“La Ecología en Tiempos de Pandemia”

Si hay un colectivo que disfruta en estos tiempos de pandemia es el colectivo de los ecologistas.

Nada es permanente, «sólo el cambio permanece» decía Heráclito allá por la antigua Grecia y tomar conciencia de nuestra naturaleza no permanente, suele despertar algunas conciencias que se sienten eternas.

La contaminación tampoco será permanente, ya que las pandemias se encargarán de reciclar el ambiente cada tanto, por lo cual, los ecologistas pueden seguir durmiendo tranquilos.

Hoy los más fanáticos de Greenpeace disfrutan de cada muerte porque les dará cinco minutos más de glaciar, y mientras no sea ni su tía ni su madre, quienes reduzcan un par de grados la temperatura del planeta, todo habrá valido la pena y nos habrá salido muy barato.

¿Qué son acaso 10.000 muertes en un mes, si conseguimos que haya cisnes en los canales de Venecia?

-«Nos compensa perder a algunos, con tal de preservar el planeta»_ dicen los eco-friendly.

Y su argumento es totalmente cierto, pero estas almas caritativas, nunca se ofrecen como voluntarios para este imperioso reciclaje. Curioso ¿verdad?

El problema con el aislamiento y el racionamiento actualmente, parece ser que nadie da de comer a las gaviotas en las Islas Canarias, ni a los gatos callejeros de Madrid y éstos empiezan a mostrar su lado más salvaje ante la escasez.

Por lo cual, la presencia humana, tan contaminante por cierto, servía al menos para civilizar a las fieras.

Siempre recuerdo una historia rumana de la época del comunismo. Había tanto hambre en Rumania que los perros callejeros se habían vuelto lobos y si te cruzabas con uno por el campo te devoraba.

La gente mataba perros como si fueran hienas. Y esto mismo pasa en todos los paises pobres. Los perros allí no son esos animalitos indefensos occidentales y con derechos.

Los animalitos monísimos del National Geographic también son muy ecológicos y si ven una presa humana a su alcance en un día en que tienen hambre, no se lo piensan dos veces y lo hacen por el planeta.

Hay que reconocer que es increíble ver cómo cambia el paisaje con algunos hombres menos. Los índices de mortalidad son inversamente proporcionales a los índices de contaminación. Cuantas más muertes, menos contaminación.

Ahora entiendo a la juventud europea y americana que persiste en el botellón multitudinario. No son malos, sino sabios.

Saben hacer cuentas y calcular que cuantos más viejos mueran, menos polución habrá.

Al menos hasta que empiecen a llegar ellos mismos a urgencias, no por el Corona virus, sino por los picotazos de las gaviotas hambrientas de la playa.

El problema con esta generación de ecologistas es que generalmente no crean empleo ni bienestar. Viven del bienestar creado por las generaciones que les preceden, pero no saben realmente hacer nada más que protestar.

Son como los hijos inútiles de los padres ricos. Esos que nunca lograron nada por sí mismos y lo saben.

Para olvidarlo se drogan y se emborrachan y llegan a la mansión de papá en estado de coma, para reprocharle que su problema es que les ha faltado cariño, cuando en realidad, lo que les ha faltado es hambre.

El hambre transforma mucho, motiva, moviliza y convierte a lo doméstico en salvaje, a la debilidad en fortaleza, al capricho en disciplina, a la carne fofa en músculo y a la manía en mano de obra.

¡Ay! ¡Dios nos libre de quedar vivos y a cargo de esta generación de blandos, alérgicos, inútiles, drogadictos y ecológicos!

Pero aún así, no puedo evitar seguir maravillándome con los bajos índices de polución que nos deja esta pandemia y me pregunto si los chinos no podrán la próxima vez mutar un poco más al murciélago y darle un envión, para que la selección mortal empiece la próxima vez por otro lado.

¡Qué limpios estarían los cielos, cuánto menos colapso tendríamos en el consumo de internet, de electricidad, de comida, cuánto menos gastaríamos en universidades, reduciríamos el narco tráfico, el consumo de alcohol, los atentados terroristas, las violaciones, los accidentes de tráfico!

Y así, mientras ellos ruegan por que se respete la cuarentena en la próxima epidemia que les afecte principalmente a ellos, los mayores podríamos hacer botellón y ocuparnos de lo verdaderamente importante: seguir alimentando a las gaviotas.

JR

Un comentario en ““La Ecología en Tiempos de Pandemia”

  1. Este post es realidad en estado puro, refleja lo que es una sociedad, un grupo de holgazanes que no hacen nada por cambiarla. Dejémonos de ser tan políticamente correctos y seamos más atrevidos, ya no solo por nosotros, sino por el mundo.

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