“Generación de Haters y Desagradecidos”

No es inusual escuchar a las juventudes americanas universitarias culpar a los empresarios de todas sus desgracias y hacerles responsables de los malos augurios que se imaginan en su futuro.

Al escuchar semejantes barbaridades me pregunto qué aprende esta juventud en las universidades carísimas a las que asisten; pagadas por sus padres empresarios y en las que pasan tantos años de su vida.

Lo verdaderamente surrealista de toda esta tragedia es que estas aberraciones vengan de estudiantes de carreras como “Business” quienes supuestamente están allí, para convertirse en empresarios el día de mañana.

Esta campaña politico/ cultural en contra de los empresarios en general, tiene buena audiencia y cohesión en estas juventudes escolarizadas bajo programas socialistas, que basan sus temarios en el adoctrinamiento político y en criminalizar a los empresarios, logrando desviar la culpabilidad y esconder las nefastas gestiones de sus gobiernos.

Esta juventud tan universitaria y a la vez tan ignorante, parece desconocer por completo el funcionamiento del estado y de la economía en general.

Ellos creen que el estado es una fábrica, que produce algo y que es el estado quien tiene dinero.

Sin comprender que el estado es un simple administrador del capital que generan los empresarios y los empleados que trabajan para esos empresarios. Y que sin empresarios, no hay estado.

Todos los movimientos de izquierda parecen estar confabulados para destruir a las únicas fuentes de progreso que tenemos; fomentando el odio hacia los ricos y a todo aquel que haya logrado algún éxito laboral u económico.

Esta ignorancia que promueve la izquierda cunde en unas juventudes que desconocen por completo la Historia, la economía y sus procesos.

Anoche la candidata demócrata y multimillonaria Elizabeth Warren increpaba a Elon Musk en twitter, y es que esta gentuza socialista odia a todo aquel que con su éxito nos traiga algún tipo de progreso.

Odian a Rockefeller que fue quien logró reducir el coste del keroseno haciéndolo accesible incluso a las clases más pobres y con ello logró que la humanidad pudiera encender la luz cuando se iba el sol y ganarle al día, horas de vida.

Odian a Ford que hizo que el coche dejara de ser un artículo de lujo para hacerlo accesible a todos, reduciendo los costes de fabricación e incrementando la producción a un bajo coste.

Odian a todos los que con su talento, capacidad, trabajo y esfuerzo nos han traído progreso y a quienes les debemos mucho mas, que las fortunas que se han ganado en buena ley en el mercado.

Si hoy estuvieran aquí Steve Jobs y Albert Einstein los quemarían en la plaza, por blancos, ricos y privilegiados.

Y es que la ignorancia de estos personajes demagogos de izquierda, ya sobrepasa toda locura.

El odio hacia el rico es el mantra para estas juventudes descerebradas, que sienten que aquello que ellos no tienen, no es porque no hayan trabajado nunca en su vida, o porque no tengan ningún talento, sino porque alguien se los ha robado.

Esta es la filosofía con la que se lavan los cerebros en las universidades americanas, canadienses y europeas: la culpa de tu desgracia siempre la tiene otro. Y nosotros te diremos quien es el enemigo.

Si hubiera sido por esta generación de ignorantes estaríamos todavía en la época de las cavernas y cualquier idea de inventar el fuego hubiese sido desestimada por venir del fruto de un privilegio racial o de algún tipo de desigualdad intolerable. Así que mejor abstenerse de encender nada y seguir en Edad de Piedra.

Lo único importante para esta panda de ignorantes es la igualdad. No queremos Elon Musks, Einsteins, Jobs, Edisons, Aristóteles, Parmenides, Rockefellers, Fords, hermanos Wrights. No queremos privilegiados. Odiamos a los talentosos, a los inteligentes, a los trabajadores, a los generadores de capital y de progreso.

Queremos que todo sea hecho con justicia social, queremos a todos igual de bestias, a todos igual de pobres, a todos igual de subdesarrollados, a todos igual de resentidos, y así esta juventud de haters se quedará igualitariamente más tranquila.

JR

“Capital Humano”

En la economía en general, tanto como en la economía doméstica, el capital humano juega un papel importante a la hora de progresar económicamente.

Muchos intelectuales insisten sin embargo, en el monopolio de la educación académica como único componente del capital humano, aunque los hechos, no siempre avalen sus teorías. Teniendo vivos ejemplos de inventores y eruditos que nunca han pisado una universidad y en algunos casos ni siquiera terminaron la escuela, como es el caso de los hermanos Wright, que eran mecánicos de bicicletas, antes de inventar el avión.

Tener muchos títulos universitarios y masters no garantizan el progreso económico de una persona; pueden ayudar por supuesto, pero no son el único determinante.

Y dependiendo además, de qué tipo de educación se trate, ésta puede llegar a ser en ocasiones incluso perjudicial para el individuo, cuando le crea aversión al trabajo, al capital, a las empresas y al progreso económico en general.

Tales individuos no sólo están destinados a la mediocridad , sino que resultan peligrosos para el progreso económico de la sociedad en su conjunto.

El capital humano es el resultado de una suma de componentes que juntos y combinados, elevan el valor que ese individuo tiene en el mercado.

El capital humano no es otra cosa que las capacidades, las habilidades prácticas y las actitudes de un ser humano frente al trabajo.

No sólo es importante el nivel de formación en una disciplina, sino también la actitud hacia el trabajo en general, la capacidad para esforzarse, adaptarse y sacrificarse por un progreso económico.

Y no todos, aún teniendo exactamente los mismos títulos universitarios y posgrados, poseen las mismas capacidades en estos ámbitos, ni la misma fuerza, ni la misma necesidad o las mismas ganas.

Parte de nuestra cultura encierra el valor que le damos al trabajo; para algunas culturas el trabajo es lo primero, y en otras sin embargo, el trabajo es relativo y prescindible, y si no me hace sentir enteramente feliz y realizado, no me compensa.

No es casual que esta era, en la que se intenta imponer la felicidad ante todo lo demás, no haya ayudado a los jóvenes a integrarse satisfactoriamente al mundo laboral.

En mi época sin embargo, trabajar era lo primero y nadie te preguntaba a cada rato si eras o no, feliz.

Porque uno asociaba la felicidad al hecho de tener un trabajo, pagar las facturas y seguir progresando.

Hoy sin embargo, los jóvenes parecen no encontrar nunca el trabajo que les merezca. ¡Tantos títulos para tener tantos desempleados! es el leitmotiv de una sociedad cuya juventud que no encuentra un trabajo o rehusa integrarse al empleo, por no considerarle a su nivel.

El problema con el capital humano, es que no es en su totalidad académico. Un empresario busca mucho más que un buen currículum universitario. Se busca aptitud y actitud pero hoy es difícil, encontrar las dos cosas juntas.

Tanto en la economía comercial como en la economía doméstica el capital humano es importante.

Un ama de casa que no limpia, no cocina, no lava ni plancha, ni cuida niños va a generarle un gasto enorme a un marido que trabaja. Y todo ese capital humano que la mujer no posee, va a recaer en la economía familiar, que necesita pagar por todos esos servicios. Esto mismo sucede en los países sin producción local, ni industrias propias.

La economía no es solamente aquello que entra, sino también aquello que sale; la economía es el resultado y la gestión entre lo que entra y lo que sale.

El capital humano tiene mucho que ver también con la cultura de cada persona y la cultura es generalmente un factor hereditario o particular de las distintas comunidades.

Una mujer alemana, escandinava o estadounidense no sólo está acostumbrada a cocinar y a limpiar su casa, sino también a cortarle el pelo a sus hijos, a teñirse las canas en el baño de su casa y a hacerse la manicura ella sola. Al menos mi madre, era así.

En mi casa dos de mis hermanos eran ingenieros, pero la que arreglaba los enchufes, la cisterna, el riego o la aspiradora era mi madre, sin ningún título universitario, pero poseedora de un gran capital humano.

Ella sabía hacer de todo y sino, buscaba un manual y en un rato lo aprendía.

El capital humano tiene que ver con la educación, pero no exclusivamente con la educación académica; sino con la educación hacia el trabajo.

Uno de los procesos que ponen de manifiesto al capital humano es la capacidad de recuperación después de una crisis.

No es casual que la recuperación de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial haya sido tan rápida, debido a su gran capital humano. Esto no sucede sin embargo, en países subdesarrollados o tercermundistas en donde el capital humano es escaso y las crisis son eternas. Y en donde el trabajo es visto como una explotación, en vez de ser considerado como la única vía para el progreso económico.

Una persona que aspire a un alto nivel laboral y económico, debería además de tener una habilidad o producto por lo que la gente esté dispuesta a pagar, saber hablar, saber comer, saber beber, saber interactuar con gente distinta, saber obedecer, saber mandar, saber innovar, saber ahorrar, saber cuándo gastar, saber invertir, saber arriesgarse y también saber cuándo no apostar por locuras o lujos innecesarios.

Saber sacrificarse y saber recompensar, saber de historia, de literatura, de política internacional o estar informado sobre los eventos y noticias del mundo, son cosas que también ayudan y conforman el capital humano.

El capital humano resulta esencial a la hora de crear capital y de lograr un progreso económico y su falta resulta catastrófica, sin haber título universitario que la compense.

JR

“La Falacia de lo Gratis”

Siempre me pregunté porqué a la gente le resultan tan antipáticos los economistas y finalmente comprendí, que estos seres son los únicos valientes, que desactivan al instante la falacia de que algo sea gratis.

Para un economista el concepto “gratis” es un concepto equivocado desde su raíz. Y lo primero que te preguntan cuando les dices que algo es gratis es: “si claro, gratis, ¿pero a qué costo?”

Su afirmación de que lo gratis no existe, resulta definitivamente antipática para un pueblo acostumbrado al discurso socialista de la igualdad y del derecho a todo; que se resiste a entender y a hacer entender, que todo derecho se desprende de la obligación de otra persona y que todo lo que se percibe como gratis, es gratis para él porque lo paga otro ciudadano.

Cuando comienzas a estudiar economía descubres un mundo nuevo y empiezas a darte cuenta de que la historia de los errores de la humanidad, está basada en errores de cálculo, falta de previsión de imponderables, desconocimiento de los elementos, ignorancia de datos y hechos y ausencia de sentido común.

Uno suele ver a la economía como a esa materia difícil y disponible sólo para algunos eruditos, pero cuando te sumerges en ella, descubres que toda la evolución y la distribución del mundo se basa en la economía.

La economía ha guiado desde los asentamientos de las poblaciones y sus enfrentamientos, hasta las expediciones más atrevidas.

El concepto de la inexistencia de lo gratis es quizás el aprendizaje más frustrante y sin duda, también el más iluminador de todos, porque cuando descubres que el precio de las cosas tiene su sentido, entonces, empiezas a pagarlo con más ganas.

Mi amiga médica se queja de que la sanidad pública está colapsada en España y esto sucede porque es gratis. La gente aburrida no tiene otra cosa que hacer que inventarse enfermedades y acudir a las consultas como diversión. Hoy les duele esto, mañana les duele aquello y cuando no les duele nada, entonces es hora de chequearse todo; análisis de esto, de lo otro y de lo de más allá. Y todo esto sucede porque la sanidad es gratis.

Si al señor hipocondríaco le costara 5 o 10 euros cada consulta, os aseguro que se le pasaba el malestar en un segundo y en vez de ir a molestar y a gastar dinero ajeno al hospital, se quedaba en casa viendo la tele. La curación sucede de forma milagrosa cuando estar enfermo te cuesta dinero a ti.

La saturación de un sistema de sanidad “gratis” bloquea la sanidad para los temas verdaderamente importantes y cuando aparece un paciente realmente enfermo, no hay disponibilidad para atenderle, porque el médico está ocupado con el hipocondríaco de turno.

Este es el precio de lo gratis; la baja calidad de un servicio o producto, que se desgasta debido al mal uso que se hace de él. ¿Y por qué el mal uso? Porque es gratis.

El principal problema de lo gratis es que la gente abusa de los servicios y no los utiliza como es debido. Ni los hospitales, ni las universidades públicas gratis funcionan a largo plazo, si no se usan con responsabilidad.

Pero como pedir responsabilidad es una utopía, lo mejor es ponerle un precio. Y cuando hay que pagar, la gente se responsabiliza sola. Es un remedio mágico.

La pregunta es entonces por qué los gobiernos insisten en la sanidad gratis. Y aquí está el meollo de la cuestión: cuando un servicio es gratis, los costes también se descontrolan. ¿Quién controla el precio de una endoscopia o de un análisis clínico en un hospital público? Si no existe un cliente ( nadie paga la factura) que compare precios, reclame y proteste, se inflan las facturas. Y como “nadie” paga, se inflan los costos.

¿Y quién paga el timo? ¡Usted con sus impuestos cada vez más elevados!

La conclusión es que lo gratis no sólo no es gratis, sino que al final sale más caro.

Cuando era joven me invitaron a un cóctel en Venecia en donde ofrecían Spritz gratis. Si hubiera tenido que pagarlos me hubiera bebido 2 en vez de los 9 que acepté. En ese momento comprobé que el precio de las cosas, te cuida la salud evitándote además, borracheras innecesarias.

Cuando se ofrece algo “gratis” se desvaloriza al trabajador que provee dicho servicio, y se instruye de manera irresponsable al consumidor de ese servicio; que mal aprende a tener el derecho a la explotación “gratis” de otra persona en su beneficio.

Aprender que cada cosa tiene un precio y que ese precio tiene una razón de ser, no sólo nos hace más analíticos, exigentes y responsables a la hora de elegir entre nuestras opciones, sino que nos ayuda a pagar por un servicio de calidad con más entusiasmo.

JR

“La Reconquista Marxista”

Hace un tiempo tuve la fortuna de pasar unos días en la ciudad de Cordoba (España) en donde hice un recorrido turístico con una guía formada en Bellas Artes, que nos acompañó durante todo el paseo y nos iba relatando los hechos históricos sucedidos en cada uno de los monumentos cordobeses.

Su nada disimulada aversión hacia la reina Isabel la Católica fue creciendo a medida que avanzaba nuestra visita, hasta que un compañero, ya harto de tanto comentario despectivo hacia la reina, la paró en seco, defendiendo a la monarca de los ataques sistemáticos y con connotaciones claramente marxistas, que profería la guía hacia Isabel.

Hay veces en que conocer la Historia y las costumbres de su tiempo ayuda a detener la mala información que estos jóvenes formados en las universidades Marxistas del mundo intentan imponernos y desperdigar en cuánta oportunidad se les presenta.

Aunque desgraciadamente, la mayoría de las veces, la gente se traga sin más, todo aquello que esta generación adiestrada en la manipulación histórica decide contarles; quizás por falta de tiempo o de interés en constatar los datos falsos, que los marxistas profesan repetitivamente, hasta convertir en verdades absolutas y en dogmas incuestionables.

(Al día siguiente encontré a la guía haciendo el mismo tour en inglés y en alemán y relatando las mismas barbaridades ideológicas; por lo que comprobé una vez más, que este nuevo marxismo va propagándose por el mundo, sin fronteras y sin ningún remordimiento, ni corrección)

Estas juventudes universitarias adoctrinadas en la visión marxista de la realidad y de la historia, no sólo son ignorantes, sino que se prodigan en ello y se dedican con esmero a la divulgación de su ideología allí por donde van y sin ninguna necesidad, porque a nadie le interesa realmente su opinión personal sobre un hecho histórico.

Lamentablemente la Historía es la que es; no la que a uno le hubiera gustado que fuese, ni la interpretación que hace una mirada teñida de políticas de justicia social marxista, sobre la Historia.

Las conquistas y las reconquistas a lo largo de la Historia fueron cruentas, de un lado y de otro. Y debemos recordarles a estas generaciones tan mal informadas, que aún no teníamos WhatsApp, ni a la ONU, ni a Greta facturando por la extinción del medioambiente desde los 12 años.

Por eso, es que es tan importante ubicarnos.

Estas opiniones marxistas fuera de lugar y abstraídas totalmente del contexto histórico de los hechos, que estos guías hacen, no sólo tergiversan los hechos, sino que quitan a los hechos de su contexto, de las costumbres y de los modos de la época.

Por un momento intenté imaginarme cómo hubiera sido todo, si la Historia hubiese sido distinta a lo que fue y adónde estaría la guía hoy, de no haber sido por la reina Isabel, a la que tanto detesta.

Seguramente hoy, la guía estaría debajo un burka y celebrando la entrada de los talibanes a Afganistán. Pero gracias a Isabel, esta chica está hoy en la calle y trabajando con su melena rubia al viento, mientras se da el lujo de difamarla sin ningún temor y en todos los idiomas.

JR

“Sensibilidad Criminal”

La costumbre de la izquierda de cambiar las palabras, las terminaciones y los pronombres, no responde a una fijación con la lingüística mal curada durante la infancia, sino que obedece a fines muy distintos.

Cuando yo digo “ mesa” hago un juicio de valor e identifico a un objeto como “mesa” y no como “silla”. Al nombrar, hago entonces una distinción, una evaluación del objeto observado, que lo hace particular y le diferencia a su vez de otros.

Las palabras son; además de sonidos con significado que necesitamos para comunicarnos; esquemas de pensamiento. Y todo pensamiento es en principio, una forma de juicio. Y todo juicio, responde a un sistema de valores.

Por eso las palabras se vuelven fundamentales a la hora de organizar una mentalidad. Y eso es lo que la izquierda quiere cambiarnos; la mentalidad y los valores.

Su fijación con las palabras no es un tema lingüístico, sino una forma de pensamiento diferente, que se busca imponer con los cambios de las palabras.

Y la excusa que han elegido astutamente para lograr este cambio de mentalidad es el intentar “no herir a nadie”.

Pero lo más importante de este proceso es el mandato de “no juzgar” porque al juzgar responsabilizas y la responsabilidad es lo que esta ideología marxista intenta eliminar.

Cuando tú te responsabilizas de ti mismo desaparecen los culpables. ¿Pero qué quedaría del marxismo sin culpables? Ellos necesitan culpables, porque el marxismo es la ideología de las víctimas.

Hoy se nos impone este nuevo mandamiento que es el de “no emitir juicios de valor”, por eso el sistema judicial es el más amenazado en estos tiempos. Y esto sucede porque el sistema judicial responde a una legalidad creada por un sistema de valores, al que los marxistas detestan.

Pero juzgar es pensar. Y cuando se te exige “no juzgues”, lo que en realidad se te está pidiendo es “no pienses por ti mismo y no te dejes guiar por tus valores”, atente únicamente a observar y a repetir lo que nosotros te marcamos que es correcto decir y pensar.

Esto es a lo que hoy llamamos “políticamente correcto”: es decir y pensar sólo aquello que la política te permite pensar y decir.

La izquierda profesa en nombre de la libertad el que nadie pueda juzgar a nadie y aboga por una libertad, en la que cada uno tenga el derecho a ser cómo quiera ser y ser respetado.

Sin embargo, todo el aparente permisivismo que ostenta la izquierda en su discurso para todas las cuestiones sociales. está acotado en realidad, a crear una nueva ideología que pase a ser la única ideología admitida.

El permiso y la libertad de la que hace alarde la izquierda, consisten en realidad en ser como ellos te mandan ser y poseer esta nueva mentalidad diseñada y aplicada con la transformacion de las palabras que modifican las mentes.

Uno debe renovar su vocabulario para renovar también su pensamiento y cambiar aquellos juicios de valor antiguos por unos nuevos.

Para ser más concretos, el fin último de todo este palabrerío es terminar con los antiguos valores occidentales.

Las palabras comienzan a cambiarse porque las antiguas “hieren” a las personas. Y esta nueva comunidad de marxistas comienza a renovarlas apelando a la hipersensibilidad de los “nombrados” y a la buena voluntad y distracción de los parlantes.

Como la civilización occidental es mansa, pacífica, tolerante y cómoda, acuerda cambiar sus palabras sin mayor dificultad y si le dicen que es para evitar “herir” a alguien, lo hace aún con más gusto y sin demora.

Y si se le convence además, de que juzgar también está mal, deja de hacerlo sin resistencia, en beneficio de los sensibles.

Hoy la sensibilidad ha llegado a límites tan criminales, que llamar ladron al ladron, asesino al asesino, terrorista al terrorista y pedofilo al pedofilo está muy mal visto.

Estas pobres personas, antiguamente mal llamadas crimínales, se sienten ahora heridas al ser llamadas así, entonces vamos a cambiarles los nombres por otros más justos, más bondadosos y más cariñosos.

Porque en definitiva, tanto el pobre ladron, como el pobre asesino, como el pobre terrorista y el pobre pedofilo, son así, por culpa tuya.

JR

“Propaganda Escolar”

Cada vez que ayudo a mi hijo a estudiar Historia para un exámen, descubro la incapacidad que tienen la mayoría de los profesores de Historia para la enseñanza.

Sentarse frente a una clase de alumnos adolescentes para leer un manual de Historia, no es enseñar, ni preparar una clase, sino crear una aversión en la juventud, a veces incurable, hacia el estudio de la Historia.

Afortunadamente hoy contamos con infinidad de documentales y vídeos en YouTube, en donde se profundizan muchos de los temas de estudio para todas las edades y esto ayuda, (si se desea), a suplantar la deficiencia del profesorado escolar actual.

Si algo he aprendido de la Historia, es que sólo sirve si aprendes los patrones que nos deja. Si no eres capaz de sacar de ella un aprendizaje de comportamientos y las causas y consecuencias de dichos comportamientos, su estudio resulta inútil en todos los sentidos.

Pero yo sospecho que esto es justamente lo que se busca; que no te interese la Historia, sino que estudies de memoria para el exámen y lo olvides todo al día siguiente. Porque si tú no aprendes Historia, ellos pueden volver a contártela otro día y tergiversarla a su antojo, sin que tú te enteres.

La falta de aprendizaje tiene muchos riesgos y también tiene todo el sentido para aquellos que están interesados en reinventarla y en darle a la Historia una connotación acorde a su ideología.

Cuando enseño a mi hijo en casa intento que entienda los patrones de la Historia; cómo la fractura interna de las sociedades es lo que provoca la debilidad de un imperio, debilidad que aprovechan siempre los enemigos externos para invadir.

Sucedió con Roma con la consecuente invasion de los pueblos germánicos, luego al estar éstos divididos se tornan presa fácil para el avance de los pueblos árabes y posteriormente, las divisiones y conflictos internos del mundo musulman es lo que facilita la reconquista comenzada por Pelayo desde Asturias y finalizada más tarde en Granada.

Lo importante no son las fechas o los nombres de memoria, sino los hechos y cómo los patrones siempre se repiten; las fracturas internas son lo que en realidad provoca la caída de los imperios. Y cualquier similitud con lo que está pasando hoy en día en el mundo occidental, no es mera coincidencia, sino pura repetición.

Mientras los profesores se ocupan de que nuestros hijos no aprendan, aquí estamos los padres, ocupados y distraídos en nuestras cosas, mientras nuestros hijos son adoctrinados a base de ecología, derechos humanos para los crimínales, sostenibilidad, diversidad, racismo, feminismo y discrimacion ; en un mundo que pretende anularles la inteligencia, bloqueándoles todo pensamiento crítico y fomentándoles la pertenencia a un pensamiento único permitido.

También se trabaja a destajo en las escuelas para educar a masas basadas en una sensibilidad estupidizante, enseñándoles a culpabilizar a sus ancestros de todo y hacerles a ellos responsables de nada más que de protestar, de salir a la calle y exigir.

Si hay un monotema en los colegios actuales es el de la ecología. Según mi hijo, no se habla de otra cosa en clase.

Y uno como padre de estos proyectos de clones de la malcriada de Thumberg, empieza a sentir la extraña motivación del efecto contrario y sólo para provocarles un ataque de ansiedad, desearía ir tirando latas de cerveza al piso y arrancando flores por el camino, en señal de protesta por este diabolico proyecto de estupidizacion sistemática del alumnado, a la que todas las escuelas se apuntan.

El ejército de enanos mantenidos e indignados crece y los padres ya no se atreven ni a hablar con sus hijos en la mesa, sin que estos energúmenos adoctrinados en el odio, que se creen además poseedores de una extraña superioridad moral de izquierdas, les juzguen, les den lecciones y les culpabilicen absolutamente de todo.

Entonces uno empieza a mirar universidades en Inglaterra, en Canadá o en Estados Unidos, adonde poder colocar a estos iracundos mantenidos lo más lejos posible de casa y para que se rodeen de la compañía marxista que tanto ansían y que habita los campus universitarios del mundo.

Allí serán mucho más felices por un tiempo, mimados por profesores marxistas muy bien pagados, que les seguirán adoctrinando en la división social y en la destrucción de los valores e instituciones del mundo occidental.

Uno entiende entonces, que aquella resistencia a enseñar los patrones de la Historia tenía un sentido. Si lo hubiesen hecho, no habría negocio.

JR

“Intensidad Añorada”

Cuando uno observa las hazañas de los grandes hombres y mujeres de nuestra historia se asombra de ver cómo a los veintitantos años, muchos de ellos ya habían escrito, compuesto, creado, pensado y hecho tantas cosas, con tan pocos recursos.

Ni internet, ni avión, ni telecomunicaciones ni luz eléctrica en muchos casos, impidieron que la creatividad humana apareciera, creciera y se desarrollara.

Uno se queda pensando entonces, como es que con tantos años, uno no ha sido capaz de hacer casi nada valioso y vive sin embargo, ocupadísimo y sin tiempo para nada; aún teniendo las comodidades y las facilidades actuales.

Y es que hay algo que vamos perdiendo con la velocidad y es la capacidad de concentrarnos verdaderamente en algo.

Toda nuestra actividad diaria se vuelve veloz, precipitada, siempre con prisas por llegar a la actividad siguiente y sin lograr intensidad en nada de lo que hacemos.

La hiper comunicación que tanto nos comunica, nos tiene más solos que nunca. Rodeados de WhatsApp, de likes, de stories y de mensajes, pero sin comunicarnos verdaderamente con nadie.

Yo admiro en las películas el valor que tenía una carta y la intensidad de la comunicación que cabía en ella.

El remitente seguramente se había dedicado a escribirla en cuerpo y alma, y en esos diez minutos de intensidad, cabían mucho más que información y palabras.

Una carta era una forma de comunicación intensa; el papel nos traía la oportunidad de volcar en él sentimientos, secretos, dudas, sensaciones y hasta lágrimas, que hoy sólo existen en forma de emoticono.

Una carta era una forma de entrega; la entrega del tiempo, esos 10 o 20 minutos en los que uno era sólo para el otro. Y es que la intensidad necesita de esa exclusividad en la que no cabe nada más.

Uno se convertía entonces en un puente hacia el otro y deseaba con ansias llegar al otro lado, sin ninguna distracción más que la carta.

Recuerdo esas cartas escritas o recibidas como pedacitos de uno mismo o del otro, regaladas con una intensidad hoy desconocida en cualquier otro tipo de comunicación digital.

Hoy he cogido miedo hasta de llamar por teléfono a mis amigos; con quienes hace 10 años podía pasarme largos ratos de charlas telefónicas; y en donde nos contábamos de todo; podíamos reír o llorar, confesarnos o discutir sobre las distintas visiones del mundo.

Ahora un WhatsApp me parece suficiente y casi un abuso, para alguien que seguramente esté muy ocupado y a quien no deseo molestar.

Y si cada tanto grabo un audio, controlo a rajatabla no pasarme de los minutos tolerados; porque pasarse de dos, te convierten en una pesadilla, un audio eterno, que amerita reproducirse a velocidad rápida.

Uno ya no tiene tiempo de escuchar a nadie, ni de llamar por teléfono; aunque si llamo es porque aprovecho que voy andando por la calle, estoy en el autobús, en el coche o en el supermercado.

Llamo a veces, pero siempre que estoy haciendo otra cosa o pasando un tiempo muerto; porque la comunicación ya no nos parece importante, ni merecedora de ningún tipo de exclusividad.

La comunicación se ha convertido en un relleno o en música de fondo, en un complemento a otra actividad a la que consideramos inevitable o más importante.

Muchas veces me pregunté cómo en un mundo tan comunicado, la gente se sentía cada vez más sola.

La comunicación actual no nos sacia la necesidad de conexión con alguien, porque en este nuevo tipo de comunicación, se evita toda conexión.

La comunicación es tanta, a toda hora y en tantos tipos de soportes digitales, que es agotadora. Todo el día compartiendo, posteando, twitteando, subiendo fotos y cambiando estados, para terminar tan solos.

La cercanía que implicaba comunicarse a veces con otro, hoy se ha reemplazado por una higiénica distancia de seguridad informativa 24/7, constante y distante, para preservarme intacto.

No deseo realmente entrar en el mundo del otro, porque no quiero que me afecte, que me toque, ni que me modifique; sólo busco ser un espectador distante, que mientras te oye, hace otra cosa.

Esta es una distancia elegida, que huye de todo lo que me distraiga de mi superpoblada agenda y de mi calendario. Todo lo que me descentre de mi, es tóxico, porque cuando yo soy el principio y el fin de todo, toda intensidad y toda verdadera comunicación distraen.

¡Y con lo agradable que era perderse un rato de vista!

Uno termina entonces cualquier comunicación, igual de incomunicado que antes de tenerla. Igual de solo, igual de centrado en sí mismo e igual de distante.

Y aunque las redes sociales nos informen a cada paso adonde está el otro, qué hace, qué come y que siente; estamos igual de lejos. Mucho más cotillas que las antiguas viejas de pueblo, pero digitales.

La moda de hoy es evitar todo lo tóxico y lo distinto y ojo! que a nadie se le ocurra contarte un problema, una duda y sobre todo, que nadie nos distraiga de cumplir con nuestra agenda diaria de cosas inútiles a las que creemos super importantes; pero que aún no nos han convertido ni en un Beethoven, ni en un Bach, ni en un Hemingway, ni en un Camus.

Todos ellos descubrieron en la intensidad, la mayor fuente de creación que existe y se dejaron intoxicar una y mil veces y sin distancia de seguridad, para lograr una comunicación sin tiempo.

JR

“El Abuso del Derecho”

Mucho se habla de la necesidad de compensación a los grupos desfavorecidos y oprimidos a lo largo de la historia.

Esta normativa busca una justicia compensatoria que impone una discriminacion positiva hacia el defavorecido histórico, en forma de reparación de daños.

¿Pero logran repararse realmente los daños o lo que hacen es crear nuevas desigualdades y resentimientos?

Estas políticas se han usado en muchos países antes que en los Estados Unidos, y países como India, Malasia o Nueva Zelanda siguen hoy utilizándolas, pero sin obtener los buenos resultados deseados.

La filosofía de estas políticas sociales compensatorias, resulta en un principio convincente, justa y solidaria, pero desgraciadamente los resultados que provoca, generan nuevas desigualdades y atraen nuevos peligros.

Estas políticas se incorporan primero como políticas “transitorias”, que buscan equilibrar la balanza de un período determinado, pero en la realidad, nunca concluyen y permanecen fijas como políticas establecidas.

Por lo cual, generaciones que no han tenido nada que ver en determinados procesos históricos desfavorables hacia un colectivo determinado, terminan pagando con su propia desigualdad, la desigualdad histórica de una raza.

Las políticas de acción afirmativa garantizan un cupo en las universidades americanas a personas de colectivos minoritarios, que pueden acceder a determinados cupos con mucha menos nota, que la que se pide al resto del alumnado.

El problema surge en la clase, cuando el profesor se ve obligado a bajar el ritmo de enseñanza para acompañar a este grupo que no está al nivel del resto.

Esta desigualdad ha motivado también a que se califique de una forma mas benigna a los colectivos menos capaces, otorgándoles calificaciones más altas que al resto.

Estas nuevas desigualdades no sólo provocan frustración en aquel que en el fondo sabe que no está al nivel que necesitaría, sino que provoca resentimiento en aquellos que para obtener la misma calificación que el individuo del colectivo favorecido por la ley, se le exige el triple.

Aquí es cuando la justicia se hace injusta pero al revés y no justamente con los verdaderos culpables de la opresión histórica.

Hoy “pagan justos por pecadores” como dice el dicho. Pero la pregunta es ¿Hasta cuándo pagarán?

La respuesta sería hasta que la balanza llegue a un medio, pero los hechos y la historia de la humanidad entera, no sólo han demostrado que jamás se ha llegado a un medio, sino que esta balanza artificial ha provocado el efecto contrario.

Esta balanza regulada ha demostrado que cuantas más facilidades y mimos recibe un individuo, menos es el esfuerzo que hace para sobrevivir y por ende, el resultado es negativo.

Según dicen los estudios, el colectivo negro se esmeraba más por su progreso antes de la aparición de estos beneficios, que con ellos.

Al estar la vara mucho más baja, la motivación es inferior y el resultado mediocre. Pero aún así, la proporción del progreso no cede a la desigualdad, aunque la mayoría de estos favorecidos por la ley abandone los estudios universitarios por no sentirse a nivel del resto y no llegue nunca a graduarse.

Si ese mismo individuo hubiese entrado a la universidad que le hubiera tocado por su nota, sin la intervención del derecho de ventaja, seguramente hubiese concluido sus estudios, al haberse hallado en un entorno más acorde a su nivel intelectual.

Pero los políticos insisten entonces en obviar los hechos y nos atizan con más de la misma medicina y obligan a empresarios a incorporar a colectivos desfavorecidos, sin importar el talento o las aptitudes que éstos tengan para el trabajo específico.

Y aquel dicho de Martín Luther King “ tengo un sueño de un mundo en donde no importe el color de la piel , sino el contenido de su carácter” ha quedado otra vez enterrado dentro de políticas sociales que nos obligan a elegir o a denegar por color, sexo y raza, en vez de por talento.

¿Acaso no tengo derecho a ocupar un puesto aunque no esté calificado para él? Es la pregunta que hace aquel que se siente en poder de todos los derechos, al empleador.

Este es el constante reclamo contemporáneo a merecer algo que no me he ganado, por lo cual no es un derecho.

Hoy el derecho le gana la batalla al logro y la meritocracia es considerada como “la tiranía de las capacidades”. Aquel que sea inteligente y trabajador merece ser castigado.

Uno al final del día se pregunta ¿estoy ocupando este puesto por inteligente o por latino, mujer, negro, indígena o trans?

La verdad es que en este mundo tan propenso a la búsqueda del multicolor siempre nos quedará esa duda, pero de lo que no nos cabe duda, es de que el talento, ya no es lo primero.

Nos preguntamos entonces, si es positivo para una sociedad prescindir del talento en pos de la igualdad.

¿Nos beneficia realmente como sociedad que busca evolucionar, esta balanza a la baja a la que nos impulsan los políticos con sus políticas igualitarias?

Todas estas nuevas políticas de justicia social han generado también muchas trampas “hecha la ley, hecha la trampa” dice el famoso dicho y no se equivoca.

Según consta en los censos, hoy existen más indígenas americanos en los Estados Unidos que nunca antes; esto, que es científicamente imposible está ocurriendo, porque la gente busca en los árboles genealógicos algún antepasado lejano indígena, negro o latino, o contrata a alguien de alguno de estos colectivos para que le ayude a acceder a los beneficios que se les prescriben; sean cupos, ayudas o subsidios.

Lo mismo sucede con los incentivos a la pobreza, que se otorgan a las personas sin empleo.

Si consigues el empleo pierdes el subsidio, por lo cual la gente aprende a mantenerse siempre desempleada e inútil, para no perder jamás la paga gratis.

Y los políticos se aseguran así el crecimiento de una población idiota y dependiente, que les vote en las siguientes elecciones.

Vivimos en una sociedad que habla tanto de derechos, que se ha olvidado de que tiene responsabilidad.

Buscarte un futuro, estudiar, conseguir un sustento, superarte cada día, aprender un oficio, no son tus derechos, sino tu única y primera responsabilidad.

El Estado paternal que protege tanto y asfixia, que te cuida tanto y te amputa, que vela tanto por ti que te anula, no es un buen estado.

Esa clase de estados, en donde todo está regulado, en donde no hay espacio para la libertad de ser o no ser quien quieras ser y atenerte a tus malas desiciones a cada paso, no busca crear a una sociedad responsable y creadora de su destino, sino todo lo contrario.

Esta clase de estados funciona como el padre extremadamente bondadoso y bueno, que te coloca dentro de un tuperware para que nada te haga daño, para que nada te lastime, para que nada te perturbe, mientras te mantiene cómodo, atendido, abúlico, imbecil y tranquilo, y anula tus responsabilidades llenándote de derechos, que nunca te has trabajado y nunca te has merecido.

JR

“El Negocio del Racismo”

Cuando no tienes ningún logro para mostrar, y tu vida ha sido una seguidilla de fracasos; o no has tenido ni la suerte, ni voluntad para lograr nada en tu vida, tienes dos opciones: hacerte responsable de tus desaciertos y cambiar, o culpar a otros de tus fracasos.

La táctica más fácil es siempre echarle la culpa a otros por tu falta de lucha, por tu falta de trabajo, de voluntad y de perseverancia.

Y para todos aquellos que elijan este camino fácil, tienen una ideología política que les respalda, les avala y les subsidia: la izquierda.

Como estas ideologías no tienen historias de éxito para mostrar a sus audiencias, basan sus programas en el odio y los centran en la búsqueda de culpables para todo.

La izquierda ha sufrido este mismo proceso por falta de logros; no tienen en su haber nada bueno que mostrar y allí por donde han gobernado, las cosas han terminado siempre muy mal, la economía fue un desastre, los problemas sociales aumentaron, la inseguridad del ciudadano también y desgraciadamente, sólo cultivan resentidos.

Es por eso que el monotema de la izquierda es el racismo, el feminismo, la extinción del planeta y la discriminacion en cualquier sentido. Y esto sucede porque la izquierda se ha convertido en el partido de las víctimas.

Si te ha ido mal en la vida, seguramente sea por culpa del racismo o de que eres mujer o de que te han discriminado en algún sentido.

Si eres pobre, nunca es culpa de que la izquierda exprima a los empresarios que podrían darte empleo, si no tienes hospitales nunca es culpa de que la izquierda utilice la recaudación de impuestos para su enriquecimiento privado, si no tienes vivienda o educación, nunca es culpa de la izquierda por poner trabas y freno a cualquier emprendimiento inmobiliario o cultural que no sea en su beneficio personal.

La realidad es que la intervención intensiva del estado, que aplica siempre la izquierda para controlar y quedarse con todo, es el principal problema que existe en el desarrollo de cualquier economía próspera.

¿Pero por qué hacer progresar a la gente y perder votantes? La izquierda necesita de tu voto; necesita que sigas siendo pobre, infeliz, fracasado, indignado, inútil y vago.

Esta locura de buscar culpables para todo y en cualquier ocasión, se ha vuelto tan común y a la vez tan cansina, que ya nos hace gracia.

Uno no se anima ni a pedir comida china por miedo a que le acusen de racista y personalmente, he aconsejado a mis hijos a no nombrar el color negro ni en clase de plástica, por las dudas.

“El más oscuro de la paleta” es el nuevo negro y recemos para que nadie se ofenda y me demande.

Dicen que a fuerza de repetir tanto las cosas, uno las convierte de tan cotidianas en verdaderas, pero frente a esto debemos andar con mucho cuidado y no dejar que tanta ridiculez victimista repetitiva nos hipnotice.

Hoy en día si tú te presentas a un trabajo sin un título y otros se presentan siendo arquitectos o ingenieros, puedes alegar que no te eligieron para el puesto por discriminacion cultural, o racial, o homosexual o por ser mujer, y seguramente ganes la demanda y consigas el puesto que te queda grande, por la fuerza, pero convencido de que te lo mereces.

Lo más peligroso de todo este asunto es que ya nadie se atreve a contrariar a la izquierda porque enseguida te acusan de heteropatriarca racista y negacionista, te plantan una marcha “pacífica” frente a tu casa que incendia todo el barrio y amenazan a los hijos del juez que ose fallar en su contra.

Hoy el victimismo de aquellos que no triunfaron, que no prosperaron, ni cumplieron sus sueños ha triunfado.

La comunidad de resentidos crece mucho más rápido que el C02 que según estos delirantes destruirá en segundos el planeta y se contagia sin pausa a los niños en las escuelas públicas desde los 3 años a la universidad, creando ejércitos de seres indignados, resentidos y mantenidos por un país al que odian, y que van de los 3 a los 27 años de edad.

Pero cuando empiezan a trabajar (los muy pocos y obligados por sus padres) y ven la cantidad de dinero que se lleva el estado de su nómina cada mes, empiezan a centrarse y a entender mejor, esta táctica del victimismo del estado de izquierdas. Y todo el discurso victimista de los mantenidos, de pronto se les hace pedazos.

Cuando finalmente ven las cosas con buena luz, les catalogan de fascistas que votan ahora a partidos de centro que apoyan economías liberales, a los que la izquierda y la tele insisten en llamar partidos de “extrema derecha”.

El poder está y estará cada vez más, en manos de estos iracundos, iracundas e iracundes, antipatriotas y resentidos.

¡Sálvense quien pueda!

JR

“Verde por fuera, Rojo por dentro”

Viendo que el comunismo no funcionaba, el ecologismo se convirtió en el vehículo anticapitalista preferido, consiguiendo el dinero y la adoración de las empresas, de Hollywood, de los medios de comunicación y de las élites intelectuales y sociales del mundo.

Los grupos ecologistas de presión, liderados por una niña de 17 años con un síndrome de discapacidad declarado (que se basa en la idea fija y en la incapacidad para razonar adecuadamente fuera de la obsesión), se han convertido en un próspero sector económico que mueve trillones de dólares alrededor del mundo.

Todo este presupuesto procede directamente de los impuestos de los contribuyentes y a través de subvenciones para campañas de concientizacion y educación se crean y mantienen nuevas “instituciones” reguladoras de lo verde junto a sus “abogados”.

Este movimiento tan rentable para sus gestores, nace a fines de la década del 70 y ha madurado hasta convertirse en una pesadilla para cualquiera que crea en la propiedad privada, los mercados abiertos y el Estado limitado.

Porque a estos grupos ecologistas no les interesa limitar los poderes del gobierno, ni expandir las libertades individuales, sino todo lo contrario.

El movimiento ecologista desea avanzar el intervencionismo estatal y sus demandas han normalizado declaraciones tan infames como que la utilización de la energía moderna supone «una amenaza mayor que el terrorismo».

Las grandes multinacionales ceden a estas presiones en forma de regalos y pedidas de disculpa al movimiento verde, fomentando a coro el alarmismo verde para desfavorecer a sus competidores o para obtener beneficios particulares, en forma de regulaciones que les benefician, fruto de favores de los políticos de turno.

El mundo de la empresa y los verdes unen sus fuerzas para presionar a favor de su estrategia y de sus intereses, subiendo los impuestos energéticos para obligar a todos los consumidores, ricos y pobres, a consumir productos más caros que, de lo contrario, tardarían años en abrirse camino en el mercado, si es que alguna vez lo conseguirían.

Cuando empezamos a profundizar en la ideología verde, notamos que los puntos en común entre verdes y rojos son muy profundos y van más allá del control de la población, de la restricción de las libertades individuales y de la libertad económica.

Para el ecologismo moderno el enemigo real es la economía libre y el capitalismo, y el ecologismo es simplemente el disfraz que han elegido para derribarlo.

La ironía de todo esto es observar el historial ecologista del comunismo; siendo China el país que más contamina hoy en día en el mundo, es curioso cómo el movimiento ecologista insiste en culpar a los Estados Unidos del desastre medioambiental que se han inventado.

Todas estas evidentes incoherencias dejan muy claro que el objetivo no es medioambiental, sino el ataque a la riqueza que genera el capitalismo.

Para ellos es más importante atacar la riqueza y adherirse a la superioridad de los estilos de vida primitivos, aunque ninguno de ellos se haya mudado ni piense mudarse a vivir a una de estas colonias primitivas, sino todo lo contrario, en cuanto se enriquecen con la política, se mudan a las zonas de moda, las más ricas y con más confort de la ciudad.

Para los verdes el medioambiente no es más que una estrategia para la demostración de que el capitalismo no funciona, de que hay un exceso de gente consumiendo excesivos recursos del planeta, y de que tarde o temprano, nuestro planeta reaccionará violentamente.

El razonamiento verde es que si capitalismo es la fuerza que sustenta a ese exceso de gente y su acceso a esos excesivos recursos, entonces el problema es el capitalismo.

Es muy importante observar la antipatía que los verdes sienten hacia la gente: «La gente es el mayor problema de nuestro problema” aseguran, mientras dan el voto a favor de ampliar la ayuda estadounidense a organismos abortistas extranjeros como inversión «pro-medioambiente».

Mientras tanto, su burocracia, su corrupción gubernamental, sus políticas de control y sus desmesurados aumentos impositivos, hacen que las clases medias del mundo vayan desapareciendo, aumentando rápidamente los niveles de pobreza en todos los países que tocan.

Y así es como rápidamente, el verde verde, se va volviendo rojo rojo.

JR