«El Músculo Inútil»

«La alternancia en el uso del músculo es importante porque el uso excesivo de cualquiera de ellos produce tensión y el uso nulo produce atrofiamiento.» JR

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El camina con su camiseta ajustada y su espléndida musculatura cultivada a fuerza de gimnasio; mientras ella carga sola con las bolsas del supermercado, observando desgarbada a aquellos músculos inútiles que sólo sirven para admirar y admirarse frente al espejo.  

Ella cree que mientras el músculo siga siendo sólo un elemento decorativo es inofensivo, pero cuando aquel músculo inútil para el trabajo y que se encuentra siempre descansado se combina con la falta de cerebro, se vuelve un elemento extremadamente peligroso.

Ella sigue andando lento y al pasar por una escuela, oye el sonido de la voz de un profesor que sale por la ventana y que repite siempre la misma lección a sus alumnos, sin intentar despertar a ninguna inteligencia con su discurso. Limitándose a cumplir con el temario que le marca el Ministerio de Educación de «cómo educar a nuevos loros», que muy pronto descubrirán también, el duro entrenamiento que requiere llegar a tener un músculo inútil escondido dentro del cráneo.

Los políticos necesitan y fomentan este tipo de enseñanza para poder gobernar tranquilos porque el tipo de personas que genera, suele ser gente muy manejable y repetitiva  

La alternancia en el uso del músculo es sumamente importante porque el uso excesivo de cualquiera de ellos produce tensión y el uso nulo produce atrofiamiento. Es por eso que la salud se encuentra siempre en ese equilibrio griego, que combinaba al deporte con el arte, la ciencia y la filosofía para lograr el desarrollo de un ser humano completo.

Hoy el músculo se adora y se venera junto al balón, que ocupa un espacio predominante en la cultura actual, de la mano de la prensa rosa, el videojuego y el periodismo tendencioso. Estos son los elementos que la política necesita como arma masiva de distracción, para seguir entreteniendo al pueblo, mientras todo se derrumba a su alrededor.

Siempre me pregunté qué estarían haciendo los romanos mientras su imperio caía, y hace muy poco confirmé que mientras el imperio se derrumbaba, los romanos jugaban. Los juegos, las apuestas y todo el negocio que rodeaba al juego, mantenía al pueblo totalmente ajeno de lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

Por eso no es de extrañar que las primeras medidas que toman siempre los gobiernos populistas sean fútbol gratis y entretenimiento para todos.

Cuando logras el atrofiamiento del músculo adecuado, generas a un ser humano que en vez de cerebro, tiene por encima del cuello a un balón. Su vida gira en torno al balón, sus aspiraciones y sus pensamientos giran en torno al balón y sus alegrías, sus odios y sus amores giran también en torno a un balón.

Hay balones para todos los gustos y cabezas que se van moldeando de acuerdo a la forma y al tamaño de cada pelota. Y la sintomatología de esta patología es la de convertir a la forma de tu cráneo en la pelota a la cual veneras, o sea, te vas convirtiendo poco a poco, en un pelotudo especializado.

Esta palabra argentina, describe a la perfección a una persona que de tanto balón, queda  incapacitada para razonar nada que quede fuera de este tipo de redondez deportiva. Un insulto para algunos y sin embargo, sólo un adjetivo que describe a la perfección a un colectivo masificado.

Nelson Mandela sin embargo, supo ver en el balón al elemento de distracción necesario para un pueblo concentrado en el odio y dividido en todos los aspectos.  El balón supo distender la mirada y enfocarla en otro lado, para lograr así un equilibrio que resultó ser tan constructivo como sanador para Sudáfrica.

La llave para la integridad del ser humano reside en buscar siempre un equilibrio y en saber cuando es necesario ejercitar un músculo y descansar otro, para que ninguno se tensione y ninguno se atrofie, sino que todos se enriquezcan en conjunto, como si fueran un engranaje que se necesita y se retroalimenta.

De esa manera, la caída del imperio no nos pillaría nunca por sorpresa y tampoco nos clavarían un gol en el ángulo en el último minuto, que nos derrumbe y nos haga perder el partido por haber entrenado demasiado a un cerebro pelotudo.

JR

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