«La Guerra de Gila»

¿Os imagináis a Hitler posando con Eva Brown para la revista Vogue en 1941?

Pues los tiempos han cambiado mucho y ahora los grandes  combatientes tienen tiempo para eso y para mucho más.

Galas de Hollywood, portadas de revistas y apariciones en toda clase de eventos, son algunas de las tareas que entre bombardeo y bombardeo, mantienen a Zelensky ocupado.

Y eso, cuando no tiene que hacer de guía turístico para Angelina Jolie o Leonardo de Caprio en sus visitas por el plató de la guerra de Ucrania, que muy pronto inaugurará un trencito trans de Disney, para que todos los turistas curiosos y morbosos, puedan ir a ver cómo ha dejado de contaminado el paisaje, el malvado de Putin.

Mientras tanto, Zelensky tira un misil en Polonia para despertar una guerra nuclear, acusa a Putin y exige al mundo entre signos de exclamación, la declaración inmediata de la tercera guerra mundial.

Volodimir, acostumbrado a ser el hijo único mimado y el malcriado de la guerra de Biden, ni siquiera pide perdón. El misil era suyo, pero la culpa sigue siendo de Putin. Alucinante.

Para protegerle y con más razón, USA vuelve a girar otra cantidad exorbitante de dólares para seguir dándole al modelo publicitario todos los gustos, mientras la economía de USA pasa por su peor momento desde que asumió Biden, que lleva ya gastado en Ucrania 91 billones de dólares.

Polonia saca a la luz que el misil caído en sus tierras no era de Putin sino de Zelensky, lanzado «por error’ en tierras extranjeras.

¿Por error?  Eso nunca lo sabremos porque la prensa le proteje.

No importa que este señor quiera meternos a todos en una guerra nuclear, hay que seguir tapando todos sus chanchullos como sea, porque su guerra financia a la industria armamentista y a las izquierdas del mundo.

¿O acaso pensabais que el dinero era para salvar Ucrania?

Si se quedaron con las ganas de la nueva temporada de la guerra de Gila, ya está disponible, esta vez localizada en Ucrania.

En estos nuevos capítulos, un disparate tras otro se combinan de forma prodigiosa, llevando a sus protagonistas a situaciones límites tan descabelladas e hilarantes como en temporadas anteriores.

Uno corre el riego de explotar de risa, viendo cómo el público humanitario actual aplaude y apoya a los verdugos que entre slogans de solidaridad y humanitarismo, le llevan al cadalso.

JR

 

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