Muchos de nuestros conceptos han mutado su significado con la irrupción de internet y el límite entre lo público y lo privado no ha sido la excepción, en esta reacomodación que ha provocado nuestro nuevo mundo digital.
Es difícil establecer el lugar en donde comienza y acaba la privacidad para alguien que interacciona activamente en las redes sociales.
Aquello que mostramos no sólo transparenta aquello que buscamos, sino también aquello que deseamos provocar en el público que observa del otro lado; muchas veces dejando rastro de su mirada y otras veces sin dejar constancia de su observación. Porque aquellas personas que te dejan un like o un comentario no son las únicas que te están mirando.
Es cierto que las redes sociales actúan como magníficos amplificadores de ideas y se han convertido hoy en un medio fundamental para la difusión sobre temas laborales, comerciales, políticos y sociales, ocupando un espacio de propaganda para distintos mensajes, con el fin de contagiarlos, esparcirlos y lograr una conciencia y un cambio.
Pero existen tambien muchas otras motivaciones que nos llevan a colocarnos dentro de este escaparate digital y que a veces, aunque camufladas detrás de causas más nobles, enmascaran simplemente nuestra necesidad de mostrarnos y de sentir que estamos vivos.
Todo aquel que se muestra está inevitablemente abriendo una puerta privada. Al escribir este post yo he abierto una puerta hacia algo de mi que era privado y así sucede con cada cosa que compartimos. El mostrarnos es una tendencia presente tanto en las redes, como en todos los demás aspectos de nuestra vida. Y así comprobamos que las redes no son en realidad la causa de nuestras vanidades, sino simplemente sus modernos amplificadores.
Siendo consciente de que todos nos mostramos de algún modo, la única diferencia entre las distintas formas de mostrarse radica en aquello que nos motiva a hacerlo.
El escaparate digital es nuestra nueva pasarela en donde inevitablemente hacemos público todo aquello que hasta ahora era privado o circulaba únicamente en entornos familiares y sociales reducidos. Esto ha sido una ventaja en muchos aspectos y ha sido también un inconveniente en muchos otros.
Lo cierto es que nadie quiere ni puede privarse de mostrarse de algún modo, ni siquiera cuando cree que se esconde, porque incluso quien se muestra ausente, se muestra.
JR