
Cada vez que algo te sale mal por un error de decisión o de cálculo, uno espera no ser el único. Este instinto tan primitivo es una forma de autoconsuelo; la de encontrar a otro que padezca nuestro mismo mal o sufra nuestra misma mala suerte.
Sin embargo, aquel al que le va bien, no tiene tiempo de mirar alrededor, ni de mirar la suerte o la desgracia de otros y muchas veces peca de indiferente, pero difícilmente de estar metido en la vida ajena.
Pero hay otras veces, en las que el cagado desea y ruega con maldad, que haya otros muchos como él, para no sentirse el único.
Estas sensaciones, que en ocasiones me explicaba mi abuela con sus sabios y milenarios dichos, se me hacen muy presentes en los tiempos de la vacuna.
Si los vacunados estuvieran tan contentos con su vacuna, no tendrían tiempo de estar viendo si el vecino se vacunó o no se vacunó.
Pero como parece ser que la vacuna no ha dado los resultados esperados, sino todo lo contrario, se les nota una especie de rencor envenenado, hacia los que se libraron de la jeringa.
Hoy se contagian más los vacunados que los no vacunados, cuando debería suceder justamente lo contrario y sin embargo, los vacunados exigen más que nunca antes, que se vacune a la fuerza a los exentos.
Esta nueva guerra social que los medios y los gobiernos vienen impulsando no es casual. No nos olvidemos que las políticas actuales se basan en la búsqueda del enemigo común. Nada une más a las tribus musulmanas que se odian a muerte entre sí, que el odio conjunto hacia Occidente.
Y esto mismo sucede aquí. Nada une más a las masas políticamente rivales que el odio común al no vacunado. Izquierda y derecha, verdes y rojos, se funden en un odio común y preparan la hoguera para todo aquel que no se haya convertido a la religión del momento: la locura COVID.
A mi no me quedó opción que vacunarme porque mi trabajo consiste en viajar, (algo que los no vacunados tienen terminantemente prohibido entre otras millones de cosas), pero por estar vacunado, no odio a los no vacunados que pasan a mi lado; sino todo lo contrario, les admiro.
Porque a pesar de que toda esta política les pretende cerrar el mundo y prohibirles todos sus placeres, ellos siguen fuertes.
Ojalá yo pudiera algún día ser tan valiente.
Esta insistencia enfermiza en la vacunación con una vacuna que evidentemente no funciona, me genera mucha desconfianza y dudo que esta fanática cruzada tenga buenas intenciones.
Espero que los efectos secundarios de este experimento covid no me hagan mucho efecto, pero por las dudas, he avisado en casa, que si me ven trabajando para el manifiesto eco- comunista de Soros y Gates o votando a la izquierda, me den con un hacha en la cabeza, sepan perdonar y entiendan que tal comportamiento responde únicamente a un efecto secundario provocado por la vacuna contra el virus fabricado en China.
Digan luego, que el crimen fue por ser anti vacuna; así será un asesinato justificado, vanagloriado por los medios y por las autoridades pertinentes y sin necesidad de abogado, de juicio, ni prision para nadie.
“Vacúnese antes de que le vacunemos en la hoguera” gritan a dos voces los vacunados envenenados y contagiados, mientras los medios apoyan, difunden e inflaman. Y las masas aplauden y twittean sintiéndose empoderados y buena gente: “ # a la hoguera😘❤️ #hoguera is love 💚 #hoguera es salud 🔥🤗.
JR