
Todos sabemos que frente a un hecho determinado cada uno puede percibir el hecho de una u otra manera.
Esta percepción no cambia el hecho en sí mismo; el hecho es uno, pero las percepciones pueden ser infinitas e individuales.
Esta subjetividad natural se llama individualidad y es lo que significa ser un ser humano.
El problema de la subjetividad es cuando la percepción individual intenta imponerse a los demás o negar los hechos.
O sea, cuando llegamos a un parque y vemos una pared, cada uno es libre de interpretar a la pared como quiera, pero la pared está allí, existe y tiene una historia, más allá de tu percepción.
Cuando la subjetividad personal se intenta imponer como verdad absoluta, hablamos entonces, de una actitud autoritaria y opresora.
Esto está pasando hoy en el mundo. Cada subjetividad intenta imponer su mirada al otro y algunas subjetividades llegan a tal extremo, que logran negar la realidad y decir que la pared no existe, sólo porque ellos no la ven.
El problema con el Marxismo cultural es que se ha convertido en una fuerza opresora que obliga al otro a ver las cosas a su manera.
Ya no queda lugar para la libertad de la mirada o de la opinión ajena, sino que la realidad pasa a ser la subjetividad que ellos te imponen.
Se establece entonces un sistema de educación determinado, se cambia el lenguaje y demás estupideces, para adiestrar a las nuevas generaciones a negar la existencia de la pared.
Pero la pared está allí, puedo tocarla y verla; pero aún así debo fingir que no está, si quiero aprobar la materia y no molestar a los marxistas, que rápidamente se sienten “microagredidos” con cualquier opinión que sea distinta a la suya y que no repita el mantra del adoctrinado.
Y así vamos disimulando, negando las realidades para no disentir y para no crear problemas innecesarios y vamos poco a poco cediendo nuestra voz, nuestra libertad y la educación de nuestros hijos al marxismo cultural intolerante.
Y todo lo hacemos para evitar ser condenados al escarmiento público de las redes.
Comenzamos entonces a negar la realidad porque ellos nos dicen que lo que vemos no existe y todo aquel que lo vea, es un fascista.
Hemos comprobado con la pandemia que el miedo domina rápidamente y seguimos comprobándolo con esta izquierda que utiliza a la amenaza como forma de coacción permanente.
Otra de las tácticas que utilizan para silenciar y amedrentarnos es el color de la piel o el sexo.
La táctica del “White privilige” sirve de mordaza para hacer callar a todo aquel que tenga la piel blanca.
Los blancos son desacreditados automáticamente y no pueden opinar sobre ninguna cuestión porque son blancos (con excepción de los blancos de izquierda, que por supuesto, no son tan blancos)
Lo mismo sucede con los temas feministas, si no eres mujer no se te permite opinar sobre temas como desigualdad, violencia de género o aborto. Y aunque seas mujer, si opinas distinto a ellas, se dictamina unánimemente que no eres mujer, sino una bruja a la que queman rápidamente en la hoguera.
Y así van callando con eslóganes inventados, a todos aquellos que no piensen como ellos.
Y así van robando sin que nadie se atreva a oponérseles al tan alclamado cuento verde.
Encontraron en el clima no sólo una religión, sino la excusa perfecta para robar sin que nadie se atreva a pedirles una factura.
¡Fascista! Te gritan si osas preguntarles a qué cuenta en Suiza van a parar los Eco/ green trillones de impuestos americanos.
Si como profesor te niegas a cambiar tu programa, se te hostiga y se te amenaza hasta hacerte renunciar.
El drama de la Educación en los Estados Unidos está servido; los profesores son supervisados, investigados y hostigados para enseñar lo que la izquierda manda y considera acorde a la nueva ideología.
Las asignaturas como Filosofía e Historia son suplantadas por doctorados en teoría crítica de la raza, maestrías en género etc, en donde se intenta establecer los nuevos fundamentos científicos de nuestra era marxista; que hombre y mujer son solamente dos subjetividades y demás negaciones que sirven para perpetuar el odio y la división racial por los siglos de los siglos… (eso si, mucho cuidado! Porque no conozco a nadie de izquierdas que no tenga a una chica de la limpieza o a una nanny en su casa , algo que curiosamente no es considerado esclavitud, ni opresión, ni privilegio por estos seres tan selectivamente subjetivos)
El problema del fracaso de la izquierda en el mundo es que pierden mucho tiempo con la pared.
En vez de ponerse a trabajar, hacen de la pared su forma de vida, y así mantienen al pueblo distraído, resentido, envenenado y siempre pobre.
El político pro activo en cambio, ve la pared, imagina que se construyó por algo, investiga, se informa y decide si es pertinente para el bien común derribarla o no.
Si hay que echarla abajo lo hace y termina con el tema de la pared para siempre. Y sigue trabajando.
El político de izquierda ve la pared, dictamina al instante que es mala, que va en contra de sus principios, la pinta, la decora, la disfraza y sigue hablando de la pared, luego la niega, la demoniza, vuelve a redecorarla, y sigue hablando de lo mala que es la pared.
Y si en algún momento se decide a derribarla, dice que sigue existiendo, niega que haya desaparecido y sigue hablando de la pared durante 10 años más.
El problema de la izquierda es que habla demasiado, miente demasiado, juzga demasiado , promete demasiadas falsedades, persigue demasiado , disfraza demasiado , adoctrina demasiado, se victimiza demasiado , inventa demasiado , vuelve a victimizarse demasiado, persigue, intimida y vuelve a victimizarse otra vez.
Si se decide a avanzar, lo hace siempre mirando hacia atrás y como es de preveer se hace mierda contra el muro; ¡que sigue ahí!, porque aunque cobró por el derribo, nunca lo derribó.
Y sigue así…siempre negándolo todo, porque para ellos la realidad siempre es subjetiva.
JR