Muchos piensan que estar libre de ideologías consiste en pertenecer al grupo de los tibios; esas personas que se muestran indiferentes hacia todas las cosas y que se preservan de tener que jugarse por alguna postura.
Sin embargo tengo la sensación de que a esta libertad se llega de una forma distinta y se alcanza sólo después de haber recorrido un largo camino. Se arriba a ella con una sensación de profundo cansancio, que no es el resultado de una indiferencia, sino mas bien el producto de una implicación total en las cosas.
La tibieza en cambio es ese lugar en donde nada nunca es demasiado frío ni demasiado caliente como para necesitar de tu intervención. Una comodidad que nos preserva tanto de la valentía como de los fracasos, una posición que evita el esfuerzo y se focaliza en la superficialidad que consiste siempre en guardar las apariencias. Porque la tibieza es considerada como el comportamiento políticamente correcto.
Es cierto que se esconden esclavitudes en todas las ideologías y hay quienes consideran a la ideología como a una pertenencia ineludible, casi como la membresía a un equipo de futbol. Algo que se hereda, se contagia y con lo que mas tarde se debe morir. A estos fanáticos cualquier mutación les parece una traición mortal.
Pero yo soy partidaria de ir liberándose permanentemente de todas las ideologías políticas, sociales y religiosas como si fueran la piel muerta de la víbora que se va dejando sin culpa en cada estación. Y a este recambio hay que hacerlo en cuanto se percibe que la ideología comienza a apartarse de tus parámetros de justicia e impide tu crecimiento.
Porque cuando la ideologia te traiciona, uno debe también traicionarla y redirigir su atención hacia otra distinta.
¿Al fin de cuentas quien es el amo, el hombre o la ideología?
Soy consciente de que muchos llaman traición a lo que otros llamamos vivir manteniéndonos libres de cualquier ideología.
JR
«Todas las cosas están al servicio del hombre para impedir que el hombre viva al servicio de las cosas» JR
Rebeldes Digitales 
Tengo 73 años un largo camino recorrido y uno mas corto por recorrer.
Coincido con J.R uno recibe por nacimiento una transmicion de conductas, de reglas culturales, y hasta una creencia religiosa que hay que seguir, hasta que poco a poco uno va sintiendo una cierta incomodidad con los mandatos recibidos.
No creo que mis padres alguna vez se hayan preguntado, si lo que transmitian era en lo que creian, y yo en esa epoca tampoco cuestionaba nada porque era lo que habia que hacer.
Y es asi como dice J.R, si uno sale de la tibieza de la zona de «»confort»»comienzan a derrumbarse las creencias recibidas y con gran trabajo y dedicacion se comienza a construir su propia y genuina historia.
No es tarea sencilla, requiere de fuertes y muy reflexionados pensamientos y luego de muchas pruebas y errores se va reconociendo y haciendo propias los valores y convicciones que sustentan nuestra vida.
Coincido tambien con J.R que atravesar esas turbulencias que nos obligan muchas veces a mantener el control con pulso firme y no sucumbir a la tibieza del confort, requiere un gran esfuerzo y muchas veces nos consume el cansancio.
Hoy como ya dije con 73 años me siento una persona que trabajo mucho para mejorar lo que era, pudiendo de este modo ser mucho mas feliz y dar a los mios mi mejor vercion , que aun no ha terminado
Gracias J.R