En un mundo en el que la desigualdad es la norma, la tendencia al resentimiento sólo necesita de un pequeño empujón para incendiar al pueblo.
Los gobiernos radicales lejos de trabajar en pos del bienestar social y el progreso de los más desfavorecidos, luchan a capa y espada para sembrar odio y resentimiento en el corazón del pueblo, sometiéndole de esa manera a un tipo distinto de esclavitud.
El resentimiento es otra forma de aprisionamiento, en este caso uno acotado al plano mental y que imposibilita cualquier avance.
Es curioso cómo en esta época se enaltece al débil y se repudia cualquier demostración de fortaleza de carácter.
Si uno logra posicionarse como una víctima cuenta de antemano con ventaja por sobre cualquier otro contrincante porque despertar lástima, es hoy la máxima virtud.
El feminismo, entre otros movimientos del siglo 19, se ha vuelto a poner de moda en Europa y va de la mano de los populismos que azotan la región, pero de aquel feminismo del siglo 19; (en donde fue la demostración de la fortaleza de la mujer la que consiguió sus derechos) ya no queda nada.
Este nuevo feminismo digital insiste en el victimismo como método de triunfo.
«Cuanto más víctima seas, más conseguirás. Y si intuyes que vas perdiendo apoyos, lo mejor es recurrir a un pasado en donde tu victimismo consiga mutar radicalmente ese mal presagio.»
Hoy en día toda mujer que quiera ser popular y aclamada debe exponer públicamente algún intento de violencia acometido contra ella en algún momento de su vida, para que el pueblo solidario y compasivo se vuelque automáticamente a modo de ola humana a demostrarle su empatía.
El mundo se ha acostumbrado a adorar sistemáticamente a las victimas y a repudiar a los fuertes y todas las figuras públicas que necesitan del apoyo popular masivo salen en a exponer sus tragedias particulares, con la intención de acrecentar su popularidad.
«Busca bien en tu pasado y seguramente encontrarás algún episodio en donde fuiste discriminada o sufriste abusos de algún tipo» me decía una feminista hace algún tiempo, ofreciéndome en bandeja la estrategia infalible del resentimiento; tan necesaria actualmente para ganar adeptos, adhiriendo a su causa.
Seguramente si rebuscara bien encontraría algo para ser una víctima yo también, pero lo curioso es que nada está más lejos de mis intenciones que pertenecer a ese grupo, ni considero que la empatía esté necesariamente ligada a la pertenencia.
Mi ideal siempre ha sido la fortaleza ante el sufrimiento y la superación como opción al resentimiento, por lo cual mi entrada al club de las víctimas me estaría rotundamente denegada.
Aquel que enarbola el rencor como método de triunfo no es fuerte, ni será capaz de cambiar las condiciones de aquellos que sufren, porque tampoco ha sido capaz de cambiar las suyas propias. Lo primero que debe disolverse es el resentimiento.
La astucia de pertenecer al club de los oprimidos,que ubican al culpable siempre fuera, es el método infalible de los tiranos y enmascara la incapacidad de dar soluciones a los problemas reales de la gente. (La responsabilidad de sus desgracias siempre las tiene otro, por lo tanto las soluciones nunca están, ni estarán a su alcance)
Ser vitima de algún abuso y exponerlo públicamente es hoy la condición indispensable para cualquier puesto de poder, tanto en la política como en el mundo del espectáculo, porque estar en el bando de los fuertes podría dar a entender que perteneces al bando de los abusones. (Cuidado! actualmente si no eres abusado, se deduce que eres uno de los abusadores, por lo cual ser una víctima es la única opción que tienes para librarte de una condena injusta).
Quien basa su fortaleza en la debilidad, promoviendo el resentimiento, expone su incapacidad de superación y alguien incapaz de superar su propia debilidad será incapaz de luchar por invertir la tuya.
Detrás de cada uno de los tiranos que han azotado a la humanidad siempre hay una historia personal de resentimiento, que más tarde se redirigió hacia una causa social o política. ( veamos por ejemplo la infancia de Fidel Castro; hijo de un magnate cubano y de su empleada doméstica)
Dar poder a los resentidos es peligroso y nos ha llevado siempre por mal camino.
Quizás porque la habilidad que requiere el verdadero poder es la de la superación constante.
JR
«La capacidad de superación es sin duda, la característica principal de un buen líder» JR