras por envidia o por no desentonar con la tendencia impuesta por las masas y por el periodismo marxista, o simplemente por ignorancia y por no detenernos nunca a pensar, en lo que sería de nuestra vida, si los defensores de la libertad, en aras del «flower power» y del «make love not war», no hubieran tenido ningún poder armamentistico disponible y nos hubieran dejado a todos, en manos de los japos y de los nazis.

JR

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