“Elogio a la Terminación”

Nada me resulta más placentero que estar con gente normal. Y cuando digo «normal» no me refiero a gente perteneciente a un estrato social o económico medio o parecido al mío, sino a gente que se comporta de forma natural esté donde esté, sin intentar ser algo que no es.

Da igual que sean ricos, riquísimos, medios o paupérrimos, intelectuales, artistas, científicos o empresarios; lo asombroso es encontrar a gente que sigue siendo natural, a pesar de su circunstancia.

Todo poder confunde porque acarrea una sensación de omnipotencia, que tiende a hacer creer a todo individuo desprevenido, que es inmune a todo.

Por eso, ante cualquier situación de éxito es importante no perderse nunca de vista y no dejar de ser el mismo de siempre. O como cantaba Serrat: «uno sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto»

Existe en esa conciencia o en esa aceptación de ser lo que uno es, una sensación de relajación. Y en aquel que la posee, se nota.

El poder o la fama hacen olvidar en ocasiones, que uno sigue siendo igual de frágil que antes y que está igual de expuesto al dolor que antes; aunque la sensación de poder y la adrenalina del éxito nos refuercen en lo contrario.

No es casual que a todos nos extrañe mucho más la muerte de alguien poderoso, famoso o rico, que la muerte de alguien desconocido o corriente, porque asociamos al poder y a la fama con la capacidad de ser invencible.

Si alguien famoso muere es increíble, pero si muere un vecino, nos parece sumamente normal.

No vamos a negar, que ante cualquier dificultad, el poderoso dispone sin duda, de muchos más recursos para superarla. Y que la enfermedad, la cura, o la seguridad no es la misma, para unos que para otros.

He tenido estos días, una sensación ambigua con la muerte del famoso baloncestista Kobe Bryant, a quien se le han hecho múltiples y emotivos homenajes; casi como si hubiera muerto un santo. Y muy poco se ha hablado sin embargo, de las otras 7 personas que este hombre decidió transportar en su helicóptero aquel fatídico día, en que no se recomendaba volar por exceso de niebla.

Kobe Bryant era un atleta famoso y parece que se lo hemos pasado por alto. Y es que a la gente poderosa, suele olvidarse muy a menudo, de que también es mortal.

El poder acarrea un tipo ceguera específica, que la persona corriente no padece. La persona sin poder, se sabe indefensa, se sabe expuesta a múltiples peligros y al dolor en general. El poderoso sin embargo, es más propenso a padecer la prepotencia de quien se cree invencible.

Lejos de pretender vivir en un estado permanente de pánico o de ansiedad, poseer este tipo de conciencia de la propia limitación, ayuda mucho a vivir y a disfrutar de las cosas buenas.

La conciencia de la terminación de la vida, hace que uno se empeñe en disfrutarla con cabeza, la conciencia de la salud, hace que uno se esmere en valorarla y la conciencia de la posibilidad de la pérdida o del dolor, hacen que uno aprenda a ser agradecido en la felicidad.

Siempre asocié a la eternidad con un letal aburrimiento, porque todo aquello sin final, termina siempre por dormirnos o cansarnos.

Y paradójicamente, aquella tan temida noción de final, es la que nos alerta, nos activa y nos despierta.

JR

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