La crítica actual al mundo capitalista tiene muchos enfoques. Algunos desean una redistribución de la riqueza más equitativa que promueva las oportunidades y en consecuencia el acceso al bienestar material de todas las personas y de los paises menos desarrollados; pero sin condenar al bienestar material, sino todo lo contrario, exigiendo que todos puedan, en mayor o menor medida, tener acceso a el.
Hay sin embargo, otra postura mucho más extrema cuya queja se parece más al resentimiento, que a la reinvidicacion de un progreso para todos.
Esta tendencia crece cada vez más en los movimientos de izquierdas, que lejos de promover el progreso para todos, lo bloquea sistemáticamente, con la excusa de sus inamovibles y sagradas convicciones anticapitalistas.
Estas convicciones sin embargo, mutan rápidamente en cuanto son ellos quienes acceden al capital. Y se mudan de aquel piso humilde en el que vivían, a un chalet de lujo acorde con su cargo y diametralmente opuesto a su discurso anti capitalista y antiprogreso.
Estos movimientos de izquierdas se parecen más a un partido del resentimiento organizado, que a una convicción política y pierden toda credibilidad y todo el respeto de sus votantes, que se sienten desconcertados al presenciar el cambio radical en el accionar de sus líderes en cuanto acceden al dinero público.
Estos partidos de ultra izquierda que nacieron en España con el descontento popular de una crisis económica y que hoy ocupan escaños en el Congreso de los Diputados, han incrementado su patrimonio personal enormemente, pero no han generado ningún progreso ni propiciado un mayor bienestar en la realidad de sus votantes, quienes hoy siguen descontentos y votarán en una gran mayoría a partidos de ultra derecha en las próximas elecciones.
Este giro de 180 grados parece ser inexplicable, pero no lo es, porque el descontento perdura y busca hoy quien le represente mejor.
Hoy Páblo Iglesias no parece estar tan descontento como antes, gracias a su nueva realidad y por lo tanto, no representa a los actuales descontentos españoles en absoluto.
Pablo se ha quedado con el grupo de gente que sostiene sus mismos principios; profesionales del discurso que saben cómo apelar a la conciencia y a los valores del resentido; esa pseudo convicción política antisistema, que se apacigua rápidamente después de un baño en una bonita piscina.
JR
( foto de la piscina de Pablo Iglesias, líder de Podemos, partido comunista bolivariano)