“El Lenguaje Textil”

“ Cuando me miro al espejo me pregunto ¿Qué pretenden verse los demás?”

A. Porchia.

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Hay muchas maneras de comunicar y de mostrarse y la indumentaria es una de aquellos recursos con las que contamos, para exhibir nuestra identidad.

Hoy las nuevas corrientes feministas abogan por que cada una sea libre de vestirse como quiera y en el mundo occidental de los libres, eso está por supuesto garantizado.

Pero lo que olvidamos es que por más que uno sea libre de ir vestido como quiera, tu indumentaria siempre comunica.

Dice quien eres, da a entender quien aspiras a ser y refleja tu posicionamiento en el mundo.

Cada uno puede ir vestido como quiera, siempre que se haga cargo de aquello que comunica con su atuendo.

Uno debería además, estar al tanto de que en ciertos barrios, algo que está bien visto en el tuyo puede resultar llamativo, extraño, ofensivo, pretencioso o  simplemente intolerable.

Siempre admiré la elegancia de mi padre y la dedicación que pone en elegir cada día su camisa, su traje, sus zapatos y hasta el pañuelo que sabe hacer combinar con la corbata.

Su elegancia no es otra cosa que la expresión de su alegría de vivir y el respeto de salir a la calle vestido de la mejor manera posible.

Su vestir no es sólo un vestir, sino una celebración de la vida, de la buena convivencia y de la buena educación. 

Pero hay muchos otros meticulosos del vestuario como mi padre; los que se visten de skaters, de surfers, de polistas, de pijos, de gimnastas, de ciclistas y hasta aquellos que van de rapers, de renegados o de sucios y que cuidan al máximo cada detalle de su vestuario porque buscan transmitir al salir al mundo, una forma de ser, de pensar o un estado de ánimo en particular.

Yo mismo he deseado algunas veces, tener a mano un burka para poder salir de casa con el pijama escondido debajo, en esos días en los que escribo y en los que no saldría de mi agujero por nada del mundo.

Pero como no tengo otra opción que la de volver a la vida, ni tampoco cuento con un burka en el armario, me peino y me visto de ciudadano estándar y resignado en mi igualdad, vuelvo a la realidad vestido con unos jeans y una camiseta.

El burka, el hábito, la kipa y todos los atuendos religiosos son también formas de comunicarle al mundo que eres diferente a los demás, aunque a nadie le interese saber a quien rezas por las noches.

Pero lo más extraño de algunas diferencias tan subrayadas es cuando empiezan a parecerse a aquello contra lo que se manifiestan ideológicamente contrarias.

Esto lo he visto en múltiples ocasiones cuando encuentro a los burkas integrales en la fila del Disneyland Paris, con las orejas de Mickey Mouse colocadas por encima.

Y es entonces cuando el cortocircuito del mensaje identitario me explota en el cerebro.

¿Un burka con orejas en la fila del emblema del mundo occidental norteamericano?

En esas situaciones, uno no distingue si la combinación del atuendo se debe a una intención integradora con el mundo occidental o a una ignorancia alarmante sobre la doctrina religiosa que se profesa. O una conveniencia, según la circunstancia.

Muchos tildan de frivolidad a la moda y es cierto que la frivolidad se cuela en todos los ámbitos de la vida, porque la frivolidad nace y crece dentro de todos los fanatismos.

Pero la verdadera importancia de la vestimenta radica en que ésta habla de ti, sin necesidad de que te presentes e incluso mucho antes de que salgas de casa.

Porque lo que cuenta no es solamente cómo te vean los demás, sino cómo deseas tú ser visto y que pretendes que vean cuando te ven.

JR

“En toda frivolidad extrema se esconde además de una evidente inseguridad, el deseo de ser distinto y mejor que los demás” JR

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