“Palabras nuevas para decir las mismas cosas”

Explicar la materia «Filosofía» se ha vuelto una rutina cotidiana en mi casa.

Mi hija de 16 años está convencida últimamente, de que no sabe pensar.

Su nueva asignatura de Filosofía; la ha atiborrado de conceptos inútiles e intelectualoides, a los que cuesta mucho darles un sentido.

Esta materia debería de haberle causado justamente el efecto contrario; ella debería llegar a casa diciendo .. «estoy empezando a pensar y a cuestionarme cosas que nunca antes me había preguntado». Porque ése es el resultado consecuente de una buena clase de Filosofía.

Me resulta sumamente preocupante que se provoque en los jóvenes esta aversión a la Filosofía y al pensamiento, desde tan pequeños.

A cierta edad, se debería incentivar al individuo a ejercitarse en el pensar por sí mismo.

Es muy habitual que se usen palabras raras y complicadas para explicar las cosas más sencillas. Y es que la gente necesita sentirse importante, creativa, intelectual, reciclada, inteligente y original al repetir lo mismo de siempre.

La nueva filosofía se ha plagado de intelectuales que hablan de cosas básicas en terminología difícil, para justificar los argumentos de sus patrocinadores y la falta de valentía y de creatividad de su existencia.

Cuando bajamos del pedestal a Popper o a Kuhn nos damos cuenta de que dicen lo mismo de siempre con un montón de palabras nuevas, pero terminan diciendo lo mismo que decía Platón; (no podemos acceder a la verdad absoluta, sino que solamente accedemos a ver sombras de una verdad temporal, condicionada por nuestro tiempo/ espacio y por nuestra forma específica de mirar).

Se ha puesto de moda inventar palabras raras y conceptos difíciles para decir lo mismo de siempre y para ocultar siempre las mismas cosas.

Todo filósofo fuera de su contexto temporal, social y cultural es solamente un loco; un ser delirante al que nadie comprende.

Y es que el buen filósofo debe de responder a una realidad, a sus circunstancias y a las problemáticas concretas de su propio tiempo.

Todo aquel que se considera un filósofo es aquel que analiza los problemas reales y cotidianos de su tiempo, (de su hoy).

Y si aún existen conceptos atemporales es porque tenemos aún, las mismas preguntas sin respuesta y el mismo elemento natural y humano insondable e indescifrable.

Volver a nombrar no es crear, sino disfrazar a lo mismo con un traje distinto; pero en donde la esencia continúa siendo la misma.

Llamar «ministerio de defensa» o «ministerio de la Paz» (según 1984 de Orwell) a un ministerio de guerra, es un re -branding emocional acorde a los nuevos tiempos.

Porque ese ministerio, nunca dejó de ser el mismo ministerio de guerra que era antes.

Nombrar distinto no es transformar algo, sino transformar la percepción sobre las mismas cosas.

Si llamas al ministerio de Guerra «ministerio de defensa», de pronto te sientes aliviado y autorizado a poseer un derecho inalienable a preservarte; pero si lo llamas directamente ministerio de la Paz, sientes que de él emana una justificación y una justicia suprema, sin derecho a la opinión, ni al reclamo de nadie.

Lo mismo sucede con el nuevo «ministerio de la censura» español; al que se llamará «Ministerio de la Verdad», para disfrazar de Sacra filosofía de estado, el control total de la información que se nos provee.

Y por lo tanto, diseñar al antojo del Estado, la percepción de la realidad en la que vivimos; sin otras versiones, mas que la oficial.

Cuando se escogen palabras tan nobles como «paz» o «verdad» para disfrazar otras cosas, no se hace al azar, sino que se apunta directamente a la percepción emocional que todo ciudadano tiene de dichos términos.

Es decir, se escogen las palabras como anzuelos de manipulación. ¿Quién está en contra de la paz o de la verdad?

Mi hija llega a casa creyendo que no sabe pensar y sospecho que ése es sin duda el verdadero plan.

Y me temo que muy pronto no sea para ellos necesario ni conveniente pensar, porque un «ministerio del pensamiento» les dará los conceptos y las coordenadas necesarias para conducirse según la «nueva verdad».

La llenarán de palabras nuevas, permitidas y bonitas, que no discriminan a nadie, a las que disfrazarán de nueva ética y de «nuevo orden mundial» para administrar pacífica e igualitariamente el re-branding del control y de la desigualdad de siempre.

JR

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