Mucho se habla hoy en día de la necesidad de conocer nuestro propio valor y de hacerlo valer ante los demás.
La aparición de coaches que nos ayuden a mirarnos de una manera más positiva y de darnos el empuje necesario para atrevernos a conseguir nuevos objetivos, está en auge.
Pero lo que he observado es que en ocasiones, lo que se consigue con el coaching, no es afirmar la autoestima, sino crear una nueva forma de dependencia.
La gente comienza a depender del coach para todo y éste se convierte en ocasiones, en nuestro consultor económico y financiero o en nuestro consejero espiritual permanente, del que ya no sabemos prescindir.
Muchos han tenido la fortuna de venir de un hogar en donde se promovía la autoestima; padres y madres que les decían a sus hijos lo valiosos que eran y lo capaces que serían de conseguir todos sus sueños en la vida.
Yo conocí a un padre que se deshacía en ponderaciones hacia sus hijos y los hijos salían al mundo sintiéndose altos, guapos,capaces y estupendos, aunque no lo fueran tanto.
Construirse un ego es fundamental para sobrevivir en este mundo. Sin él no se llega a ningún sitio, pero no existe una única forma de conseguirlo.
Aunque el apoyo familiar en la autoestima es recomendable para todo ser humano, no es el único camino viable hacia ella.
En ocasiones, el que nadie crea en ti y el que nadie espere nada de ti, es justo la gasolina que se necesita para conseguir el éxito.
¿Cuántas historias conocemos de personas por las que nadie daba un duro y que con el tiempo nos han dejado boquiabiertos?
Por eso, no es bueno desanimarse ante la falta de fe o confianza ajena, ya que muchas veces, aquel mal presagio malintencionado e incluso el mal deseo de los demás, es la fuerza más poderosa de todas, para movernos hacia el éxito.
Hace muchos años compré una parcela llena de malas hierbas y de piedras. Y allí donde no crecía mala hierba, era porque un pedrusco lo impedía.
Solían decirme con cierto realismo mezclado con envidia y desprecio «esto jamás será un jardín, olvídate»
Y yo, que no sabía nada de jardinería, pero que siempre voy en contra de lo que piensa el público en general, encontré un nuevo motor en mi vida: construir mi jardín.
Hoy mi jardín es un vergel en el medio de una sierra.
En mi caso, descubrí en el impedimento y en la condena ajena al fracaso, una motivación poderosisima. Y descubrí también a esa voz interior que nos dice :»ya vas a ver tú, de lo que yo soy capaz»
Hay una cierta malevolencia en empeñarse en demostrar el error del mal presagio ajeno, pero yo puedo asegurar que de ella, se obtiene una fuerza inigualable.
Por lo cual, he llegado a la conclusión de que en el caso de no haber recibido una autoestima en casa o de nuestro entorno, existen muchas otras maneras de conseguirla por nosotros mismos o yendo a contracorriente.
Uno nunca debería victimizarse por la falta de confianza que nos tienen los demás, ni compadecerse de su destino o por la incomprensión o falta de apoyo que recibimos, sino que por el contrarío, deberíamos transformar esa fuerza en contra, en energía.
Lo importante es construirse una autoestima y alcanzar nuestros sueños y si alguien tiene que quedarse boquiabierto y mordiéndose la lengua después … ¡mucho mejor!
JR
Muy de acuerdo… Y si me gustaría aclarar que el Coaching profesional auténtico no debe crear dependencia.. Precisamente trabaja el autoconocimiento a través de la autoconciencia para generar esa autoconfianza que fomenta la autoestima en un tiempo limitado (7-9 sesiones) porque cada persona es sabia y cuenta con recursos propios a potenciar.. y cuando es capaz, y consciente de lo logrado, no precisa del coach.
🙂 Gracias!!!