«Cada ser humano hará con su libertad lo que le parezca, incluso puede elegir ser un esclavo.” Miguel Hachen
Cada cosa tiene su precio y aún aquellas cosas que creemos que son gratis, no lo son.
Para descubrir el precio de una cosa deberás siempre hacer un cálculo matemático y preguntarte a ti mismo qué estás dispuesto a restar de tu vida para conseguirlo.
Si quieres ser un académico deberás renunciar a tu tiempo libre para estudiar, si quieres ser un gran deportista deberás dejar todo aquello que entorpezca tu entrenamiento, si quieres ser un artista, deberás dejar de aferrarte al suelo y si quieres ser famoso deberás dejar de lado tu privacidad.
Si quieres ser un viajero deberás dejar tu casa, si quieres ser un empresario deberás renunciar a tu antiguo horario de oficina y trabajar también los fines de semana y si quieres ser un líder para tu pueblo, deberás dejar tus ambiciones personales y priorizar el bienestar de tu gente.
Todo tiene su precio y éste está marcado por aquello que debes dejar, para conseguir aquello que deseas.
Si realmente quieres ser libre deberás dejar de depender de los demás y comenzar a caminar sobre tus pies, si quieres ser rico deberás trabajar sin descanso, si quieres ser madre deberás renunciar a tu egoísmo y si quieres conocer el amor verdadero, deberás renunciar a tu ego y entregarte por completo.
Quien no esté dispuesto a pagar el precio que tienen todas las cosas adoptará una actitud de víctima y llamará injusticia a aquellos esfuerzos que no ha estado dispuesto a hacer, pero en realidad, habrá sido su propia resistencia quien le habrá impedido que se cumplieran sus sueños, por su falta de disposición para restar algo de su vida.
Asumir que cada cosa tiene un precio es el primer paso para hacerse responsable de la propia vida y comprender que los logros y las renuncias van siempre de la mano es comprender cómo funciona la contabilidad de la vida.
Cada efecto tiene su consecuencia, nada sucede porque sí y cada suma requerirá inevitablemente de una resta previa.
Cuando veas a alguien a quien consideres afortunado o exitoso, acostúmbrate a mirar aquello que no se ve a simple vista y enfoca en aquellas cosas que esa persona ha tenido que dejar para conseguir aquello que tú desearías tener.
Y luego pregúntate a ti mismo si tú hubieras estado dispuesto a hacerlo.
No veas sólo los logros porque éstos no poseen ningún valor en si mismos, si detrás no llevan a una pérdida de sus mismas proporciones. Porque es la dimensión de la pérdida, aquello que da valor a un logro.
Las cosas que de verdad poseen un valor positivo esconden detrás, la misma cantidad de valor negativo.
Y aquellas cosas que no te hayan supuesto dejar nada, nada te darán.
Pero si has dado por ellas toda el alma, entonces te llenarán por completo.
No subestimes nunca a la pérdida porque es ella quien convierte a las cosas en valiosas y pregúntate a ti mismo cada vez que desees algo, cuánto estás dispuesto a dejar para conseguirlo.
Siempre hay que dejar ir una parte, para poder recibir lo nuevo. A veces te compensará y otras veces no lo hará, pero siempre habrá sido tu propio ejercicio de libertad conseguirlas o no.
Este ejercicio te convertirá en responsable de todas tus elecciones y verás qué maravilloso es, no necesitar a mas culpables.
El movimiento de recibir es el de abrir la mano. Al abrirse, la mano inevitablemente debe soltar aquello a lo que se aferraba, para poder coger lo nuevo. Una mano cerrada que está aferrada a lo que tiene es incapaz de soltar y de perder, pero también será incapaz de recibir y ganar algo distinto.
La vida sólo defrauda a aquellos que se cierran a recibir de ella todo lo que brinda.
JR
«El hombre desea ser libre, pero sin querer soltarse de ninguna de sus cadenas» JR