“El desafío de Educar”

«La paternidad/ maternidad es la única carrera en las que se te otorga el título, antes de haber cursado las materias».

Es cierto que convertirse en padre o madre insufla una sensación de poder; uno de pronto siente la satisfacción de haber traído una vida al mundo; habiendo sido en realidad, sólo el vehículo en todo este mágico proceso.

No me canso de ver en los perfiles de las redes sociales enunciados como » padre, hijo, esposo, suegro, cuñado, abuelo de» como si se tratara de títulos nobiliarios.

Todos sabemos que ser padre no es ni fácil ni barato, pero de ahi a anunciarlo en las redes sociales como un logro o como una carta de presentación personal, me resulta un recurso sentimentaloide, presumido y en la mayoría de ocasiones, inadecuado.

El anunciarte como «padre» no presupone que seas un «buen» padre, por lo cual esa información no aporta en sí misma un valor positivo a tu persona.

Y aunque fueras un buen padre; los tiranos, los asesinos, los nazis, los integrantes del KGB; también eran cariñosos y afectuosos con sus hijos y con sus mascotas.

Por lo cual, este tipo de detalles tan universales, no te hacen especial en ningún sentido.

La paternidad o la maternidad no deberían presuponer un punto a favor ni en contra en la evaluación individual de un ser humano.

Ser padre no es un mérito en sí mismo.

Lo peor de la paternidad es sin duda la tarea de educar; …difícil carrera la que tiene por delante este título nobiliario…

Si el hijo triunfa, entonces «la fruta no ha caído lejos del árbol», si el hijo fracasa, generalmente es porque ha salido clavadito a la otra rama.

Sólo nos adosamos a la sangre los triunfos del cachorro y endosamos a cobro revertido los desaciertos del engendro.

Educar es un coñazo y no hay buen padre que no coincida en que decir que «no» es mucho más difícil que decir que «si».

Lo más fácil es siempre mirar para otro lado, no perder tiempo en involucrarse y dejar que el niño se vaya haciendo solo. Y es que al final, los niños no nos pertenecen del todo…

Pero aquello que vuelve, son las consecuencias de sus errores cuando son menores de edad o no disponen de recursos suficientes para afrontar las consecuencias de sus errores.

La mayoría de edad ya no está marcada por un número de años, sino por un número en la cuenta de un banco. Y es que la independencia real, sólo aparece con la independencia económica.

Hasta no ser independiente económicamente no se convierte el joven en mayor de edad, ni en un ente responsable total de sus actos.

La mayoría de edad funciona en la medida en la que uno es capaz de pagar en todo sentido por sus errores.

Es duro hablar así de la paternidad, ya que pasamos de pronto del orgulloso y empalagoso título en twitter; «padre, esposo, hijo, suegro, cuñado» ; a la realista visión de los hechos reales que incluyen todas esas maravillosas y promocionadas relaciones humanas.

Como todo en esta vida, hay líneas delgadas que convierten a toda virtud en un defecto.

La libertad es libertad hasta cierto punto y la educación es educación hasta cierto punto también. Una vez traspasada la delgada línea de la virtud, la libertad se convierte en violencia y la educación también.

Hay que educar, si, pero no tanto. Hay que ser libre, si, pero no tanto.

Cuando tu virtud se hace violencia, entonces ya no es virtuosa. Y cuando tu libertad la paga otro, ya no es tan libre.

Lo difícil no es la receta, sino la medida de cada cosa.

El término medio entre educar y adoctrinar; entre dar libertad y limitar, entre mimar y dar responsabilidad, entre estar presente y saber cuando desaparecer, entre la ponderación y la crítica, entre la dependencia y la autonomía, entre el cariño y la asfixia; son sin duda lo más duro en esta carrera con título previo.

No es fácil la tarea que tiene un padre por delante y no siempre tus esfuerzos serán valorados ni evaluados como tú lo esperas.

Pero presumir en las redes sociales de que eres «padre» no te hace ni especial, ni bueno, ni poderoso, sólo muestra que estás cursando la carrera más ambigua, más común y corriente e impredecible de todas.

JR

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