“La Pandemia del Papel higiénico”

El pánico suele desatar todo tipo de reacciones porque nos alerta sobre la posibilidad inminente de morir; o simplemente nos hace conscientes de nuestra inevitable mortalidad.

El Corona virus, que no es un virus que provoque diarrea, ha desatado sin embargo, formas muy peculiares de locura.

La obsesión por estoquear papel higiénico ha sido increíble durante los días previos a la cuarentena, como si todos deseáramos llegar al cielo con el culo limpio.

La compulsión enfermiza hacia este artículo, que ha desatado incluso peleas en algunos supermercados y ha sido trending topic en las redes sociales; ha puesto en evidencia que nuestra postura ecológica sobre la moderación en el consumo de papel, es en realidad una falacia políticamente correcta apropiada únicamente para tiempos no pandemicos.

Aunque debemos reconocer que no todos están tan alarmados; a mí me han llegado convocatorias para discotecas bajo el lema «fiesta del Corona virus» para este fin de semana, junto con promociones tan tentadoras como: «los primeros 100 en llegar a la fiesta tendrán mascarillas gratis». Y tengo que reconocer que sólo por conseguir la mascarilla hubiera ido; ya que las mascarillas escasean aún más que el papel higiénico.

Mientras unos bailan y propagan el contagio, disfrutando de las vacaciones universitarias, nosotros cuidamos niños y abuelos en casa, cerrando nuestros locales de trabajo y observando las recomendaciones de cuarentena que nos ha trasmitido la OMS.

En fin, a veces me pregunto si el virus más peligroso de todos, no será esta generación ecológica de descerebrados que se viene.

Es cierto que los datos sobre las víctimas de este virus aumentan en algunos países, pero también nos demuestran que todos aquellos países que cerraron a tiempo sus fronteras, no tienen hoy la pandemia y han logrado erradicar la enfermedad rápidamente.

Aún recuerdo las condenas a Rusia por racismo y por estigmatizar a los enfermos, cuando en Enero, Putin decidió cerrar sus fronteras para evitar la propagación del virus.

Viendo los resultados, ha quedado demostrado que una buena reacción, y a tiempo, tiene sus beneficios, aunque toda la izquierda inclusiva te acuse de loco y de racista por impedir que entre una epidemia peligrosa a minar tu población.

Ver a esta pandemia como a una oportunidad política para algunos, debería ser nuestra obligación en momentos como éstos, ya que las diferentes reacciones de los distintos jefes de estado en estos casos, exponen sus diferentes intereses y posturas.

El alcalde de Florencia por ejemplo, montó una campaña anti racista promoviendo los abrazos a personas chinas unas semanas antes de tener que cerrar la ciudad, dejando claro que el extremismo en la corrección política es mortal cuando se mezcla con la estupidez de izquierdas.

La presencia de una pandemia en los Estados Unidos podría ser quizás lo que necesitaban los demócratas para desestabilizar el gobierno de Trump y poder debilitar su exitosa economía, crear el pánico y lograr así, dar vuelta un resultado casi inevitable: Trump 2020.

Hiciera lo que hiciera Trump con respecto al virus, iba a ser juzgado sin piedad por sus adversarios demócratas y considerado mal hecho. Si cerraba las fronteras como hizo Rusia, las ordas fanáticas de izquierdas habrían reaccionado como lo hicieron contra el muro, porque para la izquierda todo es racismo y discriminacion. Hagas lo que hagas, digas lo que digas, ellos tienen preparado al colectivo de ofendidos, que saldrá a la calle a reclamar y a romperlo todo sin mascarillas.

Pero no hay nada que enseñe tanto, como los números y el tiempo.

Hoy podemos observar que cerrar las fronteras era sin duda, la solución adecuada y que el supuesto racismo y la estigmatizacion de controlar a todos los viajeros que procedían de lugares de riesgo, era algo imprescindible para evitar los contagios masivos.

Ojalá tomemos nota y aprendamos que a veces, cerrar es proteger y proteger a la ciudadanía es la función que tiene todo mandatario de estado.

Actualmente la economía ha colapsado, los sistemas sanitarios no dan abasto y sus empleados están al borde de la locura, y casi sin tiempo para canalizar la angustia, ni en la fiesta del Corona, ni arremetiendo sin control contra el papel higiénico.

JR

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