«El Engaño Positivo»

_ ¿Qué le ha pasado a tu padre que no ha venido a la reunión del grupo?

_ Está enfermo.

_ Verás, eso no es real, tu padre sólo piensa que está enfermo. Si su mente pensara a partir de ahora que está sano, entonces verás como se sanará. Vé y dile de mi parte que debe pensar en positivo.

Unas semanas después…

_ Tu padre no ha vuelto a la reunión. ¿Le has pasado mi mensaje?

_ Si, pero verás, ahora piensa que está muerto.

 

aceptar-y-no-negar-la-realidad

El pensamiento positivo se ha puesto de moda y contra eso no hay quien pueda, pero cuando el exceso de optimismo comienza a lindar con la estupidez, entonces se transforma en una ideología preocupante.  

Suele ser mas llevadero encontrarse en la calle con alguien positivo que con alguien negativo, aunque para ser sinceros, cuando cualquiera de las dos tendencias se manifiesta públicamente en exceso, cansa igual cualquiera de las dos.

El positivo que no es capaz de observar la realidad con una mirada crítica y punzante en determinadas ocasiones, emite un hedor a ignorancia que alerta, resultando ser además un ser aburrido. Al fin de cuentas ¿qué sabor tiene la vida sin un poco de observación crítica, combinada con una pizca de maldad elocuente?  

Es cierto que el positivismo está muy masificado, pero esto sucede porque los procesos extremos de la positividad y de la negatividad son mucho mas cómodos porque no requieren de un ningún proceso mental creativo.

Basta con decir que todo es bonito y maravilloso para convertirnos en seres encantadores y adaptables a cualquier velada. No habremos aportado gran cosa, pero en muchas ocasiones ser simplemente un ornamento sonriente resulta ser mas que suficiente.

Todos sabemos que aquel que es verdaderamente punzante y gracioso, lo es porque es inteligente. Y no es extraño descubrir que los seres mas inteligentes que conocemos, tiendan muchas veces a la negatividad; un enemigo contra el cual todo ser extremadamente pensante debe siempre luchar. Pero para ser justos, la ignorancia se presenta en los dos grupos sin discriminar a nadie.

La capacidad de ver suele traer algunos inconvenientes y aquellas personas que tienen por costumbre mirar mucho, envidian a aquellos a quienes todo les sorprende y a quienes el mundo les pilla siempre por sorpresa. 

Vivimos en un mundo que nos impulsa hacia el positivismo constantemente, aún a costa de negar la realidad que sucede a nuestro alrededor. Y a quienes muchos utilizan como excusa para no entrar jamás  en acción. Cuando todo va extremadamente bien, no hay nada para hacer y cuando todo va extremadamente mal, tampoco. Por lo cual, los elementos comunes en estas dos tendencias extremas ( positivismo y negatividad) son la pasividad y la inacción en el individuo que las padece.

El mensaje cultural ya no se enfoca sólo en la distracción y en el mirar para otro lado, sino que ahora se promueve la actitud de convertir a la realidad en algo distinto a lo que es. No es casual que la nueva moda sea la realidad virtual, porque ésta es el nuevo producto comercial que alivia esta antigua patología que sufre desde siempre la humanidad. 

Saltamos la negatividad creativa para pasar a la fantasía, pero siempre esquivando la realidad, como si se tratara de un obstáculo dentro del juego.

Este hábito hacia los extremos se cultiva en pos de alcanzar un estado que nos preserve de ser realistas y de vernos a nosotros mismos actuar en consecuencia a nuestra realidad.

«Tienes que pensar en positivo» es el mensaje dirigido a las masas constantemente. «Y hacer como si la parte negativa de la realidad no existiera». Porque sólo es necesario que exista tu deseo. En tu deseo, eres tú quien crea la realidad. Pero nadie nos lee la letra pequeña; esa que dice que un deseo sin una acción consecuente es solamente un juego mental muy entretenido.

Y así vivimos  consumiendo fantasías en pos de crear nuevos deseos que inplican a su vez nuevas negaciones, para aparcar temporalmente en ese mundo imaginario, en donde las cosas son como desearíamos que fueran, pero nunca como son en realidad.

Es cierto que la mente es capaz de abastecernos de un mundo propio y éste suele ser un espacio creativo maravilloso, pero cuando la realidad es completamente distinta a nuestra fantasía sobre la realidad, entonces en vez de propiciar en el individuo una acción creativa consecuente, propende a la estupidez  

Porque a veces por mucho que intentes negarla, la realidad se presenta allí y te estalla inesperadamente en la cara, mientras tú estabas soñando con otra cosa. 

Gracias a los negativos creativos; a aquellos que desconfiaron del positivismo abúlico masificado; es que han acontecido los grandes progresos de la humanidad y que se han evitado grandes desgracias.

Si Einstein hubiera sido un físico positivo y hubiera permanecido contento y entretenido con la teoría de la gravedad de Newton, nunca se hubiera planteado otra alternativa.

Por lo cual los contentos inactivos contemplativos son necesarios para la quietud y la alegría, y los negativos activos son necesarios para la evolución de la humanidad y para evitar catástrofes. 

Como siempre, el único riesgo sigue siendo ser auténtico y atenerse a las consecuencias de lo real.  Pero mientras tanto, uno debería conformarse con ser profundamente negativo cuando amerita serlo y profundamente positivo cuando no nos queda otra opción que la felicidad.

JR

«Dicen que la mentira engaña y la verdad no, pero a mi me han engañado las dos. Ni una era tan cierta, ni la otra tan mentirosa» JR

 

 

 

 

 

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