«El Aula Viva»

«Cuando un niño se acostumbra a no ser escuchado, va aprendiendo poco a poco a callarse.» JR 

durmiendo

«Este año me ha tocado un grupo de niños con mucha vida»_  comenta Ana.   «Son niños inquietos, llenos de preguntas y que están constantemente levantando la mano para participar y relatar sus experiencias.»

Pero Ana tiene un programa muy extenso que cumplir en este tercero de primaria, en donde se han incluído muchos mas temas de los que había el año pasado.

Ella intenta desesperadamente hacer callar a todos estos niños vivos, que desean contar sus cosas y preguntarlo todo. Porque las horas de clase no resultan ser suficientes para enseñar el larguísimo temario y disponer además, de la posibilidad de escuchar a los niños.  Hay que elegir entre una cosa y la otra, y Ana no tiene opción.

Su trabajo es cumplir con el temario, enseñar multiplicaciones, divisiones de dos y de tres cifras, problemas y hasta números romanos y sistemas de medición en este nuevo tercero, porque hoy en día la competencia es tan feroz, que ya no hay tiempo para ser niños.

Sin embargo, sus alumnos se empeñan en estar vivos; hablan sin parar, están llenos de preguntas y tienen mil cosas para contar.

Ella intenta explicarles que necesitamos callar urgentemente todas sus preguntas y los maravillosos planteamientos que traen, en pos de algo a lo que consideramos ser hoy mucho mas importante.

Pero mientras les transmite este mensaje, Ana sueña con tener un espacio que sea sólo para ellos y al que llamaría«el espacio de las ideas».

Este seria un rincón en donde todo aquello que los niños traen, sería lo único importante.  Una hora mágica semanal, en donde cada uno pudiera exponer voluntariamente algo que le haya sucedido y las preguntas que le han surgido a partir de aquello.

Compartir con la clase sus dudas, sus sueños y hablar entre todos sobre mil temas imprevistos y fuera del temario, pero que incluirían a las cosas que a los niños les inquietan y les preocupan.

 Este seria además un espacio de trabajo grupal, en donde la herramienta principal sería su inteligencia viva, que enlazaría los sueños singulares, en un engranaje hecho en conjunto.

Las horas de recreo no sirven para descargar toda la energía que traen estos niños vivos, porque la energía de las ideas es una energía totalmente distinta a la energía del patio; una que precisa de un guía y de una escucha que la potencie.

Alguien que esté atento a aquello que estos niños traen al mundo, a esa inteligencia fresca que aún preservan y a esa forma de mirar tan cristalina, que nosotros ya hemos perdido.

Cuando escucho a Ana, me pregunto cómo hemos llegado nosotros a perder esa capacidad de mirar y de generar ideas. Y luego comprendo que cuando la inteligencia se acostumbra a no ser escuchada, va aprendiendo poco a poco a callarse.

Uno acepta con el tiempo que aquello que tiene para decir a nadie le importa, y es entonces cuando te limitas sólo a escuchar aquello que los demás te establecen como importante.

Así te vas olvidando de tus preguntas, de tus sueños y de aquello para lo cual habías venido a este mundo. Y un día ya no sabes quien eres, porque te has vuelto una copia exacta a todos los demás. 

Es entonces cuando el aula se vuelve silenciosa y muerta; un espacio uniforme de loros que repiten al unísono siempre las mismas cosas y que sólo aspiran a conseguir una buena nota.

Jóvenes que se han olvidado de preguntar, de descubrir, de crear y de hacer realidad todos esos sueños singulares que hoy se han dormido, pero que estaban vivos en primaria. 

JR

«Un día descubres que no sabes quien eres, porque te has vuelto exacto a todos los demás.» JR

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