“Cómo vender una Guerra”

Para vender cualquier producto en el mercado lo primero que hay que hacer, es hacerle creer a la gente que lo necesita.

Cuando tú ofreces un nuevo servicio o producto, resulta fundamental que la gente sienta que eso era justamente lo que estaba esperando.

Muchas veces es así, pero muchas otras, se inventa una necesidad ficticia que se fabrica a base de manipulación psicológica, gráfica y moral.

Muchos de los productos que hoy consumimos son percibidos como algo que nos merecemos; por trabajar duro, por ser mujer, por ser joven, por ser inteligente etc.

Cuando uno consume, más allá de una necesidad fundamental, uno se convence de que uno se merece ese producto; como premio o como compensación por alguna otra cosa.

Esto es algo muy común en una sociedad que ha hecho del consumo, no solamente un entretenimiento, sino también una forma de distracción, un consuelo o una reivindicación moral.

Uno ya no consume sólo porque necesita algo, sino para participar y apuntarse a determinadas causas.

Y esto mismo sucede con las guerras. La guerra también es un producto con el cual muchos salen beneficiados, a costa de los demás.

Para vender una guerra lo primero que debes hacer es convencer a la gente de que es su deber y su responsabilidad defender determinados valores.

El consumidor comienza entonces a sentir que su deber moral es apoyar esa guerra y que no hacerlo, lo convertiría en una persona insensible, amoral o indiferente.

Esto mismo han hecho Hitler con su pueblo, Putin con el suyo y Zelensky con todos nosotros.

De pronto ahora todos somos Ucrania y debemos apoyar a un pueblo al que no conocemos de nada, ni sus políticas, ni a sus políticos, ni sus problemas internos, ni su corrupción, ni sus conflictos raciales, ni su historia.

Ahora pareciera que de pronto están en juego nuestra libertad, nuestra Democracia, nuestros valores morales y debemos salir a defender a un señor que nos dice que si no lo hacemos, los próximos en ser invadidos seremos nosotros.

Lo triste de toda esta historia es que pocos son aquellos que saben de política internacional y menos aún, sobre las relaciones de occidente con Putin.

Pero igualmente, todos apoyamos a Ucrania incondicionalmente, porque nos han hecho creer que ese es nuestro deber moral.

Nuestro nuevo deber moral es ahora apoyar una guerra nuclear y todo porque Zelensky está empeñado en ser parte de la OTAN.

Una de las condiciones que preservaron la paz durante tantos años, fue la condición de que Ucrania se mantuviera como un país neutral en la frontera con Rusia.

Trump promovió y respetó ese acuerdo y su negativa a apoyar militarmente a Zelensky le costó su famoso empechment.

Biden al asumir el gobierno, se ocupó rápidamente de revertir todas las políticas de Trump en todos los ámbitos y hoy Ucrania está invadida por los rusos y Estados Unidos está al borde de una guerra nuclear.

Nada de todo esto es una sorpresa. Pero opinar distinto a la opinión pública es para la mayoría estar a favor de Putin y rápidamente uno es demonizado y tratado como tratan ahora a todos los rusos y a los no vacunados.

Se les exilia del mundo, se les priva de su libertad y se les demoniza públicamente.

Pero como el covid nos ha acostumbrado a que aplastar al disidente es lo moralmente correcto, ninguna de estas políticas nos parecen ya totalitarias, sino muy justas.

Y así es como vamos poquito a poco, acostumbrándonos a apoyar el micro totalitarismo. (que es el totalitarismo aplicado de a poquito… y sin dolor)

Opinar como Biden es ahora ser el bueno de la película; seguir empujando hacia una guerra nuclear, pactar con Irán, subvencionar el régimen de Maduro y apoyar a Zelensky para que consiga su tan ansiada base de la OTAN en Ucrania, con armas nucleares apuntando a Rusia.

¡Y todo en nombre de la libertad y de la democracia!

Pues no señores, yo no compro su producto.

Teniendo ya buena experiencia en educar niños y aunque me llaméis inmoral por no pensar como vosotros, yo creo que parar a tiempo al caprichoso de Zelensky y respetar los acuerdos que mantienen la paz mundial, son hoy, sin duda, las mejores de entre todas las ofertas.

JR

“La Democracia Fallida”

El error de los pueblos que viven en Democracia es el de creer que todos la desean igual que ellos.

Pero el tiempo y la experiencia en el extranjero, nos ha demostrado ya en muchas ocasiones, que no siempre es así.

Estados Unidos creyó luego de la guerra fría en los años 90, que había conquistado el mundo con su modelo de vida, basado en las libertades individuales; pero el tiempo nos demostró que tanto Rusia como China fortalecieron sus versiones comunistas, con distintos modelos económicos, pero con una base ideológica intacta.

Crease o no, existen países que quieren seguir siendo comunistas, te guste a ti o no. Y para mantener la paz, resulta fundamental respetar esa decisión. Porque no todas las cruzadas democráticas terminan bien.

La guerra en Ucrania sorprendió a la mayor parte de la población que desconocía las tensiones que ya existían en la zona desde hace más de 15 años.

Pero no llamó la atención de aquellos que trataban el tema desde hace años y desde los departamentos de defensa del mundo y que sabían que un Estados Unidos y una OTAN fuertes y energéticamente independientes eran condiciones fundamentales para contener a Putin y para mantener la paz en Ucrania. Situación que cambio radicalmente a los pocos meses del gobierno de Biden.

Putin puede parecer un loco para muchos de ustedes, pero muy lejos de estar loco y aunque muchos disientan con sus tácticas y sus formas, tenía razón.

La incorporación de Ucrania a la Otan está suspendida desde hace años porque Putin lo puso como condición para no invadir dicho país. Pero el reciente coqueteo del presidente ucraniano con el gobierno de Biden, que impulsó el delirio de libertad sin proveer de armas destructivas al país con antelación, provocó esta masacre innecesaria.

Como es lógico, Putin no quiere bases militares de la OTAN en su frontera ( Ucrania) de la misma forma que USA se negaría a que Rusia o China instalasen bases nucleares en Mexico o en Canadá.

Porque debemos convenir que la distancia de seguridad es un requisito fundamental para la buena convivencia y para la paz internacional. Como lo es también el equilibrio de fuerzas. Cuando un país se siente en riesgo, no ataca.

Pero después del papelón de Estados Unidos en Afganistán, quedó claro para Putin que éste era su momento. Biden sin duda dejo muy clara su falta de visión y su deplorable gestión en política internacional.

Si bien intentan ahora convencernos de que Ucrania tiene muchas posibilidades de victoria en la lucha contra los rusos, sabemos que esto no es factible, a menos que se involucre la otan y se desate entonces, una guerra mundial nuclear.

Mientras tanto, ahí están los ucranianos defendiéndose como pueden, rogando por municiones y suministros, mientras Rusia termina con su avance.

Si hay un defecto en ésta civilización occidental es la tendencia a la fantasía, que no sólo nos ha servido para vivir siempre distraídos y entretenidos con otras cosas, sino para convencer al resto de la población mundial, de que la vida debe parecerse siempre a una película de Disney.

Desgraciadamente los ucranianos creyeron a los vendedores de humo y hoy están pagando las consecuencias de la ficción europea y democrática que Biden, la OTAN y su gobierno de ineptos les vendieron sin darles municion.

La ampliación de Europa no es posible con Putin, porque ampliar Europa incluyendo a Ucrania, es poner en riesgo la seguridad de Rusia.

Por eso es que Ucrania se estableció como una zona neutral, que garantizaría la paz entre dos formas muy distintas de vida y de ver el mundo; la de occidente y la de Oriente.

Estas formas distintas de ver el mundo marcan además una diferencia abismal entre prioridades y valores, que difieren totalmente en un lado y en otro.

Lo que es prioridad en occidente ( libertades, derechos, ecología, sexualidad libre, felicidad, bienestar) no es prioridad en Oriente ( patria, tradición, sacrificio) por lo que no sorprende que las sanciones de Europa a Rusia, no hagan el daño que esperaban a un país con una mentalidad tan distinta a la nuestra.

Un ruso o un chino no piensan como un americano. Pero la mayor de las diferencias es que ellos sí conocen a su enemigo.

Darle una guerra al mundo da de comer a la industria de armamento y a las ONG, entretiene a los medios, convierte de pronto en héroes a los gobernantes más ineptos, justifica la inflación, distrae, despista a los mercados; pero no deja de ser una tapadera para la incapacidad de gestión, de previsión, de visión y de negociación de quienes nos dirigen.

JR

“Echando de menos a Trump”

Si la debilidad atrae la invasión, entonces es muy lógico que Putin haya invadido Ucrania. No se espante ni se asombre, porque es lo que tenia que pasar.

Y esto es lo que sucede cuando el pueblo prefiere a un presidente débil a uno fuerte.

Al pueblo de hoy le gusta el líder que posa con su perrito, come helado, se emociona con un vídeo de facebook y todas esas sensibilidades que hoy son requisitos indispensables para enamorar a una audiencia, acostumbrada al espectáculo.

Los mandatos de la época exigen a un prototipo de líder con un tono bajito, un discurso vacío, dual, complaciente y calmado, una apariencia delicada y una dialéctica suave. Es por eso que la izquierda adiestra a sus personajes políticos a “parecer buenos” ante la cámara.

El prototipo de este tipo de personaje prefabricado es “Obama” el líder más querido por las audiencias internacionales, quienes con sólo verle la sonrisa blanqueada, caen rendidos a sus pies.

Trump en cambio era directo, muchas veces desagradable, brillante, exitoso, estratega y sobre todo valiente. Pero esas cosas resultan molestas para un público tan sensiblemente adiestrado a admirar la hipocresía.

Curiosamente durante el mandato de Trump no hubo guerras ni invasiones rusas a países vecinos, pero de todas maneras, la oposición lo consideraba un presidente sumamente peligroso en twitter.

El abuelito Biden en cambio, encajaba perfectamente en el perfil del candidato buenazo, político de carrera y sensible a las necesidades de las distintas comunidades americanas. Pero durante su gobierno, la cosa resultó muy distinta a lo imaginado y se disparó la inflación, el crimen, las normativas dictatoriales del covid, el cierre de las plantas energéticas, el ingreso de diez millones de ilegales, la vergonzosa salida de Afganistán y finalmente la invasión de los rusos a Ucrania.

Todos sabemos que estas cosas con Trump no sucedían, porque a pesar de ser un personaje insolente, el mundo le respetada. Y Trump conocía cómo se movía el mundo.

Desgraciadamente y en muy poco tiempo empezará también China a avanzar sobre Taiwán, e Irán se hará con su arma nuclear, porque como dice el dicho… “si se puede bailar, bailamos todos”

Y esto es lo que pasa cuando la debilidad se convierte en norma y se corre la voz de que la veda está abierta.

Porque aunque muchos crean que la paz se consigue sin hacer ningún esfuerzo, para que haya paz, se necesita tener mucho carácter, mucha estrategia, mucha disciplina y mucho trabajo.

Si todo esto nos sirve de algo, que nos sirva para aprender que la debilidad, no es una virtud, sino un peligroso defecto, que atrae a todo tipo de maldad.

Y que estar gobernado por un “malo” es mucho más seguro, que ser gobernado por un abuelito que juega a hacerse el valiente poniendo en riesgo al mundo, y que en realidad es un tarado.

JR

“Anciano en busca de Guerra”

Mucho se habla últimamente de la importancia de salvar a Ucrania. Te pasan vídeos de sus maravillas y de su gente, de la importancia de su cultura y de su legado y de lo importante que es protegerles a toda costa de los rusos.

Pero lo curioso es que en cuanto Biden tomó el mando en esta cruzada, temblaron no sólo los ucranianos, sino también los rusos y los chinos.

Pero no todos tiemblan de miedo por supuesto, los chinos tiemblan de risa.

Y es que todo lo que Biden toca se convierte en mierda. Yo lo llamo el rey Salomón invertido. Aquel rey, convertía en oro todo lo que tocaba, pero el viejo Biden hace justo lo contrario.

El poco tiempo de Biden en el poder han sido meses de calma, ningún tweet escandaloso, conferencias de prensa leídas de un pronter con mucha dificultad, millones de frases incoherentes, balbuceos, anécdotas disparatadas, poquísimas respuestas a periodistas, una salida caótica de Afganistán, una inflación de más del 7.3 y en aumento, olas de crímenes y robos imparables y fronteras abiertas de par en par para los indocumentados.

Sin duda todo ha ido como la seda y según el plan trazado por sus socios de ultra izquierda, que van trayendo millones de votantes del tercer mundo para las próximas elecciones y mientras conducen teslas, esquían en Aspen, echan de menos el suministro fluido de aguacate y se dedican a seguir echándole la culpa de todas las desgracias que provocan sus políticas a los tweets de Trump del 2020.

Mientras tanto, y en perfecto timing con la amenaza rusa, se descubre que el rubio tuitero tenía razón y que la trama del complot ruso que le inventaron era obra de los Clinton, del FBI y de la CIA y de que efectivamente, lo espiaron durante toda su campaña y luego durante su mandato en La Casa Blanca.

Por supuesto CNN evita tocar el tema y los demócratas son incapaces de dar la cara limitándose únicamente a hablar de Rusia y de su inminente invasión.

El problema con Biden es que tiene que pagar favores a la industria de armamento militar que le apoyó con miles de millones de dólares en su campaña y ahora, cómo es de esperar, hay que darles alguna guerra.

El viejo, cada vez más decrépito, busca ahora una guerra, y desesperado intenta asustar al pueblo americano, convencerles de que salvar a Ucrania es sumamente importante y de que Rusia avanza sin parar y el ataque es inminente.

Mientras tanto, el presidente de Ucrania y Putin se miran horrorizados de ver a este viejo delirante inventarse una guerra.

Y es que Putin es un hombre de negocios y sólo busca un acuerdo para que Ucrania no forme parte de la OTAN. (Una incorporación totalmente improbable por cierto)

Pero el viejo americano sigue buscando una guerra y mira por donde, hasta Putin se ha asustado de ver a semejante loco, igual que les pasó a los rusos aquella vez que trataban con Fidel Castro. Se asustaron tanto los rusos, que dijeron que Fidel Castro no era un comunista, sino un loco de remate.

Pero el viejo Biden insiste con su guerra, que por supuesto empobrecerá aún más al pueblo americano, creará más inflación y mucho más gasto. Y Ucrania pide por favor que le saquen al viejo tonto de encima, que les traerá mucha más desgracia de la que ya tenían con los rusos en la frontera.

Y observando semejante espectáculo delirante, China se parte de risa: ver a los Estados Unidos quebrarse por dentro, ver cómo ellos solitos se auto destruyen igual que aquel imperio Romano de Occidente antes de la Edad Media, es un espectáculo apasionante para cualquier chino dictador y comunista que quiera ser la primera potencia.

Y mientras Putin se retira, inteligente y para no darle el gusto al americano deudor; el viejo se hace el héroe.

“Que malo soy, todos me temen” piensa el viejo, mientras chupa un cono de helado de chip chip chocolate, antes de tomarse la medicación de la tarde.

Y mira por donde, la verdad es que si. Todos te temen viejo loco; y especialmente el pueblo americano. No hay más que ver las encuestas y la economía americana.

Putin siguió los sabios consejos de mi abuela que decía. “soldado que huye, sirve para otra guerra” y “líbrame de los tontos, que de los malos me cuido solo”

Y con estos dos consejos, más algún llamadito de Trump explicándole a Putin el riesgo de tratar con este viejo loco, Rusia se hará inteligentemente a un lado, comprará palomitas y verá auto destruirse sin ayuda de nadie al imperio americano, en manos de un viejo tarado, enfermo, corrupto y testarudo.

Porque no hay mejor victoria que aquella que se gana, sin tener que mover ni un sólo ejército.

JR

“La Nueva China”

Mirad bien esta cara de galleta: es la del nuevo dictador comunista de Canadá.

Ayer este nuevo dictador proclamó un estado de emergencia en Canadá que le delega sin interferencias, todos los poderes.

Y la Democracia, esa de la que hablan tanto los líderes de izquierda, es la que queda suprimida al instante.

Y no vaya usted a creer que esta medida de emergencia ha sido por una guerra mundial ni por una nueva variante del cuento chino de la gripe, sino por una protesta de camioneros, que está en contra del pasaporte sanitario obligatorio, que se ha impuesto como normativa ya en medio mundo, para que el ciudadano pueda salir de su casa y gozar de una vida digna.

Sin ese pasaporte, uno pierde todos sus derechos, entre los que está, en muchos países ya, el circular libremente, el trabajar, el viajar, el ser intervenido en una emergencia sanitaria o el acceder a la educación.

Si señores, el nuevo emperador de Canadá ha proclamado hoy en su autocoronación, que confiscará las cuentas de todos aquellos que apoyen económicamente a los disidentes de sus políticas totalitarias. A quienes llamó además, pro terroristas.

O sea que la disolución de todo tipo de disidencia y la existencia de otros partidos políticos que no sea el suyo, está en puerta.

El partido político único permitido será muy pronto sólo el suyo y quien no acate sus órdenes o apoye a quienes protesten contra ellas, será despojado de su libertad, de su trabajo y cómo no, de sus cuentas bancarias, que serán confiscadas al viejo estilo comunista de la URSS, Venezuela o Cuba.

El dictador Trudeau no ha parado allí y sabiendo que hoy la cripto moneda está aún sin controlar y que le quedaba fuera de su abanico de comando, ha decidido nombrarla moneda de lavado de dinero y dinero pro terrorista, por lo cual, muchachos digitales, se les acabó la fiesta.

¿O acaso pensabais que los comunistas sólo iban a quedarse con el dinero en metálico y analógico? ¡No! No os hagáis ilusiones. ¡Nada escapará de su dominio! Ni siquiera la moneda de los que se creen modernos e intocables.

El nuevo dictador Trudeau, que comenzó su carrera igual que empiezan todos los dictadores contemporáneos occidentales; haciéndose el tolerante, el sentimental, el ecologista y el humanista; hoy se ha quitado la mascarilla una vez más y nos ha mostrado sin tapaboca, que toda esta trama nunca fue por el coronavirus del murciélago mal cocido por casualidad en Wuhan, sino que se trató de una estrategia de ir poco a poco quitándonos las libertades, una a una y por temas de salud. Y así poquito a poquito, instalarnos el comunismo chino.

La cosa se ha acelerado un poco, ya que nadie contempló la disidencia. Nadie imaginó jamás, que la gente común (…y menos aún los canadienses) saldría del estado de pánico que sembraron los gobiernos, las instituciones sanitarias y por supuesto los medios de comunicación (que sirven al poder de las dictaduras de izquierda desde hace años, apoyando sus tramas y tapando toda información sobre sus delitos) para exigir la libertad.

Hoy, o se piensa como el nuevo dictador chino- canadiense o te aplastan.

Así tal cual lo ordenó el cara de galleta “eco friendly” de Trudeau.

“Crush them” ordenó sin pelos en la lengua el ecológico pacifista canadiense, al viejo estilo de su admirado Stalin.

Si, así, cómo si fuésemos galletas o cómo si fuésemos cobardes.

La pregunta es… ¿lo somos?

JR

“Anti vacunas y la Nueva Policia”

Siempre que entrevisté a gente sobre la Segunda Guerra Mundial les preguntaba cómo fue posible que nadie reaccionara a tiempo, frente a las barbaridades de Hitler y de Mussolini.

Y todos me respondían siempre lo mismo: “No nos dimos cuenta, porque todo iba pasando muy poco a poco, primero una ley, al año siguiente otra ley y así sucesivamente, hasta llegar al horror y a la injusticia total”

Otra de las respuestas era siempre :”Nunca creímos que nos pasaría a nosotros, pensábamos que el nazismo era algo local, algo que sólo sucedía en Alemania”

Si hemos aprendido algo de tanta historia nefasta es que el totalitarismo no viene jamás anunciado con carteles y luces de neón, sino que viene disfrazado de otra cosa y revestido de palabras bonitas como equidad, libertad, igualdad, sanidad, dignidad y fraternidad.

Poco a poco, igual que aquellas personas que no se vieron venir nada, también nos hemos ido acostumbrando a la nueva policia; esa que va sin uniforme y que se encarga de pedirnos pasaportes covid y documentos hasta para tomarnos un café y cuyo procedimiento ya nos parece de lo más normal, porque el abuso está hoy organizado, justificado y soportado en nombre de la salud.

Incluso infligir estos abusos está hoy muy bien visto. Ya sea por una mascarilla baja o inexistente o por no tener el pase, se nos ha hecho costumbre el mirar mal a la gente y sentirnos con derecho a disciplinarla.

Hablamos de libertad y de humanidad en Facebook, nos hacemos los buenos y los “diversos”, siempre publicamos corazones y perritos, hacemos huelga de hambre por la extinción de la abeja de montaña, damos nuestro comprometido “like” a cualquier campaña humanitaria virtual; pero cuando salimos por fin del escaparate digital, no toleramos ninguna diferencia, nos espanta la falta de subordinación al mandato y estamos siempre dispuestos a denunciar, a apalear o a humillar a cualquiera públicamente, por la cruzada nazi sanitaria.

Nos hemos convertido en una civilización de nazis asquerosos y orgullosos, convencidos de estar haciendo lo correcto por la salud.

Somos nazis, pero con buenos y saludables motivos: evitar todo contagio y permanecer siempre sanos.

Tuve varios amigos que nunca vacunaron a sus niños, eran anti vacunas de toda la vida, pero nadie les negó jamás el saludo, ni dejó de invitarles a los cumpleaños infantiles por no tener la vacuna de la polio, de la hepatitis A o de la varicela.

Hoy, todos esos “no vacunados contra nada”, están vacunados contra el COVID. (sólo contra el COVID) y ahora se han vuelto los más nazis de todos.

Dicen que esto mismo sucedía en los campos de concentración, en donde los guardias más crueles eran los guardias judios, porque éstos debían demostrar que eran más nazis que los nazis.

La otra noche estaba cenando en un restaurante callejero y una pareja de ancianos de casi 90 años se sentó en la mesa de al lado. Apenas entraron, el “camarero- policia” de 20 años, les solicitó su green pass.

Los dos viejitos buscaban con dificultad en sus abrigos, aquel papel plastificado con el código de vacuna nazi, que seguramente alguno de sus nietos les había impreso para que pudiesen salir de casa.

Uno de los ancianos lo encontró y finalmente lo enseñó con sus manos temblorosas, mientras que el otro, nunca llegó a encontrarlo en el abrigo.

El “camarero- policia” les informó que si el señor no tenía el pase, debían retirarse. Y sin chistar, los dos pobres ancianos comenzaron a ponerse de pie y a colocarse los abrigos, mientras enfilaban hacia la salida.

Nadie reaccionó. Nadie movió un dedo para ayudarles, ni para intervenir frente a tanto abuso disparatado. ¡Ellos! La generación eco humanitaria que llora a moco tendido en las redes por la extinción abeja de montaña, es incapaz de sentir nada por otro ser humano al que se le deniega un derecho fundamental.

Me levanté furioso y fui a buscar al dueño del restaurante, que resultó ser una mujer de más de 70 años. La mujer comprendió enseguida la ridiculez de la situación y les dijo a los ancianos que por favor, volviesen a su mesa.

Muchos me preguntan ¿cómo se hace para parar el totalitarismo? Y mi respuesta es que se debe parar igual que como se empieza: poco a poco y con la ayuda de todos.

Pero eso si, los miedosos, los juzgones, los policías y los colaboradores del régimen se abstendrán de intervenir por principios de salud y no reaccionarán, por supuesto.

Hasta que les toque a ellos.

JR

“Perspectiva Peligrosa”

La palabra “perspectiva” proviene del latín (perspicere: ver a través de) y consiste en la capacidad de ver las cosas desde un punto de vista particular.

La perspectiva en la pintura aparece recién en el Renacimiento con la aparición del “hombre moderno” que deja atrás la mirada fija y blindada de la Edad Media, para renacer y elegir una nueva visión, forjando además, una nueva era.

Cuando tenemos un problema al que no le vemos ninguna solución, se nos recomienda generalmente encararlo con un cambio de perspectiva, para encontrarle una opción distinta o adquirir una nueva forma de mirar las mismas cosas, desde otro punto.

Uno empieza entonces a cambiar el ángulo y la distancia y aquello que antes estaba demasiado lejos, se vuelve cercano y aquello que antes parecía demasiado grande, se vuelve más pequeño.

Si tuviera que hacer una composición artística de la mentalidad actual, diría que el autor está demasiado omnipresente en la obra; ya que existe una sobrevalorada presencia del yo y una nula presencia de la acción de ese yo, sobre la obra.

El “yo víctima”es lo que se cultiva y se educa con esmero en estos tiempos; siendo el resultado de esta larga educación, un joven que culpabiliza de su presente y de su futuro a los demás.

Uno de los grandes problemas que presenta el cambio de mentalidad de esta época tiene que ver con un cambio de perspectiva, que se fomenta desde la educación infantil y en el que desgraciadamente, se ha situado a la responsabilidad muy lejos del individuo

Uno de los ejemplos más tangibles es por ejemplo el tópico tan cansino del cambio climático.

Se cría a niños a quienes desde el jardín de infantes se arma de pancartas, de slogans y de reclamos. “El mundo que nos dejan”. “El mundo que merecemos” etc, son algunas de las exigencias que se le inculcan al niño, ni bien tiene uso de conciencia.

Y se le cria convencido de que le han estafado y traicionado y de que tiene derecho a exigir un mundo mejor. Pero a ese mundo mejor deben proveérselo los demás.

El prototipo de graduado universitario termina siendo un ser enfadado, que antes de haber comenzado su vida laboral, ya se siente estafado. “Nos roban el futuro”. “El empresariado sólo quiere ganar dinero y explotarnos”.etc, son algunas de las más comunes barbaridades que llenan la cabeza de un graduado universitario actual.

Y uno se lamenta de que tanta educación sólo haya servido para crear seres tan resentidos, con tan pocas ideas, tan pocas habilidades y tan pocas ganas de trabajar.

La falta de creatividad y de acción de una generación de graduados llenos de rencor, responde a que se educa a las nuevas generaciones con la visión del víctima, desde el parvulario hasta la universidad.

Los jóvenes desde pequeños van cultivando la exigencia, el reclamo y el desánimo, mientras se les inflama de un falso ego que insiste en hacerles creer que ellos son seres sumamente importantes, que se lo merecen todo, sin tener responsabilidad ninguna de crearse con su trabajo su propio futuro.

Se evita ante todo responsabilizar al individuo de su presente y de su futuro, acostumbrándole desde pequeño, a que todo fracaso presente o futuro es y será siempre culpa de alguien que nunca es él.

Y se le transmite una sensación de derrota anticipada, que acarrea desde mucho antes de empezar a luchar por su vida, con el mensaje de que todo da igual, y que haga lo que haga, será inútil y no servirá de nada, porque todo está ya mal hecho por otros y confabulado para perjudicarle el futuro a él.

El joven se gradúa convencido de que tiene derecho a todo, pero sin responsabilidad de proveerse ninguno de esos derechos por si mismo.

Esta visión del mundo incluye por supuesto la visión platónica de la vida, que consiste en la existencia de un mundo ideal, (que aún nadie ha conocido), pero al que ellos sin duda tienen derecho y alguien les está negando.

El problema es que ese mundo ideal con el que se los educa no ha existido jamás y con muy poco de estudiar historia, uno puede comprobarlo.

El mundo ideal nunca existió. Cada generación construyó sobre las condiciones que le tocaron. Pero estoy convencido de que no hubo ni tanta queja, ni tanto derecho divino, como el que se reclama hoy en día.

Uno hizo lo que pudo con lo que tenía disponible, que sin duda era mucho menos de lo que tienen los jóvenes ahora, pero como uno estaba constantemente haciendo y trabajando, no tenía tiempo para perder, en buscar a tanto culpable.

Se exige constantemente el derecho a un mundo ideal, pero uno no puede tener derecho a aquello que no se ha ganado o construido para sí mismo. Y este es el quit de la cuestión: no conseguir nada por sí mismos y ser siempre unos mantenidos.

Se nos ha hecho tan común escuchar exigencias como : “el derecho a la vivienda, a la salud o el derecho al ocio” que ya son reclamos que nos parecen muy normales.

Y yo me pregunto ¿adónde figuran esos derechos?

El único derecho que yo recuerdo haber aprendido de la Constitución es el derecho al trabajo, el derecho a la libre circulación y el derecho a la libertad de culto. Curiosamente, los tres derechos que intentan abolir nuestras “democracias” socialistas.

A mi me enseñaron que el trabajo era lo que te proporcionaba el derecho, o no, a todo lo demás. Y para tener derechos uno debía trabajar. Pero ahora pareciera que el trabajo fuese una mala palabra.

La peligrosidad de esta perspectiva contemporánea radica en que coloca a la responsabilidad muy lejos del individuo

Cuando este cambio de perspectiva sucede, la culpa y la responsabilidad de todo lo que me pasa la tiene otra persona.

Y cuando la culpa es de otro, se crea odio hacia todo aquel al que considero responsabie de mis males y de todas mis carencias.

Esta perspectiva es la que utilizan los tiranos pata fracturar las sociedades, concentrar poder y hacer que un grupo odie a otro grupo en una región.

Así lo hizo Hitler en Alemania con el odio a los judíos, lo hizo Perón en Argentina con el odio a los ricos y lo hizo Obama en Estados Unidos con el odio a los blancos.

Buscar a un culpable y criar generaciones de víctimas y de resentidos es una táctica fácil para concentrar poder sin necesidad de ningún logro, generar rivalidad y motivar la violencia.

Criar víctimas y resentidos, seres acostumbrados al reclamo desde el parvulario, seres que se creen merecedores de todo sin mover un dedo y alérgicos a asumir cualquier tipo de responsabilidad, es una bomba de tiempo.

Necesitamos un cambio de perspectiva y acercar a la culpa lo más posible en el cuadro, hasta que toque a su autor.

Y cuando la culpa se acerca tanto al autor de la obra, mágicamente metamorfosea, convirtiéndose en responsabilidad.

Porque asumir la responsabilidad sobre nuestra propia vida es nuestro único e inalienable derecho.

JR

“La Nueva Normalidad Fascista”

Si usted desea vivir la experiencia nazi o comunista, no hace falta conseguir la máquina del tiempo o devorarse una serie de Netflix sobre la Segunda Guerra Mundial o sobre la vida en Moscú o en Berlin del Este.

Hoy usted puede vivir toda la experiencia en primera persona, haciéndose un viajecito por Australia o por la Unión Europea y sentir en carne propia, todas las sensaciones de temor, de nervios, de control y de tormento, que experimentaron nuestros ancestros, víctimas de estos regímenes totalitarios.

Hoy en pleno siglo XXI usted tiene la oportunidad de experimentar en vivo el comienzo del fascismo de Hitler o de Mussolini, viajando por Italia o por cualquier otro país europeo.

Y si tiene la fortuna de embarcar al vuelo, una vez que le hayan controlado ocho veces todos los formularios, PCRs y pases sanitarios pertinentes, podrá entonces continuar con su experiencia fascista en tierra.

Coja un billete barato en cualquier aerolínea y llegue al aeropuerto en donde será hostigado y atocigado desde que entre a la terminal hasta que suba al avión, por guardias de seguridad, policías, personal de tierra de la aerolínea, azafatas, personal de limpieza, etc, para continuar luego en tierra, hostigado por personal de inmigración, aduana, taxistas, recepcionistas de hotel, camareros, vendedores de churros y toda la población de fascistas colaboradores con “el régimen del green pass” que sólo cumplen la ley, al igual que los nazis y los rusos obedecían las leyes de sus líderes.

Usted no se enfade, porque ellos no tienen la culpa de hostigarle a cada paso o de dejarle en tierra, fuera del museo, del restaurante o del café, porque al igual que los nazis alegaron en los juicios de Nuremberg, ellos sólo cumplen órdenes.

Lo bonito del poder es que engancha igual que el anillo de Frodo en el señor de los anillos y aquel que en un principio parecía bueno, en cuanto agarra el anillo o accede a la aplicación de control del green pass, se transforma y saca de dentro suyo un nuevo ser: “la oveja fascista”.

Y así va poco a poco, descubriendo el poder que tiene el “no”.

Usted no embarca, no entra, no come, no sube, no viaja, no vota, no toma café.

De pronto el “no” se vuelve un poder adictivo. Decir que “no”es imposibilitarle al otro un camino, quitarle la libertad, la independencia, y da una sensación de poder maravillosa. Yo domino. Tú obedeces.

Pasito a pasito, suave suavecito, nos van llevando por un camino de ida, hacia un sistema totalitario, al que se accede voluntariamente y convencido, pero que no piensa detenerse con fin del Covid. Ya que el COVID y su infinidad de futuras variantes fueron y seguirán siendo fabricadas con este fin.

Como todos saben que a usted lo único que le importa es la salud, ellos están cuidándole. Usted acepta y agradece que papá estado le quiera tanto. Se vacuna, hace lo que papá estado le manda, se vacuna otra vez y cree que por fin, ha conseguido su pase verde para siempre.

Luego viene la tercera dosis obligatoria de refuerzo y usted sigue complaciendo a papá estado que le protege sin medida.

Pero de pronto un día, el pase sanitario le sale en rojo en la aplicación móvil del controlador de turno y suenan todas las alarmas, llega el personal de seguridad y usted se queda varado, fuera de un bar o en un aeropuerto y es considerado un terrorista sanitario y condenado como “peligroso depredador”.

Luego de pasar por todos los tormentos que usted se merece por no estar con la vacuna al día, comprende por fin, que su pase en rojo se debe a que ya no importa la cantidad de dosis que usted se dio según el reglamento, sino la fecha de la primera dosis.

Su pase ha caducado y usted debe volver a comenzar con todo el procedimiento.

Mientras usted está distraído entre tanto trámite, tanto palo en la nariz diario y pinchazo, el mundo a su alrededor va cambiando poquito a poquito, sin que usted tenga tiempo de darse cuenta de nada, ya que a duras penas sale de casa.

Cada mañana enciende el canal covid 24 hs y vuelve a meterse el palo por la nariz; esa nariz temerosa y obediente, que ya no sale a ningún lado, porque con pase rojo nadie le recibe. Y ni hablar de ir a casa de nadie. Con pase rojo, ni los amigos le recuerdan.

El aislamiento al que es condenado por temas de salud pública, se parece a una prision, pero como usted tiene Netflix y se ha hecho adicto a Ibai y a los videojuegos, sigue sintiéndose libre, porque gracias al mundo del progreso, usted está cómodo y además, tiene internet.

Usted está subsidiado, cuidado por papá estado, viviendo una realidad virtual en donde nada ni nadie puede hacerle daño, tiene acceso a WhatsApp y al canal porno, está seguro en casa cumpliendo con las normativas del distanciamiento social justo y necesario y tiene glovo y Amazon a su disposición. ¿Qué más quiere? ¡No sea desagradecido!

No se queje, siga recibiendo los cuidados de papá estado, que lo quiere un montón y que además, le está dando miles de vacunas anuales “gratis”.

Y si todo va bien, en un tiempo, papá estado le dará otro pase verde (válido sólo por unos meses), para que usted puede volver a vivir la agradable experiencia nazi/ comunista desde fuera de casa, hasta que la luz roja en su pase, vuelva a aprisionarle.

JR

“La Hoguera de los Vacunados”

Cada vez que algo te sale mal por un error de decisión o de cálculo, uno espera no ser el único. Este instinto tan primitivo es una forma de autoconsuelo; la de encontrar a otro que padezca nuestro mismo mal o sufra nuestra misma mala suerte.

Sin embargo, aquel al que le va bien, no tiene tiempo de mirar alrededor, ni de mirar la suerte o la desgracia de otros y muchas veces peca de indiferente, pero difícilmente de estar metido en la vida ajena.

Pero hay otras veces, en las que el cagado desea y ruega con maldad, que haya otros muchos como él, para no sentirse el único.

Estas sensaciones, que en ocasiones me explicaba mi abuela con sus sabios y milenarios dichos, se me hacen muy presentes en los tiempos de la vacuna.

Si los vacunados estuvieran tan contentos con su vacuna, no tendrían tiempo de estar viendo si el vecino se vacunó o no se vacunó.

Pero como parece ser que la vacuna no ha dado los resultados esperados, sino todo lo contrario, se les nota una especie de rencor envenenado, hacia los que se libraron de la jeringa.

Hoy se contagian más los vacunados que los no vacunados, cuando debería suceder justamente lo contrario y sin embargo, los vacunados exigen más que nunca antes, que se vacune a la fuerza a los exentos.

Esta nueva guerra social que los medios y los gobiernos vienen impulsando no es casual. No nos olvidemos que las políticas actuales se basan en la búsqueda del enemigo común. Nada une más a las tribus musulmanas que se odian a muerte entre sí, que el odio conjunto hacia Occidente.

Y esto mismo sucede aquí. Nada une más a las masas políticamente rivales que el odio común al no vacunado. Izquierda y derecha, verdes y rojos, se funden en un odio común y preparan la hoguera para todo aquel que no se haya convertido a la religión del momento: la locura COVID.

A mi no me quedó opción que vacunarme porque mi trabajo consiste en viajar, (algo que los no vacunados tienen terminantemente prohibido entre otras millones de cosas), pero por estar vacunado, no odio a los no vacunados que pasan a mi lado; sino todo lo contrario, les admiro.

Porque a pesar de que toda esta política les pretende cerrar el mundo y prohibirles todos sus placeres, ellos siguen fuertes.

Ojalá yo pudiera algún día ser tan valiente.

Esta insistencia enfermiza en la vacunación con una vacuna que evidentemente no funciona, me genera mucha desconfianza y dudo que esta fanática cruzada tenga buenas intenciones.

Espero que los efectos secundarios de este experimento covid no me hagan mucho efecto, pero por las dudas, he avisado en casa, que si me ven trabajando para el manifiesto eco- comunista de Soros y Gates o votando a la izquierda, me den con un hacha en la cabeza, sepan perdonar y entiendan que tal comportamiento responde únicamente a un efecto secundario provocado por la vacuna contra el virus fabricado en China.

Digan luego, que el crimen fue por ser anti vacuna; así será un asesinato justificado, vanagloriado por los medios y por las autoridades pertinentes y sin necesidad de abogado, de juicio, ni prision para nadie.

“Vacúnese antes de que le vacunemos en la hoguera” gritan a dos voces los vacunados envenenados y contagiados, mientras los medios apoyan, difunden e inflaman. Y las masas aplauden y twittean sintiéndose empoderados y buena gente: “ # a la hoguera😘❤️ #hoguera is love 💚 #hoguera es salud 🔥🤗.

JR

“Los Gurús de nuestro Futuro”

Dicen que no hay nada más viejo que aquello a lo que se le llama “nuevo” y viendo el tipo de vida monitoreada, medida y llena de formularios, permisos, pasaportes y controles, nuestra “nueva” eco – saludable y reciclada vida, se va pareciendo cada vez más, a la vida en la antigua URSS.

La gente se mueve con miedo, miedo al control, a la reprimenda, a la inquisición permanente, al formulario constante y requerido para cualquier cosa, al cambio de normas inesperado y siempre a último momento; y no está de más añadir, que son muchos, aquellos que disfrutan de esta repentina posición de poder, de control y de “superioridad moral por vacunado”, que el “nuevo” eco- mundo les ha otorgado.

Aquellos que antes estaban para atenderte y darte un servicio, hoy de pronto, están para hostigarte a cada paso y parecen disfrutar de esta nueva posición de control que la “Salud” les ofrece. La azafata, el recepcionista, el guarda de seguridad, el maestro de escuela, el aparca coches, todos sin excepción, han asumido gustosos este rol de poder, de sermoneo y de control, que la madre estado les ha delegado: reprimir a una población descerebrada que necesita ser guiada por seres “ superiores”hacia una forma de vida más saludable y civilizada, diseñada en Davos por los intelectuales que sirven al poder.

Cada vez que oigo hablar del nuevo mundo que estos grandes intelectuales contemporáneos graduados en la Ivy League nos están diseñando a todo pulmón, me entran arcadas y cada vez que me hablan de cambiar el mundo, se me aparece la imagen Stalin fusilando a todo aquel que traicionara los ideales de su nuevo y maravilloso proyecto de mundo; más igualitario, sostenible y socialmente justo.

El problema con tanto “experto” dando consejos es que el experto es solamente experto en su pequeño espectro; no evalúa las consecuencias ni la repercusión que tienen sus consejos; pero lo peor de todo, es que estos “expertos” trabajan para decir aquello que el gobierno quiere que digan. Se contrata a los expertos que respalden la visión del estado y del grupo de Soros, mientras que a aquellos expertos que opinan lo contrario, se los bloquea en las redes y en los medios, se los calla y se los amenaza.

Una de las grandes ventajas que tiene ser un intelectual gurú es que nadie te pide explicaciones por los desastres que generan tus ideas.

Marx nunca salió a pedir disculpas por el desastre que generó con sus ideas de reforma social, económica y política. Lo máximo que hizo, después de su gran cagada de mundo, fue decir que él no era marxista y desentenderse del tema, pero sin ningún remordimiento.

Si usted es ingeniero y se le cae un puente, el mundo le fulmina, pierde el trabajo y no trabaja de ingeniero nunca más en su vida. Pero si usted es un intelectual y diseña una vida de mierda, nadie le pedirá explicaciones. Y podrá además, seguir dando instrucciones.

Esto mismo pasa con la vacuna, no vemos a nadie explicarnos porqué aquellos con dos dosis y booster se contagian y mueren. Hay un silencio de radio cuando toca hacerse cargo de los fallos de las verdades absolutas de los venerados “expertos”.

Tanto es así, que aquel green pass por el que muchos aceptábamos el pinchazo a desgano, ya no te lo pide nadie, sólo te piden un PCR con 24 horas de vigencia, justamente porque saben que estar vacunado no es ninguna garantía contra el virus fabricado en China.

Pero todavía estamos esperando la corrección, la disculpa, algún tipo de mea culpa por los errores de tanto “experto” en cambiarnos el mundo. Ni siquiera aquella mentira sobre la mala cocción del murciélago se ha explicado y reconocido como una mentira organizada.

Las mentiras desaparecen como por arte de magia sin que nadie se reconozca un Pinocho, ni pida perdón y la gente olvida y perdona todo atropello, con una docilidad alarmante.

Luego nos preguntábamos por qué los alemanes obedecían las macabras órdenes de Hitler sin oponerse a tanta injusticia y crueldad. Si Adolf volviera hoy, se haría un festín con este mundo de ovejas temerosas, fanáticas, vacunadas y obedientes que se creen cualquier cosa y son capaces de hostigar y denunciar al que no tenga una vacuna, criminalizándole injustamente por un virus comunista patrocinado por Soros.

Silencio de radio. Usted calle y siga rellenando formularios, pidiendo códigos y permisos, haciéndose su PCR diario, dándose nuevos boosters experimentales si es que desea moverse de su casa, ir a tomar un café o ir a trabajar y para que no le despidan por negacionista.

Eso si, no se olvide que si usted se vacuna lo hace libremente, ya que nadie le obliga. Usted es libre, aunque viva esclavizado por los mandatos de la “Salud”.

Siga “libremente” rellenando el cartoncito del experimento que le promete la tierra prometida. Y aquel que llegue al casillero de la pizza, gana.

Pero mucho me temo, que el eco- plan es ahorrar, no sólo en pizzas premio, sino también en pensiones.

JR