Para comprender los movimientos políticos y sociales que están aconteciendo hoy en día en la mayoría de los países occidentales, debemos volver a repasar la teoría de Marx.
Marx fue un estudioso de la revolución francesa y gracias a ella descubrió que todos los conflictos a lo largo de la historia tuvieron una base de descontento social y de luchas de clases; por lo cual, no es extraño que siempre que se desea cambiar un sistema político se recurra a esta estrategia.
Crear el conflicto de clases, o la grieta, como se le llama en algunos países, es el primer paso a seguir para impulsar el desmoronamiento de un sistema político que se desea erradicar; en nuestro caso, el sistema que se busca quebrar es la Democracia y el estado de derecho.
Marx comprendió que todo conflicto social termina siempre dando lugar a formas políticas diferentes.
Pero lo más relevante de la teoría de Marx es su concepto sobre cómo el «storytelling» resulta fundamental a la hora de derribar las estructuras existentes.
Para Marx describir el mundo no se limitaba a dar cuenta objetivamente de lo que sucedía en el mundo, sino que aspiraba a una descripción del mundo que le permitiera transformarlo.
Según cómo describamos el mundo, tendremos una u otra comprensión; es decir, la interpretación que tú hagas del mundo llevará al sujeto hacia la acción política que desees.
No es extraño que hoy los medios de comunicación sean el primer objetivo de todo movimiento marxista; porque lo que interesa no es informar objetivamente, sino manipular la información en pos de conseguir los fines deseados.
O sea, provocar en el sujeto las sensaciones necesarias para llevarlo hacia determinada acción.
Últimamente el empoderamiento de la izquierda ha consistido en crear las siguientes divisiones: mujeres contra hombres (feminismo), pobres contra ricos, empresarios contra empleados, negros contra blancos, aborígenes contra blancos, inmigrantes contra pueblos de acogida, veganos contra carnívoros, etc.
Toda identificación con un grupo o pertenencia a una comunidad pareciera imponer un enemigo común y ése es el principal objetivo de la izquierda marxista desde hace décadas; que toda comunidad tenga en común, no un ideal, sino un enemigo.
Marx decía «Las relaciones de producción son relaciones de explotación» y frente a semejante descripción del mundo económico/laboral era inevitable una revolución.
Por eso, la forma en cómo plantees el problema y a quien culpabilices de ese problema, resulta fundamental para un marxista; que no busca una descripción real y objetiva en busca de un acuerdo o de una solución; sino una descripción que impulse a la acción necesaria para conseguir su objetivo; que no es la reparación, sino el quiebre de un sistema.
Los filósofos marxistas no se ocupan de describir el mundo y analizarlo; sino de describirlo de la manera adecuada para llevar al individuo hacia la acción revolucionaria.
Marx solía decir: «Hasta ahora los filósofos se han ocupado de describir el mundo, ahora se trata de transformarlo»
La cuestión está en la manera en la que uno describe las cosas; según cómo nombremos el mundo, tendremos una u otra reacción.
El problema con la teoría de Marx fue que nunca previó los resultados de su revolución y nunca predijo sus consecuencias, ni dejó un manual de instrucciones, ni una teoría política que mostrara el camino a seguir después de la revolución.
La dictadura del proletariado se extendió por décadas y sus resultados fueron nefastos y tan nefastos fueron, que Marx llegó a desentenderse y a decir : «Yo no soy marxista»
JR
Pingback: “Yo no soy marxista” -Karl Marx — Rebeldes Digitales | Divagaciones ¿irreales?