Mucho se habla hoy en día de que el mundo se ha polarizado y de que son muy pocas ya, las posturas intermedias con respecto a determinados temas.
Personalmente, no creo que el término medio se haya extinguido en pos de la polarización, sino todo lo contrario; creo que la polarización en muchos casos, es el contra -balance necesario para regresar a un término medio.
Con esto quiero decir que la mayoría de las personas que últimamente se han polarizado lo han hecho porque perciben un peligro inminente en un extremo.
Cuando hablamos de la actual polarización deberíamos preguntarnos primero por qué sucede, mucho antes de juzgarla tan negativamente.
En épocas de nazismo también hubo polarización; o estabas a favor o estabas en contra del régimen.
El término medio no era ni adecuado ni valiente.
Muchos fueron sin embargo, los que se mostraron tolerantes con esa ideología en pos de evitar involucrarse y prevenir un conflicto personal.
Pero si el mundo entero hubiese permanecido «tolerante y moderado» frente a aquella ideología totalitaria; seguramente otro hubiera sido el resultado de la Segunda Guerra Mundial y otro también el destino del mundo.
La moderación es recomendable en la salud y en la economía, pero no es para nada adecuada frente a la aparición de un peligro.
De hecho, uno no se modera para defenderse de un grave peligro.
Uno se defiende como puede y con los elementos que tiene disponibles en ese momento porque en esos casos, la resiliencia y la moderación pueden resultar fatales.
Frente a la creciente polarización deberíamos preguntamos entonces ¿cuál es el peligro que percibimos como inminente?
Cuando me reúno con venezolanos expatriados y me relatan su experiencia chavista, me la cuentan como un proceso que comenzó lleno de ideales y de buenas intenciones, un proceso muy lento y lleno de distracciones, que contó con un pueblo pacífico y resiliente, moderado, cómodo y sumiso.
Un buen día el pais cambió y lo hizo efectivamente contando con esa ayuda: la moderación de un pueblo pacífico y distraído; que rehúye del conflicto y del enfrentamiento.
Este es el alimento para todo régimen totalitario; sea éste de derechas o de izquierda.
Hay momentos en la historia en que la polarización es síntoma de un peligro, e ir contra ella a destajo, es trabajar para fomentar y acelerar ese peligro.
Negar o no darle la importancia suficiente al nazismo o al chavismo incipiente fue alimentarlo y darle alas para crecer.
Un pueblo valiente se declara contrario al totalitarismo y si tiene que polarizarse se polariza.
Porque hay veces que para volver a un punto medio hace falta hacer un contra balance urgente.
El «cobarde actual» comparte los ideales del totalitario en la medida en que no se enfrenta a él ni lo denuncia, para seguir pareciendo siempre un «hombre moderado».
El pueblo que no encuentra en sus líderes a esa figura fuerte que le proteja del abuso, cambia de líder en busca del amparo de otros más valientes, porque nadie quiere ser representado por un cobarde.
La cultura del «ser bueno y tolerante» trabaja a favor de todo sistema totalitario, que aplica un sistema de obediencia y de temor, manteniendo así el camino despejado para avanzar en su proyecto.
Mis amigos venezolanos me aconsejaban ante todo, «reaccionar a tiempo»; pero si reaccionas te tildan de haberte polarizado y consiguen acomplejarte.
«Qué mal verte así, tú que siempre fuiste tan moderado»… te dicen.
Y me imagino que algo parecido le dirían también a Churchill…
Y así es como evitan que te defiendas, cuando todavía estás a tiempo de hacerlo.
JR