Hace unos años, un amigo al que hace mucho no veía y que estaba pasando por una dura ruptura matrimonial me visitó en casa.
Al ver mi habitación hizo una exclamación que me dejó desconcertado.
– “Ahora entiendo porqué sigues casado y feliz.” _ “¡Es que tienes una manta morada sobre la cama! _ exclamó.
Ante mi mirada atónita, me explicó muy serio que en el feng shui tener elementos morados en la habitación matrimonial, augura armonía.
El comentario me resultó divertido y me alegré en ese momento de que hubiera sido esa casualidad, la que hubiese protegido a mi matrimonio durante tanto tiempo.
Pero al rato comprendí que atribuir mi éxito a la suerte, era la manera que tenía mi amigo de alivianar su fracaso.
Cuando se marchó y habiendo conocido ya los detalles de su ruptura; que no eran más que una interminable lista de intolerancias, engaños, rivalidades y una falta de disciplina conjunta; su comentario dejó de parecerme tan simpático para generarme entonces, una rabia espantosa.
La manta morada había sido para él la responsable de mi éxito. No lo eran nuestro cariño, nuestra lealtad, la paciencia mutua, la superación de la monotonía de la crianza de los hijos con alegria y entusiasmo, la rutina vista como oportunidad para crear un hogar de paz y estabilidad, ni la aceptación de los tiempos difíciles, de los tiempos del otro, de los logros del otro y de los espacios del otro con respeto y disfrute.
No, todo eso para él no contaba, ya que él había reducido nuestro trabajo silencioso a la suerte de tener una manta morada sobre la cama; un detalle casual que había generado según él, un matrimonio feliz.
Existe una liviandad extraña que tiende a desvalorizar el trabajo del otro y a convertir en más pesada la carga de aquel que no está dispuesto a hacer ese esfuerzo.
Es mucho más fácil decir que el otro tuvo suerte, que reconocer que uno nunca quiso hacer el esfuerzo para tener esa suerte.
Esta tendencia a desvalorizar el trabajo ajeno, no sólo está presente en la vida privada, sino también en la vida profesional.
Si bien es cierto que uno está siempre expuesto a múltiples desgracias aleatorias en todos los ámbitos de la vida, también es cierto que el esfuerzo está actualmente a la baja y que todos sus resultados beneficiosos, suelen ser atribuidos posteriormente a la suerte.
Entre nosotros va creciendo una injusticia desvalorizante hacia todo aquel que logra las cosas con años de trabajo silencioso.
Se da más importancia al ruido, al éxito inmediato de aquel que de un día para el otro pasó de no tener nada a tenerlo todo, que al imperceptible trabajo de todos los días.
El hacer de la hormiga; organizado, tenaz, conjunto, estoico, previsor, incansable; ese trabajo invisible y constante es injustamente atribuido a la cómoda y liberadora superstición de haber contado con un amuleto o con una manta morada sobre la cama.
JR
“ La liviandad de una carga depende de la fuerza de las manos que la llevan” JR
Excelente Ejemplo de Humanidad, la vida hoy en día nos enseña , que las cosas tan bellas que tenemos a nuestros alrededor, se deben Valorar por toda la Vida.