Hay seres muy extraños en este mundo que se rigen por otras normas y que son capaces de acceder y de compartir todo aquello que reciben con la misma generosidad con las que les ha sido dado.
Existen dos posibilidades para una mente: ser mezquina o ser creativa.
La mente mezquina es aquella que siempre está atenta a las nuevas ideas para convertirlas en propias y transformarlas en prestigio, en dinero o en su propio beneficio. La mente creativa en cambio, es aquella que rebosa ideas sin ninguna intención de apego hacia ellas.
EL ser creativo accede y se relaciona con las ideas de una manera libre. No existe una intencionalidad en su arte ya que el arte es en realidad «el único hacer sin intención». Y éste componente desinteresado es quien ha posicionado al arte como a la expresión sagrada del hombre. Siendo la falta de intención aquello que diferencia al arte de la propaganda.
El arte y la mente creativa se parecen más a la vida que simplemente ocurre, sin esperar nada a cambio. Y la mezquindad se parece mas a los hombres, que miden puntualmente cada acción antes de comenzarla, para sucitar el beneficio esperado.
El ser creativo posee una relación diferente hacia todas las cosas en general. No se siente dueño de nada, ni siquiera de sus ideas. Es consciente de que vivimos en un mundo en donde todo nos pertenece y se encuentra disponible para todos.
El ser creativo comparte desde un rebosar y no desde un plan de negocios generado por una carencia o por una ambición. Su estado de abundancia es quien le impulsa a compartir; las ideas le rebalsan, le sobran, le alegran o le entristecen, pero siempre le entusiasman de tal manera, que se siente incapaz de mantenerlas en silencio o guardarlas solo para si mismo.
La espontaneidad es el perfume que acompaña a estos seres que van por la vida compartiendo, sin ambicionar nada más que alguna esporádica complicidad para no sentirse tan solos.
Un ser creativo jamás te escatimará los detalles de aquello que a él le surge como una fuerza incontrolable y desconocida. Y tampoco manifestará ningún temor a que tú te adueñes de sus ideas, simplemente, porque no las considerará suyas.
Esta es la diferencia entre estos dos tipos de mente: «el sentido de la pertenencia». Mientras la mente mezquina desea adueñarse de todo, la mente creativa se desespera por compartirlo todo.
El creativo sabe que toda idea surge de a una apertura individual hacia algo que se encuentra ya disponible, para todo aquel que también esté dispuesto a abrirse. La idea no sólo está disponible para él, sino que es accesible para todos.
Un ser creativo no especula, no ambiciona nada mas que el deseo de compartir aquello que ha recibido e intuye que nos pertenece a todos.
Las ideas no producen en él una sensación de pertenencia exclusiva, sino todo lo contrario. Cada idea le confirma mas aún, que aquello que pasa a través de él debe siempre beneficiar a todos. Si intentas persuadirlo de un robo, gritará aún mas fuerte sus ideas y seguirá compartiendo todo aquello que él considera que es nuestro.
Es gracias a la generosidad de estas mentes creativas como el progreso seguirá avanzando e intentando alcanzarnos, mientras continúa esquivando por el camino los ambiciosos bloqueos de todas las mentes mezquinas.
J.R
«La mente es como un paracaídas, sólo funciona si se abre» A Einstein.